Hoy nos visita en la Jungla la escritora Graziella Moreno para hablar, entre otras cosas, sobre su último libro, Los animales de ciudad no lloran:
«Poder, amor y ambición en una trepidante trama legal
¿Quién es Nadia Linde? Una chica indefensa que denuncia a su amante, Enrique Rosado, dueño de un imperio hotelero, por haberla agredido y amenazado con un cuchillo. Olivia Marimón, su abogada, cree en ella y está dispuesta a demostrar ante el juez que dice la verdad. Víctor Bedia, el abogado de Enrique Rosado, se esforzará en probar la inocencia de su cliente. Olivia y Víctor, antiguos compañeros de facultad, descubrirán que el caso que ha vuelto a unirles es mucho más sórdido de lo que parece, y que los llevará a recorrer un camino del que no saldrán indemnes.
Una novela sobre el poder, el amor, la ambición y las debilidades humanas. Una trama legal inspirada en el día a día de los juzgados. Porque para algunos, la justicia, la de verdad, es personal».
Pregunta: En su última novela, «Los animales de ciudad no lloran», nos sumerge en un laberinto literario donde explora los confines de la naturaleza humana. Desde las sombras del poder hasta los susurros del amor y la voracidad de la ambición, ¿acaso son estos temas los hilos invisibles que tejen el tapiz de nuestra existencia?
Respuesta: En esta novela hablo sobre la justicia y la verdad, también sobre el amor, la traición, y la ambición. Los seres humanos seguimos siendo los mismos desde hace miles de años. Nos motivan las emociones, los instintos. Son los resortes que nos hacen reaccionar. Sin embargo, en el siglo XXI la tecnología ha sacudido muchas cosas, nuestra forma de relacionarnos, y ahí puede haber una revolución en un futuro próximo. Me fascina el ser humano, somos capaces de lo peor y de lo mejor, y esa es nuestra grandeza.
P.: Si tuviera que presentar un alegato convincente para persuadir a los lectores que aún no le conocen de que deberían leer «Los animales de ciudad no lloran», ¿cuál sería?
R.: Que van a leer una novela muy real, en la que todos podemos reflejarnos. Una historia absorbente, con giros que van a sorprenderles.
P.: Graziella, aunque pueda parecer evidente, me intriga saber cómo ha influido su experiencia como jueza en la creación de historias como las que nos encontramos en sus libros. ¿El tribunal le ha mostrado las complejas caras de la humanidad, o son las contradicciones de la justicia las que han formado sus historias, desafiando cómo vemos la verdad y la justicia en la vida?
R.: Trabajar todos los días con personas, y estar en contacto con la realidad, con los problemas sociales y las necesidades, te remueve y eso se refleja en tu escritura. Muchas de mis novelas responden a hechos vividos en mis años de profesión y son una forma de dar a conocer a los lectores cosas que el ciudadano medio no sabe ni que existen. Hay delitos, hay conductas tan graves, tan dolorosas, que escribir sobre ellas supone una denuncia, enfrentar al lector con ese espejo en el que a veces tememos mirarnos.
P.: En «Los animales de ciudad no lloran» se sumerge en el intrigante mundo del sistema judicial, un escenario que usted domina por razones obvias, como ya hemos dicho. ¿Qué elementos, procesos, etc., del sistema judicial encuentra más cautivadores o desafiantes para crear historias literarias que sean capaces de enganchar al lector?
R.: El sistema judicial resulta extraño para los que no lo conocen o trabajan en él. De adolescente, leí El proceso de Kafka, y me fascinó la angustia del protagonista que de un día para otro es el objeto de un procedimiento judicial. Es el desconcierto, el absurdo y la injusticia. Uno de los personajes de mi novela dice que la idea de la justicia es hermosa pero la realidad es otra. La ley es la misma para todos, pero es abstracta y hay que adaptarla al caso concreto. Ahí entran por tanto las interpretaciones y los mecanismos legales para usarla en beneficio de cada uno, como hacen los personajes de la novela.
