
Hoy nos visita en la Jungla el poeta Alex Buendía Zarandona para hablar, entre otras cosas, sobre su último poemario, El viento de la soga:
«Este libro es un cautivador poemario que explora la dualidad entre libertad y restricción a través de una rica imaginería y complejas metáforas. Inspirado por los paisajes de la juventud del autor y las constantes fuerzas de la naturaleza, este libro es una meditación sobre la lucha por encontrar equilibrio y significado en la vida. La obra invita a los lectores a un viaje introspectivo, resonando con las experiencias universales de esperanza, desasosiego y redención. Los poemas, profundamente emocionales y estéticamente reflexivos, capturan la esencia de la naturaleza y la condición humana, reflejando la influencia de poetas como Federico García Lorca y Pablo Neruda. Con una evocadora presencia del País Vasco, “El viento de la soga” es una obra que desafía y reconforta a la vez, conectando al lector con lo más profundo de la experiencia humana».

Pregunta: «El viento de la soga» explora temas profundos y universales a través de una imaginería vívida y complejas metáforas. ¿Podría compartirnos qué lo inspiró a escribir esta obra y cómo surgió el título?
Respuesta: El título encapsula la eterna tensión entre libertad y restricción, una dualidad que me ha fascinado desde siempre. La inspiración vino de los paisajes de mi juventud, donde el viento era una presencia constante, simbolizando tanto el movimiento como el anhelo de liberación. La soga, por otro lado, representa las ataduras, las limitaciones impuestas por la vida y por nosotros mismos. Este poemario es una meditación sobre esa lucha, un intento de hallar equilibrio y significado en medio de las fuerzas opuestas que nos moldean.
P.: Para aquellos que aún no han tenido la oportunidad de conocer su obra, ¿qué aspectos destacaría de «El viento de la soga» para invitarlos a sumergirse en su lectura?
R.: El poemario invita a los lectores a un viaje introspectivo a través de la naturaleza y la condición humana. Destacaría la capacidad de los poemas para resonar con las experiencias universales de esperanza, desasosiego y redención. Las metáforas complejas y la profundidad emocional ofrecen una experiencia literaria que no solo es estética, sino también profundamente reflexiva. Es una obra que desafía y reconforta a la vez.
P.: En toda su obra, hay una marcada presencia de la naturaleza y de los paisajes del País Vasco. ¿De qué manera estos elementos influyen en su proceso creativo y en la construcción de sus poemas?
R.: La naturaleza y los paisajes del País Vasco son el telón de fondo constante de mi vida y mi obra. Cada poema es un intento de capturar la esencia efímera de esos lugares, la mística de las montañas y la melancolía del mar. Estos elementos no solo influyen en mi proceso creativo, sino que son el corazón mismo de mi poesía. La naturaleza es una metáfora viviente de nuestras emociones y experiencias, y a través de ella, busco conectar con lo más profundo de la condición humana.
P.: A lo largo de su carrera, ha sido influenciado por poetas como Federico García Lorca y Pablo Neruda. ¿Podría describir cómo estas influencias se reflejan en su trabajo y en su evolución como poeta?
R.: Lorca y Neruda han sido faros en mi camino poético. De Lorca, he heredado el amor por lo lírico y la capacidad de encontrar belleza en lo trágico. Su sensibilidad hacia lo popular y lo mítico resuena en mi aprecio por las tradiciones vascas. Neruda, con su sensualidad y su compromiso con lo cotidiano, me enseñó a ver la poesía en los detalles más simples de la vida. Ambos han moldeado mi voz poética, empujándome a explorar las profundidades de la emoción humana y a expresar la interconexión entre el individuo y el cosmos.
P.: Sus poemas a menudo exploran la dualidad entre libertad y restricción. ¿Cómo aborda estos temas en su vida personal y profesional, y de qué manera se manifiestan en «El viento de la soga»?
R.: La dualidad entre libertad y restricción es una constante en mi vida, tanto personal como profesional. En mi obra, se manifiesta a través de la lucha entre el deseo de expansión y las limitaciones impuestas por la realidad. En mi vida, trato de encontrar un balance, abrazando la libertad creativa mientras reconozco las restricciones que forman parte de nuestra existencia. «El viento de la soga» es un reflejo de este equilibrio precario, una exploración de cómo las ataduras pueden también ser fuentes de inspiración y crecimiento.
P.: A pesar de ser conocido en una parte importante de Latinoamérica, su obra es prácticamente desconocida en España. ¿A qué atribuye esta diferencia en la recepción de su trabajo y cómo se siente al respecto?
