Hoy nos visita en la Jungla el filósofo, terapeuta, formador y escritor Nacho Bañeras para hablar, entre otras cosas, sobre su última obra publicada, Spinoza y la no-dualidad. Del cuerpo a la Alegría:
«¿Es posible encontrar en el Occidente moderno autores que, sin adscripción religiosa, muestren un sendero hacia la Verdad, genuinamente liberador?
Siguiendo al gran filósofo Baruch Spinoza, Nacho Bañeras sostiene que la única libertad que tenemos disponible es tomar distancia de aquello que creemos ser, una entelequia a lo que nos aferramos por ignorancia, miedo y hábito.
Desvelado este constructo, podemos acceder a la experiencia de Unidad que nos caracteriza, cuya vibración es la Alegría (estar en el entusiasmo, en-theos). Para ello, Spinoza ofrece la vía corporal, el autoconocimiento, la lógica, la vida virtuosa y la contemplativa, todas ellas conectadas entre sí, como la propia Vida de la que son manifestación».
Pregunta: Nacho, en su nuevo libro, «Spinoza y la no-dualidad. Del cuerpo a la Alegría», explora la idea de la libertad a través de la perspectiva de Baruch Spinoza. ¿Puede ponernos un poco en situación, y darnos unas pinceladas de cual es esa perspectiva?
Respuesta: Como hijos de la Modernidad, creemos que la libertad consiste en actuar y en hacer aquello que queremos. El pensamiento de Spinoza pone encima de la mesa que esta libertad vale muy poco, puesto que aquello sobre lo que creemos decidir no son más que condicionamientos. Hago algunas preguntas para poner en jaque esta idea de libertad. ¿Cuando tenemos una idea, de dónde viene esa idea? Generalmente, decimos que hemos tenido una inspiración, pero, ¿hemos escogido esa idea? ¿Cuando deseamos algo o nos enamoramos, lo escogemos? Parece que decidimos en base a unos criterios propios, pero esos criterios, en muchas ocasiones, no son más que creencias que hemos interiorizado de nuestro entorno: familia, sociedad, etc.
La verdadera y única libertad que tenemos es tomar distancia de nosotros mismos. En muchas ocasiones podemos observar que, más que actuar con libertad, lo que estamos haciendo es reaccionar al entorno o reproducir pautas de comportamiento que nos cuestan mucho detectar (por lo identificados que estamos con ellos y porque las actuamos desde hace mucho tiempo).
Aunque puede parecer paradójico, la única libertad consiste en poner distancia respecto aquello que pienso y creo ser y, de una forma más profunda, de la idea que tengo de ser alguien, podríamos decir, también, de mi ego.
P.: ¿Que argumento utilizaría para persuadir a aquellos lectores que no le conocen, sobre la necesidad o importancia de sumergirse en «Spinoza y la no-dualidad”?
R.: Spinoza es un filósofo atípico. Habla de cómo acercarnos a la alegría, de hecho, dice que somos alegría. ¿Quién no quiere eso? Pero, aviso, hay un precio, jeje. El precio somos nosotros mismos. La idea que tenemos de nosotros.
Por otra lado, somos una sociedad que maltrata nuestra dimensión corporal que, generalmente, tratamos como una cosa. Esto pone de relieve, también, que, a menudo, nos tratamos muy mal. Creo que es importante volver a entender que formamos parte del Universo y que, solo por esto, ya merecemos respeto, cuidado y amor.
Invitaría a los lectores a preguntarse por su alegría; por su relación con su propio cuerpo y, por tanto, consigo mismos; también por los caminos hacia la serenidad que tienen en estos momentos, ya que creo que coger perspectiva y contactar con la serenidad es indispensable para una sociedad que es caracterizada a menudo como ansiosa. En fin, estos pueden ser tres motivos para acercarse al libro.
P.: En su obra, aboga por tomar distancia de lo que creemos ser, con el fin de alcanzar la verdadera libertad. ¿Cómo cree que esta idea puede resonar en la sociedad moderna y sus desafíos actuales?
