13 de septiembre de 2024

Hoy nos visita en la Jungla el escritor Carlos de Miguel para hablar, entre otras cosas, sobre su última novela, El ocaso de Roma:

«Finales del siglo III d.C.: Flavio Constancio, joven y prometedor soldado, antes de partir en campaña hacia Palmira, deja a Helena, su joven esposa embarazada, camino de la ciudad de Naissus con la única compañía de una joven esclava. Las dos mujeres deberán sobrevivir sin ayuda y con muy pocos medios, con la incertidumbre de si Constancio volverá a buscarlas. En profunda soledad y al borde de la pobreza, Helena dará a luz a un niño, Constantino, que estará llamado a ser el último gran emperador de Roma.

Perdida la pista de su esposa e hijo, Flavio Constancio se dedica enteramente a su carrera militar y política, estableciendo poderosos lazos con el emperador Caro y su familia, lo que le permite obtener el gobierno de la provincia de Dalmacia y hacer vida en Salona, en donde conocerá a Valerio Diocles, influyente oficial y futuro emperador. Entre la ambición y la culpa, ignorante de futuros reencuentros, discurre la vida del gobernador mientras Helena y el joven Constantino luchan por sobrevivir frente a la adversidad».

Pregunta: En «El ocaso de Roma», usted retrata el final del Imperio Romano a través de la vida de Flavio Constancio y su familia. ¿Por qué este período histórico y estos personajes en particular?
Respuesta: Bueno en esta novela retrato los acontecimientos que rodearon al Imperio Romano en un periodo muy difícil de su historia, no es el final realmente, aunque sí un momento de cambios políticos, sociales, religiosos…que darán lugar al llamado Bajo Imperio, y que abarca sus últimos siglos antes del advenimiento de la Edad Media.
He elegido a Flavio Constancio y, en general, este periodo de la historia porque mucha gente no lo conoce en profundidad. Todo el mundo tiene en mente la Roma clásica, esplendorosa, de los héroes de la República (Pompeyo, Julio César…) o de los primeros emperadores (Augusto, Vespasiano, Trajano) pero casi nadie presta atención a estos gobernantes de los siglos III y IV. Así que, quise hacer una labor de reivindicación tanto del periodo como de algunos de sus personajes más interesantes, como son Flavio Constancio, Helena (santa Helena) y por supuesto el hijo ambos: el gran Constantino.

P.: ¿Qué le diría a aquellos que aún no han leído su obra para convencerles de que «El ocaso de Roma» debería ser su próxima lectura?
R.: Les diría que El ocaso de Roma no es una novela histórica al uso. La mayoría están plagadas de batallas, de grandes personajes y de acontecimientos históricos trascendentales. El ocaso de Roma, en cambio, es una novela coral, en donde tiene cabida, también, personajes ficticios pertenecientes a diferentes y variopintos grupos sociales: esclavos, prostitutas, soldados, obispos, madres de familia, ladrones… formando así un mosaico que retrata la vida cotidiana de las gentes que habitaron este momento convulso e incierto de la historia de Roma. Además, aquí la prosa no es monótona ni pomposa (pecado este muy común en las novelas históricas españolas al uso, que parecen traducidas del inglés) sino que utilizo un estilo literario muy cuidado, lírico hasta cierto punto, con diálogos sólidos y con personajes profundos.

P.: ¿De qué fuentes históricas bebió para escribir «El ocaso de Roma»?
R.: Las fuentes históricas que he utilizado para escribir la novela son las que existen para el periodo: autores clásicos como Dion Casio, Lactancio, Aurelio Victor, y Zósimo entre otros. Son cronistas e historiadores clásicos a los que conozco muy bien ya que he utilizado sus textos para redactar mi podcast. Respecto a autores e historiadores contemporáneos he echado mano de las biografías de Constantino escritas por Timothy Barnes, David Potter, Matson Odahl y Santiago Castellanos; la biografía del emperador Aureliano de Alaric Watson; y algunas monografías del periodo como la de Adrian Goldsworthy, o Pat Southern.

P.: ¿Qué importancia tiene para usted la exactitud histórica en la ficción? ¿Cuándo es necesario tomar licencias creativas, y cómo maneja ese equilibrio?
R.: Buena pregunta. Encontrar el equilibrio es sumamente difícil. Desde mi punto de vista, el rigor histórico debe de estar presente en una buena novela de estas características pero tampoco hay que obsesionarse con él. Una novela, al fin y al cabo, supone contar una historia de la mejor manera posible para agradar, deleitar o sorprender al lector, y si para lograr esto, hay que torcer los datos, mover una fecha o cambiar algún personaje histórico para que todo cuadre, pues se cambia y punto. Lo importante es el resultado final, y si el lector, al terminar la lectura, se queda con ganas de conocer más sobre el momento que trata la novela, siempre puede recurrir al ensayo o al libro especializado, el cual sí que debe de ser absolutamente riguroso.

P.: Flavio Constancio es un personaje que enfrenta grandes adversidades. ¿Qué aspectos de su personalidad y experiencias quiso resaltar en su novela?
R.: De este personaje resaltaría su gran determinación a la hora de enfrentarse a los problemas que salen en su camino, pero también su ambición y su falta de escrúpulos en muchos momentos. Desde luego no es el típico “bueno” que podemos ver en cualquier novela, sino un personaje muy humano y complejo que tuvo que elegir entre ser un hombre feliz sin más pretensiones, al lado de su familia, o un hombre poderoso, aunque para ello tuviera que pagar un precio.

