4 de octubre de 2024

Ilustración de Maxi Sabela Tornés

¿Qué es lo que mueve a una persona a escribir poesía? Decía la filósofa y ensayista española María Zambrano que la poesía era un mal menor que el hombre traía consigo en el alma al nacer. Una razón poética que deseaba confesar lo sagrado de las entrañas del ser humano. Yo estoy de acuerdo con ella, en esencia toda persona es un poeta guardián de una secreta revelación acerca de los sentimientos que le dan vida. Quizás resulte extraño ver esta imagen del errante poeta en la cotidianeidad de nuestros seres queridos, de las personas que nos rodean y hacen de nuestro mundo el único existente.

Hoy rescato el primer poema que conservo de todos los que he escrito en mi vida. No es el primero que escribí, hay muchos otros que perdí por el camino, pero sí es el que me trae recuerdos más vívidos de lo que sentí al terminarlo, y sobre todo al leérselo a un selecto y peculiar público, compuesto por mi madre y dos de mis hermanos pequeños. Fue muy raro, porque entre que mi madre lloraba y los bribones de mis hermanos se reían, yo me sentí inmensamente inflado de dicha, descubrí que era capaz de despertar sentimientos con mis escritos, sean cuales fueran esos sentimientos.
Lo compuse con doce años, y lo reproduzco aquí tal y como lo creé. No tengo ni idea de la génesis, o a quién iba dirigido el poema, pero eso tampoco importa demasiado. Es mi primer documento escrito de mi paso por la poesía, y me gustaría compartirlo con todos vosotros. 

¿Por qué?

…Porque te quiero, y
nunca podrías irte de mí.
Me acuerdo del atardecer de mayo,
recuerdo tu sonrisa en la ventana,
viajo en el mundo del sueño,
juego con las risas de los niños…

…Porque me matas si me
miras con ironía y falsedad.
Me acuerdo del carnaval de juegos,
recuerdo tus labios junto a los míos,
no olvido tu corazón sobre mi pecho,
me muero por un beso tuyo.

… Porque te amo, y
eres, por encantadora brujería,
mi propia vida.

Tú estás siempre en mis ilusiones,
tú pereces conmigo en mis fantasías,
tú me das vida con tu aliento.
Tú lo eres todo…


Escrito en Chipiona en el verano de 1986

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