
LA SOMBRA DEL NAGUAL de Víctor Morata / Editorial: Malas Artes / Colección: Transmutación / Género: Narrativa, Terror, Fantasía / 320 páginas / ISBN: 9788419579744 / 2024
Víctor Morata es un autor que nunca decepciona. Su literatura es como un pasillo oscuro, donde cada paso es incierto, pero irresistible. Una vez que te adentras, no puedes detenerte, aunque una parte de ti quiera retroceder y huir. En La sombra del nagual, su última novela publicada por Mala Artes, Morata nos invita a un juego de matrioshkas, donde lo cotidiano se transforma lentamente en lo sobrenatural, y lo sobrenatural se disfraza de lo cotidiano. Tal vez un eco distante de ese terror primigenio que Stephen King, Neil Gaiman o Clive Barker supieron capturar en sus obras más icónicas. El escritor murciano, declarado seguidor de estos gigantes de la literatura mundial, posee una voz única y sabe como nadie describir los rincones más oscuros del alma humana.
Ya desde la nota del autor que abre el libro, Morata nos revela algo crucial: «Si alguien me preguntara cómo surgió La sombra del nagual, le diría sin dudar que nació de mi pasión por los espacios en decadencia», escribe. Estas palabras me invitan a reflexionar, porque en esa confesión está el alma de la novela. La sombra del nagual es una obra construida sobre ruinas. No solo ruinas físicas, como las que palpamos en el Seattle reimaginado que nos presenta, sino también ruinas emocionales: los espacios rotos de la psique humana. Stephen King nos hace temer lo que se oculta bajo la superficie de lo cotidiano, pero Morata se sumerge directamente en esa superficie herida, en los rincones olvidados, en esos lugares donde lo que es y lo que fue conviven en un incómodo abrazo. El Seattle, y otros escenarios de La sombra del nagual, no son simples decorados intrigantes o siniestros: son personajes vivos, laberintos de sombras y cicatrices. Espacios que se resquebrajan bajo el peso de sus secretos, al igual que quienes los habitan.
El libro comienza con el asesinato de Ismail, un joven problemático y rebelde. Su tía Lilianne, quien lo adora, queda devastada al encontrar su cuerpo en el baño de mujeres del club subterráneo que ella misma administra en el corazón de Seattle. Al principio, nadie parece haber visto a nadie entrar o salir del lugar, y pronto empiezan a circular rumores de que el portal que conecta ambos mundos —al que acuden muchos de sus clientes— podría haberse reactivado. Aunque la trama incluye muchos personajes más, el verdadero protagonista de la historia, para mí, es Neil, un aspirante a editor que desconoce por completo la conexión entre los naguales y los humanos. Sin saberlo, es arrastrado a un oscuro mundo de sombras cambiantes que parecen imitarlo. Mientras investiga el asesinato de Ismail, se ve envuelto en una trama cada vez más compleja. Lo que Neil busca es lo mismo que persiguen todos los personajes creados por Morata en sus obras: una verdad más profunda, oculta en las sombras de nuestra propia identidad. Y es en las profundidades de ese submundo que Neil explora donde los naguales —esos seres cambiantes de la mitología mesoamericana— descubren su verdadero poder.
La forma en que Morata introduce a los naguales en su trama es brillante. Si nos atenemos a lo que nos dice la RAE, podríamos pensar que ya conocemos a estas criaturas, definidas como brujos o espíritus protectores según la tradición. Sin embargo, en manos del autor, estos seres adquieren una corporeidad inquietante. No son simplemente figuras del folclore: son sombras que se deslizan entre nosotros. La frontera entre lo humano y lo animal, lo físico y lo espiritual, se diluye. Y esa es, quizás, una de las mayores fortalezas de la obra: la capacidad del autor para hacer que lo sobrenatural se sienta real, logrando que el nagual no solo sea una criatura fantástica, sino que su existencia tenga un impacto tanto metafórico como visceral. El uso que hace Morata de esta mitología me recuerda, en muchos aspectos, a la habilidad de Neil Gaiman para rescatar leyendas y hacerlas suyas. Sin embargo, Víctor no se limita a plasmar o moldear la tradición. Nos lleva a los orígenes de estos seres, transportándonos a las primeras tribus indígenas de Estados Unidos, y en ese viaje nos obliga a confrontar el pasado, a comprender que los monstruos de ayer no están tan lejos de nosotros como pensamos. El autor logra lo que pocos en el género alcanzan, dotar de una profundidad histórica y emocional a un relato que, en manos menos hábiles, podría haberse quedado en una simple narración de terror.
El estilo literario de Víctor Morata es contenido pero preciso, con una prosa que sabe exactamente cuándo mostrarnos algo y cuándo sugerirlo. Hay una sustancia profundamente cinematográfica en su ritmo narrativo, como si nos guiara escena por escena, pero dejando siempre un misterio por descubrir. La tensión es constante, nunca gratuita. No se trata de un desfile de sustos ni de efectos sorpresivos, sino de un crescendo, una construcción paciente de un misterio que, en el fondo, nos hace cuestionar si realmente queremos conocer la verdad.
Lo más fascinante de La sombra del nagual no es solo el misterio que envuelve a los naguales o sus secretos. Es la manera en que Morata juega con nuestras emociones y percepciones. El miedo que explora no se limita a lo que acecha en las sombras exteriores, sino a lo que habita dentro de nosotros mismos. Su habilidad para entrelazar lo sobrenatural con lo profundamente humano, lo histórico con lo contemporáneo, va más allá de ofrecer una lectura entretenida. Es un descenso que nos transforma, dejándonos con la inquietante sensación de haber mirado al abismo… y de que, tal vez, el abismo nos ha devuelto la mirada.

Jose Antonio Castro Cebrián (Chipiona – 1974) Escritor y autor de las novelas “La Última Confesión” y “El Cementerio de la Alegría”, así como de los poemarios “Algazara” o “Anomia”, entre otras obras.
Dirige la Jungla.