7 de octubre de 2024

Hoy nos visita en la Jungla el psicólogo y escritor Jesús Matos para hablar, entre otras cosas, sobre su libro, La especie al borde del abismo:

«El cambio de rumbo a tiempo para evitar el desastre

Nos encontramos en un momento crítico en la historia de la humanidad. Cuando echamos un vistazo a la sociedad del siglo xxi, donde la infelicidad y la desmotivación han colonizado cada aspecto vital, podría parecer que estuviera subida a un autobús que se dirige directo hacia un precipicio. Y es que nos enfrentamos a desafíos que podrían suponer el fin de nuestra especie y del planeta.

Tras la crisis de la pandemia, el psicólogo Jesús Matos comenzó a cuestionarse las causas que han llevado a un aumento de la insatisfacción con la vida y a que hoy se documente el mayor número de casos de problemas de salud mental de la historia.

Con un estilo ameno y estimulante, este libro nos descubre los mecanismos mentales que con demasiada frecuencia provocan que releguemos el bienestar emocional a la parte baja de nuestra lista de prioridades, y explica cómo esa misma inteligencia que nos ha venido garantizando la supervivencia puede volverse en nuestra contra cuando vivimos en desconexión con la naturaleza e hiperconectados a un mundo virtual.

La especie al borde del abismo nos anima a embarcarnos en un apasionante viaje multidisciplinar y a ponernos al volante de ese autobús abocado a la catástrofe para redirigir su trayectoria, conociendo mejor quiénes somos para así descubrir quiénes queremos ser y qué futuro queremos construir».

Pregunta: ¿Cómo surgió o de dónde surgió la idea original para “La especie al borde del abismo”?

Respuesta: Lo cierto es que viéndolo con perspectiva es un libro que se lleva fraguando bastantes años en mi cabeza. Llevo muchos años dedicado a la psicología sanitaria, atendiendo a miles de pacientes y esto poco a poco te hace ver la vida con una perspectiva distinta.  Con la pandemia los casos de salud mental se dispararon, fue un catalizador tremendo para un problema que llevaba años gestándose. Los psicólogos nos hemos visto desbordados estos años, pero la respuesta que podíamos dar ante las problemáticas que traía la gente eran en muchos casos insuficientes. Ahí uno empieza a investigar y se da cuenta de que el abordaje que se hace de la salud mental es quizás demasiado individualista y no se da el peso que realmente tienen a variables más macrosociales como por ejemplo la desigualdad. Empecé a tirar del hilo y acabé yéndome a bucear en la paleontología. Me daba mucho miedo quedarme corto a la hora de tratar de vislumbrar las causas. En ese proceso aparecieron muchas lagunas de conocimiento que traté de ir rellenando y he acabado aprendiendo sobre muchas disciplinas de las que sabía muy poco, como la genética o la antropología. 

P.: ¿Cómo describiría la relevancia y el impacto de “La especie al borde del abismo” para persuadir a aquellos que no están familiarizados con su trabajo sobre la importancia de leerlo?

R.: Los temas que trata nos afectan a absolutamente todos los habitantes de este planeta. No solamente los seres humanos, que por supuesto tenemos más responsabilidad porque podemos comprender dichos retos y por tanto tratar de darles solución, también incumbe a todos los seres vivos. A pesar del título creo que es un libro optimista, pero los retos que se nos vienen encima son tremendos. Tenemos sociedades polarizadas, vivimos la sexta extinción masiva del planeta, esta vez como consecuencia de nuestra acción, empezamos a tener la capacidad de alterar las secuencias genéticas, podemos destruir el mundo con armas nucleares, tenemos un serio problema con los liderazgos de ciertas personas etc… Son cuestiones globales que nos afectan a todos pero de las que se habla muy poco. El problema de ello es que si no somos conscientes de los retos que enfrentamos serán otros los que decidan qué camino tomar. Y visto lo visto, yo prefiero que la decisión sea lo más consensuada posible. Me parece lo más justo. 