P.: Siendo un experto en la antigüedad tardía, ¿qué aspectos de la vida cotidiana del siglo III d.C. se esforzó más en representar de manera auténtica en su novela?
R.: Fundamentalmente la incertidumbre, el no saber qué va a ocurrir al día siguiente. Era una época difícil en donde una invasión, una epidemia o una decisión política concreta podía cambiar tu vida de la noche a la mañana. De ahí que los personajes vivan en un desasosiego continuo, que muchas veces les lleva a abrazar cultos como el cristianismo y otras veces les lleva por caminos insospechados.
La extensa geografía del imperio y cómo repercute en sus habitantes es otro de los aspecto que he intentado representar. En un mundo sin móviles ni comunicación en tiempo real, las despedidas lo eran de verdad, y las noticias podían tardar meses o años en llegar de un lugar a otro. En este mundo incierto se desenvuelven mis personajes.

P.: ¿Qué impacto espera que «El ocaso de Roma» tenga en sus estudiantes y en aquellos interesados en la historia antigua? ¿Cómo cree que su novela puede servir como herramienta educativa?
R.: Desde luego no pretendo que mi novela sirva para enseñar historia a nadie, ni siquiera a mis alumnos. Como mucho puede ayudarles a comprender la incertidumbre en la que vivían las personas hace 1700 años, y cómo podía ser su vida diaria. Pero, si quieren conocer la historia, no deben acudir a ninguna novela o película, deber acudir a los libros de historia, al ensayo concienzudo llevado a cabo por los historiadores. Sí que podría servir como herramienta educativa desde el punto de vista literario. Para aprender a escribir, a hablar, a redactar y a expresarte sí que debes acudir a la novela.

P.: ¿Cómo ha sido la transición o evolución de dirigir un podcast histórico exitoso a escribir su primera novela? ¿Qué similitudes y diferencias ha encontrado entre ambos formatos?
R.: El cambio no me ha resultado difícil sino más bien gratificante. En el podcast estoy atado al rigor histórico y esto me permite pocas licencias (lo cual no quiere decir que no sea disfrutable hacerlo), sin embargo con la novela soy libre: puedo hablar de lo que quiera y, con mi imaginación, puedo llenar esos huecos a donde la historia y las fuentes no llegan.
Similitudes hay muchas, porque trato el mismo periodo, pero las diferencias, ya digo, radican en la libertad que poseo de hablar de lo que me parece. Es la diferencia que existe entre una ciencia (social), como es la historia, y el arte que es la literatura.

P.: ¿Tiene alguna manía o rutina diaria a la hora de escribir?
R.: Nada especial. Escribo con música, eso sí. Tengo unos auriculares con cancelación de ruido que me aíslan totalmente del entorno. Y una vez que estoy concentrado y relajado, con música atmosférica, sombría, oscura… pues a trabajar.

P.: Si tuviera la oportunidad de haber escrito cualquier libro de la historia de la literatura, ¿cuál sería y por qué?
R.: Nunca me he planteado esas cosas. Supongo que cualquier obra de algún autor de novela histórica del siglo XX. Algo de Mika Waltari, Amin Maalouf o Robert Graves quizá.

P.: ¿Tiene autores de cabecera a los que constantemente regresa, aunque solo sea para “visitarles” de vez en cuando?
R.: Aunque leo mucha novela histórica, mis autores de cabecera son novelistas ajenos a este género y que se corresponden con mis autores castellanos favoritos del siglo XX. Pienso que si escribes en castellano, debes leer a autores que hayan llevado a esta lengua a una categoría superior y la hayan dignificado. Aunque escribas novela histórica, no puedes escribir bien en tu lengua leyendo solo Ken Follet y a otros autores anglosajones. Tienes a tus compatriotas. Así, yo tengo autores de cabecera a los que vuelvo una y otra vez, entre los que destaco a Miguel Delibes, que me ayuda a construir personajes y a elaborar diálogos, y Francisco Umbral, una de las mejores prosas del siglo XX.

P.: ¿Hay algún proyecto en el que esté trabajando actualmente del que pueda compartir con nosotros algún detalle?
R.: Si, claro. Estoy escribiendo la segunda parte de la novela El ocaso de Roma. En esta segunda entrega narro la juventud (ya no la infancia) del futuro emperador Constantino. Avanzo así en el tiempo una década, por lo que el lector se encontrará nuevos acontecimientos políticos, nuevos personajes, y también podrá ver la evolución vital de nuestro protagonista, que se enfrenta a las vicisitudes propias de un muchacho de su edad en esa Roma convulsa y cambiante de finales del siglo III d.C.

P.: Para concluir, y como es costumbre en la Jungla de las Letras, nos gustaría saber más sobre usted. ¿Cómo se describiría como escritor y como persona?
R.: Como escritor me considero un recreador de mundos pasados. Me gusta ponerme en la piel de personajes (sean ficticios o no) que vivieron en tiempos anteriores al nuestro e imaginar qué pudieron sentir y cómo pudieron afectarles los procesos políticos, sociales, religiosos que se desarrollaban en el momento. Comprender la historia a través de los personajes que la vivieron.
Por lo demás, me defino como alguien lleno de ilusión por desarrollar proyectos de todo tipo, relacionados siempre con la historia y la literatura. Así, aparte de escribir, tengo mi podcast: El ocaso de Roma; hago mis propios mapas para dicho canal y también para otros historiadores y divulgadores; también estoy sacando adelante, con algunos compañeros, un cómic histórico sobre el emperador Cómodo que saldrá en tiendas en el 2025. Así que estoy en constante movimiento.

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