R.: Una característica de nuestra sociedad que permite entender por qué estamos como estamos y pienso, principalmente, en la crisis de sentido individual, la crisis social y la crisis ecológica, es que nos hemos creído individuos separados de nuestro entorno, se nos ha educado para ganarnos la vida y consumir en nuestro tiempo libre. Muy resumidamente, vivimos una vida muy individualista. Una vía de transformación puede ser cuestionar justamente este egocentrismo en el que estamos inmersos y que tanto daño está haciendo a nuestra Tierra y nos está haciendo.
P.: Habla de la conexión entre autoconocimiento, vida virtuosa, lógica y contemplación, todos aspectos clave según Spinoza. ¿Cómo logra entrelazar estos elementos en su libro y hacerlos accesibles para lectores “no filósofos”?
R.: Parto de la base de que todo ser humano es un ser filosófico. Todos nos hacemos preguntas, vivimos situaciones de incertidumbre, decidimos en base a criterios, queremos ser felices, interpretamos el mundo, etc. ¿No nos interesa a todos saber quiénes somos, cómo vivir y cómo encontrar una vía de liberación al sufrimiento? Pues bien, Spinoza habla de ello y espero haber hecho un libro accesible para encontrar alguna respuesta a esas preguntas.
P.: «Spinoza y la no-dualidad» propone acceder a la experiencia de Unidad a través de la Alegría. ¿Puede compartir con nosotros algún ejemplo práctico de cómo esta filosofía puede aplicarse en la vida cotidiana para mejorar nuestro bienestar?
R.: Todos accedemos a experiencias de disolución del ego y unidad. Cuando estamos frente a un bello paisaje, cuando nos desdibujamos porque una serie nos tiene enganchados, en un orgasmo, etc. Hay muchas ocasiones que, quizás de una forma no buscada, sentimos que formamos parte de algo o, en negativo, dejamos de percibirnos como seres aislados. La meditación o la contemplación tienen por finalidad que esos momentos sean más abundantes.
P.: Usted es conocido por utilizar la filosofía contemplativa occidental como terapia y camino de crecimiento. ¿Cuál fue su camino hasta llegar ahí, y cómo cree que puede ayudar a las personas en la sociedad contemporánea la filosofía contemplativa?
R.: Creo que lo que enseño es fruto de mi propia experiencia y, en la medida que me ha funcionado, intento compartirlo. La filosofía que enseño no tiene como principal tarea ayudar a pensar, sino que busca cultivar determinada actitud, enseñar una forma de vivir. Esta creo que es la vía, también porque, como decía, se nos enseña a ganarnos la vida pero no a vivirla. Y, si me permite ser más concreto, más que enseñar, lo que hacemos, como en su momento podía hacer Sócrates, es acompañar a las personas a encontrar esa actitud dentro de sí mismas.
P.: Con su plataforma «Cura Sui, Cura Mundi», has impactado positivamente a muchas personas. ¿Puede compartir alguna experiencia particular de alguien a quien haya ayudado y que sea un ejemplo práctico y evidente de la eficacia de este enfoque filosófico-contemplativo?
R.: Afortunadamente, recibimos muchos comentarios de alumnos y exalumnos de agradecimiento. Quizás un proceso que recuerdo con cariño es el acompañamiento a un padre al que a su hijo habían diagnosticado autismo. En muchas ocasiones, no podemos hacer nada para cambiar una situación externa más que nuestra propia forma de estar colocados y no me parece poco.
P.: Usted es un escritor prolífico, ¿podría contarnos un poco sobre su rutina de escritura y cómo equilibra su labor como filósofo y escritor?
R.: En mi caso, escribir es poner por escrito lo que en muchas ocasiones comparto en clase o, mejor, lo que vamos descubriendo con las personas que acompaño. Escribir permite reposar esas ideas, y precisarlas, de ahí que sean dos tareas que se retroalimentan.
P.: ¿Puede adelantarnos algo sobre algún proyecto futuro en el que esté trabajando actualmente y que pueda compartir con sus lectores?
R.: Afortunadamente, van apareciendo siempre nuevos proyectos, pero lo que más nos gustaría es poder continuar divulgando que la filosofía es una forma de vida, que todo el mundo puede acceder a ella y que esta opción tiene un gran potencial transformador, individual y socialmente.
P.: Como autor y filósofo, ¿cómo se definiría a si mismo, tanto en su faceta de escritor como en su vida personal?
R.: Jeje diría que soy una persona del montón. Quizás lo que más me interesa no es tanto definirme como desdibujarme.
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