P.: En su obra explora la relación entre el tamaño del cerebro y la capacidad cognitiva de las especies. ¿Podría profundizar en cómo este factor influye en nuestra comprensión actual de la conciencia humana?

R.: Hay cierta relación entre el tamaño del cerebro y la capacidad cognitiva de las especies. Pero es mucho más importante el tamaño de este órgano respecto al cuerpo y aún lo es más el desarrollo del cortex cerebral. El desarrollo del cerebro humano es fruto de muchas adaptaciones previas. Hace millones de años, nuestros ancestros vivían en las selvas. Éramos arborícolas. Utilizábamos nuestras manos para ir de rama en rama. Debido a un cambio climático las selvas retrocedieron y dieron paso a la sabana africana, de ahí vino el bipedismo. Estar en dos patas nos hacía ver a los depredadores desde lejos. En un momento dado, con nuestras manos liberadas y nuestros pulgares prensiles pudimos romper la primera piedra y comenzamos a fabricar herramientas. Aquí está el punto de inflexión, desde el homo habilis, conseguimos lo que se denomina el dominio del nicho ecológico. Es decir, nos independizamos del medio. Los depredadores ya no nos mataban tanto como antes y dejaron de ser una presión evolutiva. La competición a partir de ese momento se centra en nuestros iguales. Ahí comienza el crecimiento exponencial del cerebro humano, como consecuencia de la complejización de las sociedades. Eso a su vez nos permite comenzar a desarrollar el lenguaje, lo que a su vez nos permitió fabricar herramientas cada vez más complejas e ir acumulando el conocimiento, lo que a su vez complejiza aún más las sociedades.

P.: El condicionamiento clásico y otros principios psicológicos juegan un papel importante en su libro. ¿Cómo cree que estos conceptos pueden aplicarse a nuestra comprensión de la sociedad y nuestra salud mental en la actualidad?

R.: Normalmente cuando explico el condicionamiento clásico u operante a una persona lo suelo hacer poniendo ejemplos de nuestras mascotas. Para explicar muy brevemente, nuestro perro se pone contento cuando agarramos la correa, asocia que viene un paseo, esto es condicionamiento clásico. También nos da la patita a cambio de que le demos un premio, esto es condicionamiento operante. Generalmente la gente cree que es muy distinta a los perros, pero todos nos levantamos a las 7 de la mañana a cambio de un refuerzo universal, que es el dinero, nos ponemos contentos cuando viene el viernes y todos consultamos nuestros dispositivos móviles en búsqueda de notificaciones. El problema es que este tipo de procesos actúan a nivel subcortical, lo que hace que en muchas ocasiones sean inconscientes. Lo que ocurre es que nos justificamos, contándonos una historia después, como que vamos a trabajar porque nos encanta. Pero seamos realistas, supuestamente a los futbolistas les encanta su trabajo ¿Cuántos siguen entrenando a diario cuando se retiran?

P.: En su libro hace un interesante análisis sobre la competición, tanto a nivel interno como entre especies, por los recursos, ¿cómo podemos encontrar un equilibrio sostenible entre nuestras necesidades individuales y la preservación de nuestro entorno natural? ¿Hay alguna fórmula mágica?

R.: Ojalá la hubiese, y si la hay la desconozco. El ser humano desde el principio tiene una capacidad de adaptación increíble. Los primeros homínidos vivíamos en pequeñas comunidades que vivían en equilibrio con la naturaleza. Pero ya desde el principio supusimos un impacto tremendo en los ecosistemas. La hipótesis más probable dice que nos asentamos no porque alguien descubriese cómo plantar trigo, esto seguramente ya lo sabíamos hacer, parece que fue porque extinguimos a toda la megafauna, mamíferos gigantes como el mamut, y necesitamos fuentes de alimento alternativas. Lo que pasa es que al asentarnos pudimos empezar a acumular estos recursos, y con ello comenzaron las civilizaciones más complejas como las conocemos hoy. Seguramente la clave está en que el progreso tecnológico esté más avanzado de las consecuencias negativas de este. Pero es una ecuación muy frágil y tenemos que tener mucho cuidado. Cuando empezamos a quemar carbón no teníamos ni idea de las consecuencias que esto podía tener, pero ahora tenemos un desarrollo científico increíble que se acelera exponencialmente. Tenemos que tener muy claro en qué direcciones queremos avanzar y creo que el bienestar del planeta y de las generaciones futuras deberían entrar en la ecuación. Pero sólo es una opinión.

