14 de mayo de 2025

LA MALA HIJA de Pedro Martí / Editorial: Destino / Género: Narrativa / 652 páginas / ISBN: 9788423367344 / 2025

La mala hija es un thriller, sí, pero también una reflexión serena, casi inevitable, sobre los laberintos afectivos que alimentan la buena literatura. La historia transcurre en Almansa, un pueblo manchego donde, bajo una engañosa calma, laten viejas y punzantes tensiones. Allí, en una noche fría, desaparece Belén Villalba, una joven brillante y muy querida por todos; su búsqueda pondrá a prueba a la policía, pero también a quienes aún arrastran heridas del pasado. El deber hace que Alma Ortega, capitán de la UCO, vuelva a su pueblo. El reencuentro con su hermana, que es quien dirige la investigación, abre un conflicto soterrado que recorre toda la novela. Con ellas, Pedro Martí perfila afectos truncados y viejos resentimientos que dan peso a la historia. Almansa, con sus calles heladas y sus viñedos retorcidos, es el fondo del relato y un espejo de las vidas rotas que lo atraviesan, y del silencio, que ahoga más que cualquier palabra. El estilo del autor manchego, sobrio y limpio, avanza sin adornos, cada frase medida, consciente de que en la contención está la fuerza. En esa austeridad se esconde una belleza discreta, una música que atrapa sin hacerse notar. Los personajes secundarios, como Irene, la hacker amiga de la desaparecida, o Diego, el periodista desencantado, no son un añadido: son piezas necesarias para entender un mundo marcado por el aislamiento y la desconfianza.

Lo que más destacaría de esta novela, sin dudarlo, es lo mucho que me ha entretenido, esa rara cualidad que algunos libros poseen de apoderarse de uno desde las primeras páginas y no permitirle soltarlos hasta el final. Ha sido una lectura absorbente, envolvente incluso, de esas que uno empieza casi sin darse cuenta y termina con la sensación, a un tiempo extraña y deliciosa, de no haber pasado más que unas pocas horas, aunque en realidad hayan sido días. Me lo he pasado realmente bien leyéndola, dejándome arrastrar por el ritmo ágil con que avanza la historia, por esa cadencia precisa que logra mantenerte en un estado de expectación constante, como si en cada capítulo hubiera siempre algo aguardando apenas fuera de tu alcance. Más allá de la trama, que está construida con firmeza y sin fisuras, lo que de verdad me ha sorprendido es la ligereza con que se deja leer: a pesar de que supera con holgura las seiscientas páginas, uno llega al final como quien despierta de un sueño breve, con la impresión de haber recorrido apenas una novela corta, de esas que se terminan en una tarde luminosa de verano. Es, en definitiva, uno de esos libros que se disfrutan de principio a fin, sin altibajos, sin momentos muertos, y que, al cerrarlo, no solo dejan una sensación de satisfacción, sino también esa nostalgia inmediata que a veces provoca el abandono de una buena historia.

Más allá del eficaz andamiaje de la intriga, lo que verdaderamente distingue a La mala hija es la manera en que transforma la trama policial en un espejo emocional. Cada personaje, cada decisión, cada secreto revelado o no, refleja la fragilidad humana y su lucha por sobrevivir a sus fantasmas.

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