Septiembre es un mes que no pasa desapercibido. Su nombre, derivado del latín, nos recuerda que alguna vez fue el séptimo mes del calendario romano, «septem». Sin embargo, con la reforma introducida por Julio César en el año 46 a. C., pasó a ser el noveno mes del calendario juliano, marcando un nuevo orden en el tiempo.
Para muchos, septiembre marca el retorno al trabajo y la rutina después de las vacaciones, a menudo manifestándose como el síndrome posvacacional. En España, este mes cobra vida con las fiestas patronales que iluminan numerosos pueblos durante semanas enteras, llenando de alegría y tradición las calles. La vuelta al colegio trae un respiro a muchas madres, exhaustas tras un verano entero dedicadas a sus hijos. Además, septiembre se distingue por ser el mes con mayor tasa de nacimientos, trayendo nuevas alegrías a muchas familias, aunque también puede ser un tiempo en que algunas parejas, tras el verano, decidan tomar caminos separados al darse cuenta de sus diferencias.
Septiembre es un mes de cosechas, envuelto en cultura y tradición. La vendimia, símbolo de herencia y patrimonio, es una práctica en la que se entrelazan técnicas y conocimientos transmitidos de generación en generación. Las celebraciones en torno a la vendimia expresan la identidad cultural y comunitaria de muchos pueblos, marcando el cierre de la recolección de las cosechas y la preparación para el frío invierno.
Pero septiembre es mucho más. Es un cambio de ciclo. En el hemisferio norte, septiembre anuncia la llegada del otoño, transformando el clima y la naturaleza. Las temperaturas comienzan a descender y las hojas de los árboles se tiñen de ocres, amarillos y rojos, creando una belleza sublime en los bosques. La naturaleza se prepara para el descanso invernal, inspirándonos a adaptarnos a este ciclo y encontrar nuestro propio equilibrio.
En septiembre, las playas se vacían, los bosques se llenan de silencio y los pueblos recuperan su serenidad. Este mes nos impulsa hacia el cambio porque esa es su esencia: una puerta que se abre y se cierra. A diferencia de enero, cuando muchos se fijan nuevos objetivos de manera ilusoria, septiembre nos invita a prepararnos para el cierre del año con una mentalidad de renovación y balance. La transición del verano al otoño estimula la reflexión y la introspección, siendo el momento perfecto para evaluar lo que hemos logrado hasta ahora y decidir qué cambios pueden mejorar nuestra vida en los próximos meses.
Septiembre ofrece numerosos beneficios que lo convierten en un mes ideal para establecer nuevas metas y hábitos. Tras un periodo de vacaciones, regresamos con energías renovadas y una perspectiva fresca, lo cual es perfecto para iniciar nuevos proyectos o llevar a cabo cambios significativos en nuestra vida personal y profesional. El clima templado de septiembre facilita la realización de actividades al aire libre, haciendo más agradable comenzar una rutina de ejercicios o actividades recreativas.
A diferencia de los meses de verano, septiembre trae menos distracciones relacionadas con vacaciones y viajes, permitiendo un enfoque más claro en nuevas iniciativas. El retorno a la escuela y al trabajo hace que retomar y establecer nuevas rutinas sea más natural. Esto puede ser aprovechado para introducir hábitos saludables, como una mejor alimentación, ejercicio regular o prácticas de meditación.
Disfruta de septiembre, de la calidez de su frescor, de sus colores ocres, amarillos y rojos. De su aire limpio y sus aguas frescas. De sus silencios, su soledad e introspección. Pasa tiempo al aire libre, disfruta de este ciclo natural y eleva tu mente y tus pensamientos hacia nuevas perspectivas. Septiembre es un mes de renovación, un tiempo para revaluar, reajustar y revitalizar nuestra vida con nuevos objetivos y hábitos.
Joaquín Rández Ramos (Tudela – 1962). Escritor, conferenciante y divulgador. Autor del libro «Un viaje hacia el significado y propósito de tu vida». Le gusta pensar y reflexionar sobre nuestra realidad. Amante de la naturaleza y de los animales.