R.: La diferencia en la aceptación de mi obra entre Latinoamérica y España es un enigma que he aprendido a aceptar con humildad. Quizás en Latinoamérica, mis temas de naturaleza, memoria y emoción resuenan de manera más profunda debido a una afinidad cultural y literaria. En España, mi invisibilidad podría ser una consecuencia del mercado literario más competitivo o de la preferencia por otras tendencias poéticas. Sin embargo, esto no me desalienta; al contrario, me anima a seguir escribiendo y a encontrar mi público allá donde se halle.
P.: La preservación de las tradiciones orales y el patrimonio lingüístico del País Vasco es algo que ha defendido activamente. ¿Cómo cree que la poesía puede contribuir a esta causa?
R.: La poesía es un vehículo poderoso para la preservación cultural. A través de mis versos, intento capturar y transmitir la esencia de las tradiciones orales y el patrimonio lingüístico del País Vasco. La poesía tiene la capacidad de inmortalizar historias, emociones y paisajes, ofreciendo una conexión viva y dinámica con el pasado. Al incorporar elementos de la tradición oral, contribuyo a mantener viva la llama de nuestra herencia cultural, invitando a las nuevas generaciones a redescubrir y valorar sus raíces.
P.: Su presencia en el mundo digital es prácticamente inexistente; no tiene redes sociales ni correo electrónico, y usa un seudónimo en lugar de su nombre real. ¿Qué lo lleva a mantener este nivel de privacidad y a evitar la exposición pública?
R.: Mantengo mi privacidad y evito la exposición pública porque creo firmemente en la pureza del acto creativo sin interferencias externas. El seudónimo Alex Buendía Zarandona me permite una libertad artística que mi nombre real no podría ofrecer. Bueno, a parte de que todo ese mundo ya me cogió muy mayor, en diciembre cumpliré 82 años, no me gusta este mundo de pantallas que hoy reina por todas partes. De hecho, esta entrevista entre usted y yo, la estamos haciendo tomando un café en un bar de pueblo, y ¿no es eso mucho más real que hacerlo a través de una pantalla de ordenador? Yo no tengo móvil, ni lo quiero, con el teléfono de toda la vida me apaño. Prefiero que mi poesía sea un refugio para el lector, un espacio donde puedan encontrarse a sí mismos sin la sombra del autor omnipresente.
P.: ¿Cómo es su rutina a la hora de escribir?
R.: No tengo un horario fijo; en lugar de eso, escribo cuando el impulso creativo surge, a menudo en las horas tranquilas del amanecer o el crepúsculo. Encuentro inspiración en la soledad de la naturaleza, por lo que frecuentemente me retiro a lugares apartados para escribir. Mis cuadernos siempre están a mano, listos para captar cualquier destello de inspiración, cualquier fragmento de emoción que necesite ser plasmado en palabras
P.: ¿Qué libro le hubiera gustado escribir, y por qué?
R.: Siempre he sentido una profunda admiración por «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez. Su capacidad para mezclar lo mágico con lo real, y para crear un mundo tan rico y complejo, es algo que me maravilla. Me hubiera gustado escribir una obra que capture la esencia de la experiencia humana de una manera tan vívida y trascendental.
P.: ¿Tiene autores de cabecera?
R.: Sí, tengo varios autores que considero mis guías espirituales en el camino de la poesía. Federico García Lorca, Pablo Neruda y Gabriel García Márquez son algunos de ellos, pero también encuentro inspiración en la obra de Emily Dickinson, Rainer Maria Rilke y Octavio Paz.
P.: ¿Algún proyecto en el que esté trabajando ahora mismo y del que pueda hablarnos?
R.: Actualmente, estoy trabajando en una nueva colección de poemas que explora la relación entre la memoria y el paisaje. Estoy especialmente interesado en cómo los lugares que habitamos y recorremos dejan una huella indeleble en nuestra memoria y cómo, a su vez, la memoria puede transformar esos lugares en algo casi mítico. Este proyecto es una continuación de mi exploración de la naturaleza y el ser humano, un intento de capturar la intersección entre el espacio físico y el emocional.
P.: Para terminar, y como siempre nos gusta hacerlo aquí en la Jungla de las Letras, háblenos un poco de usted, ¿cómo se describe como escritor y como persona?
R.: Como escritor, me considero un observador y un traductor de las emociones humanas. Como persona, soy un buscador constante, siempre en busca de nuevas experiencias y conocimientos que puedan enriquecer mi vida y mi obra, soy un alma curiosa y contemplativa, comprometida con la exploración de la belleza y la complejidad del ser humano a través de la poesía.
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