P.: Su trabajo como psicólogo y escritor aborda temas críticos para la salud mental y el bienestar humano. ¿Cuáles son sus expectativas o deseos respecto al impacto que su libro pueda tener en la conciencia pública y en las políticas futuras relacionadas con estos temas?

R.: Intento no tener demasiadas expectativas porque vivo mucho más feliz. Como deseo me gustaría que el libro lo leyese mucha gente y que de verdad se empezasen a cuestionar este tipo de cosas porque creo que es vital que lo hagamos. Por supuesto no soy la única persona hablando de esto… Muchas de las ideas que se defienden en el libro están tomando cada vez más cuerpo. De hecho, desde que lo terminé hasta ahora que se publica han pasado unos 7 meses y creo que la conciencia sobre determinados temas ha subido bastante. Mi deseo es que el libro aporte un granito de arena para poder hacer un mundo mejor y más justo para todos. 

P.: Su experiencia como conferencista TEDx y ponente en diferentes países es impresionante. Sabemos que toda experiencia es válida para nutrir a la creatividad del escritor, pero en su caso ¿cómo ha influido e influye esta exposición internacional en su perspectiva sobre los temas que aborda en su escritura?

R.: La verdad es que he tenido la oportunidad de viajar a varios países a hacer conferencias y es algo muy gratificante. Creo que más que mérito mío es que la salud mental es un tema que está muy de moda. A nivel creativo, el estar en contacto con otras culturas me ha permitido ver al ser humano desde más prismas para darme cuenta de que en realidad somos mucho más parecidos de lo que creemos. Cada uno nace donde le toca y con una carga genética en particular, pero las variables que nos hacen humanos están ahí siempre y casi todos queremos lo mismo. 

P.: ¿Nos puede dar algún consejo para protegernos contra las tácticas de manipulación utilizadas en la publicidad y el marketing en la era digital?

R.: El problema de los sesgos cognitivos es que están muy asentados en nuestra arquitectura mental. Son puntos ciegos a los que tenemos poco acceso consciente. Quizás el único antídoto es saber que somos tremendamente manipulables. Creo que la solución, como casi todas, tiene que venir desde las políticas públicas y no de la responsabilidad individual. Es como si le diesemos a alguien consejos para no engancharse al tabaco. Si uno fuma, al final va a acabar teniendo cierta dependencia. Si además nuestra genética es especialmente vulnerable será muy difícil que consigamos dejar la adicción. Es un poco similar, las estrategias de manipulación han estado ahí siempre. Aristóteles ya hablaba de las partes que tenía que tener un discurso para que fuese creíble y la historia no ha cambiado demasiado. Lo que ocurre es que ahora entran en juego los algoritmos que potencian mucho más el efecto de influencia, por lo que, desde mi punto de vista, estamos bastante vendidos en este aspecto. 

P.: Usted es el director del gabinete de psicología «En Equilibrio Mental», ¿podría señalar los aspectos particulares del trabajo realizado allí que llevaron a su reconocimiento como el principal recurso de apoyo emocional y psicología clínica en España en 2022 por parte de la Global Health Promotion?

R.: La verdad es que todavía no se muy bien por qué nos dieron el galardón. Simplemente nos llegó una nominación con un cuestionario para que contáramos lo que hacíamos y un par de meses después nos dieron el premio. A lo mejor fuimos los únicos que lo rellenamos. Pero sí que es cierto que en el gabinete nos esforzamos mucho por abordar los problemas emocionales, principalmente los trastornos de ansiedad y depresión, desde una perspectiva basada en la evidencia científica. Todos los integrantes son personas con una formación increíble y extremadamente escrupulosos a la hora de aplicar el conocimiento científico vigente a la práctica clínica. Y la verdad es que eso nos hace tener resultados tremendamente buenos. También señalar el buen ambiente que hay dentro de la consulta, nos reunimos prácticamente todas las semanas para ayudarnos con casos difíciles y formarnos unos a otros. Se trata de un trabajo cooperativo que es muy gratificante. 