P.: También en «Los animales de ciudad no lloran» explora la relación entre dos abogados con un pasado compartido. ¿Qué le interesa más de la dinámica entre los personajes, quizá su evolución emocional, sus conflictos internos, o cómo su historia pasada influye en sus decisiones presente
R.: La esencia de la novela es la relación entre Olivia y Víctor. Se conocen en la juventud y luego sus vidas se separan. Al reencontrarse surge la posibilidad de reanudar una relación, y exploro sobre ello. Planteo si el paso del tiempo hace posible volver a coger ese tren que se nos escapó hace mucho.
P.: A lo largo de su carrera literaria, ha incursionado en la novela negra y el thriller legal, géneros que reflejan como nadie los aspectos más oscuros del ser humano y sus dilemas morales. ¿Cómo ve la salud y popularidad de estos géneros en España?
R.: La novela negra que se escribe hoy en día es una novela social. Indaga en las causas y las consecuencias de la sociedad en la que vivimos; es a su vez, denuncia, y huye de moralejas. Existe mucho interés por este tipo de obras en la medida que reflejan realidades que no todos conocemos y a la vez, nos ponen frente a la peor cara del ser humano. Sin embargo, con la etiqueta de “negra” hay muchas variantes que no lo son, y que inundan el mercado produciendo una sensación de saturación. A pesar de ello, creo que goza de muy buena salud.
P.: Numerosos autores han admitido que recibir un premio literario ha fortalecido su confianza en su trabajo. En 2020, por ejemplo, usted recibió el Premio Literario del Mediterráneo por «El salto de la araña». ¿Cómo afectó este reconocimiento a su enfoque hacia la escritura y a su carrera como autora?
R.: Significó mucho como autora. Conseguir un premio otorga mayor visibilidad y permite que tu obra llegue más lejos. A su vez, es un reconocimiento muy importante que te reconcilia con la soledad que supone escribir y las dudas que existen siempre sobre la calidad de la novela.
P.: ¿Cómo es su rutina a la hora de escribir? ¿Tiene algún ritual o método particular que le ayude a mantener la disciplina creativa?
R.: Dispongo de poco tiempo, pero aún así, intento escribir algo cada día. Una página es perfecto, pero no siempre es así. Si no es posible, tomo notas, corrijo, e intento aprovechar todos mis ratos libres.
P.: ¿Hay algún libro en particular que le hubiera gustado escribir a usted? Si es así, ¿qué aspectos de ese libro le atraen tanto?
R.: Es una pregunta difícil. Son tantos que no podría decir uno en concreto. Me gustan los libros escritos con aparente sencillez, en los que se dicen muchísimas cosas en tan solo una frase. Libros que te hacen reflexionar y te acompañan, con los que aprendes y mejoras tu escritura.
P.: ¿Tiene algún autor o autores de cabecera a los que habitualmente regrese una y otra vez?
R.: La verdad es que muchos. Citaría a Paul Auster como uno de los más importantes para mí.
P.: ¿Podría adelantarnos algún proyecto en el que esté trabajando actualmente y del que pueda compartirnos algunos detalles?
R.: Estoy trabajando en una novela negra y a la par, encaro un proyecto que no tiene nada que ver con el género. Se trata de narrativa, sin más.
P.: Para finalizar, nos gustaría conocer más sobre usted como escritora y como persona. ¿Cómo se describiría en ambos roles y qué le motiva a seguir escribiendo?
R.: De niña leía todo lo que caía en mis manos y fue cuestión de tiempo que escribiese las historias que tenía en mi cabeza. Mi intención era dedicarme solo a escribir, pero la vida a veces te lleva por otros caminos. Escribir es una forma de expresarme, de ser yo, de compartir, y de comunicarme con el lector. No podría dejar de hacerlo aunque quisiera.
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