P.: ¿A qué desafíos tiene que hacerle frente un pensador a la hora de investigar y escribir sobre temas tan vastos y complejos como la evolución humana y la conciencia? ¿Podría describir su proceso habitual al escribir?

R.: La verdad es que creo que lo de pensador me queda muy grande. Pero os cuento un poco como fue el proceso. El principal reto ha sido adentrarme en otras disciplinas científicas en las que no soy experto. Sí que es cierto que me encanta la biología y la neurociencia. En mis ratos libres siempre he leído sobre temas científicos, pero de ahí a ponerme a buscar artículos científicos sobre estos temas hay un salto bastante grande. Cada vez que leía algo nuevo, se me ocurrían nuevas ideas, mis esquemas mentales cambiaban, surgían nuevos vacíos de conocimiento y la necesidad de rellenarlos, y así sucesivamente. Por supuesto luego está el reto de ordenar toda esa información y hacer un texto atractivo para el lector, que ha sido un auténtico quebradero de cabeza. Pero también ha sido muy divertido. Sinceramente si me preguntas hace un año si creía que hubiese sido capaz de escribir este libro te hubiese dicho que no. Pero ahí está, estoy super orgulloso del resultado 

P.: ¿Existe algún libro que le hubiera gustado escribir, y cuál sería la razón detrás de esa elección?

R.: El miedo a la libertad de Erich Fromm. Me parece un libro tremendo. Lo elijo porque lo leí con 20 años y me dio la vuelta a la cabeza. A la gente le gustaría ser Messi, a mi me gustaría haber sido Erich Fromm.

P.: ¿Cuenta con autores que considere como principales influencias o referentes en su trabajo?

R.: Robert Sapolski es uno de mis referentes de siempre. Títulos como “Por qué las cebras no tienen úlceras” que aborda toda la fisiología del estrés, “Compórtate” que aborda todo el comportamiento humano desde todos los ángulos o su más reciente “Decidido”. Me encanta su tono al escribir y la rigurosidad científica de sus publicaciones. También Juan Luis Arsuaga, que combina una carrera como investigador impresionante, ha sido portada de Science de un número especial y además tiene la capacidad de trasladar su conocimiento al gran público, eso no lo hace cualquiera…

P.: ¿Podría compartirnos algún detalle sobre un proyecto en el que esté actualmente involucrado?

R.: Casi siempre estoy metido en muchas cosas. Mi proyecto principal es la clínica, En Equilibrio Mental, pero soy culo de mal asiento. He de confesar que ya estoy metido en investigación para la segunda parte de “La especie al borde del abismo” y estoy encantado. 

P.: Para concluir, nos gustaría conocerle un poco más,  tanto como escritor como persona. ¿Cómo se definiría en ambos roles?

R.: Como escritor tengo mucho miedo de pecar de no riguroso. Intento siempre fundamentar con estudios lo que digo, y seguro que a veces meto la pata, pero trato de poner ahí el foco. Desde pequeño tengo facilidad para explicar las cosas, para poner metáforas que entienda todo el mundo. En el colegio muchas veces mis compañeros me pedían que les explicase algo. Esto unido a que me dedico a hablar con personas de toda índole casi todo el tiempo y cada día traslado el conocimiento científico que tengo sobre psicología clínica a mis pacientes, me hace ser espabilado a la hora de saber si un texto que escribo es compresible o no. A nivel personal creo que estoy lejos de ser una “rata de biblioteca” como se puede intuir en las respuestas de esta entrevista. Me gusta mucho compartir tiempo con mis amigos, mi pareja y mi familia. Creo que soy un tío divertido. Me obsesiona buscar el bien común y en términos generales creo que soy buena gente, aunque eso lo deberían decir los demás. 

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