19 de abril de 2025

LA REINA DE LAS AGUAS. UN VIAJE ETERNO POR ROMA de Fernando Clemot / Editorial: La Linea del Horizonte / Colección: Cuadernos de Horizonte / Género: Ensayo / 183 páginas / ISBN: 9788412901306 / 2025

Desde hace siglos, Roma ha servido de escenario para mitos y grandezas, pero pocos han sabido mirarla con el prisma de Fernando Clemot en La reina de las aguas. No es un libro de historia ni un tratado arquitectónico, aunque a ratos lo parezca. Es, más bien, un mapa sentimental donde la ciudad no se mide en avenidas ni en ruinas imperiales, sino en cauces, en reflejos, en murmullos líquidos que atraviesan los siglos con una obstinación que ni el mármol ni el tiempo han conseguido borrar.

El autor no se limita a describir acueductos y fuentes, como pueda parecer si solo se lee la contraportada del libro. No los enumera como un guía turístico ni los disecciona como un arqueólogo. Los revive. Los coloca en su justa dimensión: como testigos de siglos, como gargantas de piedra que han hablado en susurros o rugidos según los caprichos de la historia. Es muy fácil perderse en su prosa envolvente, es casi como un encantador de serpientes, en esa cadencia que nos arrastra de una plaza a otra, de un siglo a otro, con la fluidez con la que el agua se acomoda a su cauce. No es una Roma de cartón piedra ni de postales empolvadas. Es una Roma viva, atravesada por un fluir que no se detiene. El Aqua Virgo, que sigue dando vida a la Fontana di Trevi como lo hacía en tiempos de Augusto, las Quattro Fiumi de Bernini, que siguen desbordando teatralidad barroca en plena Piazza Navona. El agua, en la mirada de Clemot, no es un recurso narrativo ni un simple elemento decorativo. Es la clave, la columna vertebral de una ciudad que nunca ha dejado de ser líquida en su esencia, capaz de adaptarse a cada era sin perder su naturaleza esquiva.

El libro tiene sus momentos de densidad, una densidad muy bien llevada. No es un relato para quien busca una lectura ligera y ya está, no. Clemot documenta cada fuente con el rigor de quien no quiere dejar cabos sueltos. Y para nada su precisión puede parecer excesiva, no es erudición vana. Es un compromiso con la ciudad, con su memoria, con cada hilo de agua que ha dibujado su historia. Para los impacientes, puede resultar un reto; para los que saben leer con calma, es un festín literario en toda regla.

Al cerrar La reina de las aguas, uno no solo ha aprendido sobre Roma. Ha sentido su latido. Ha escuchado susurros en el fluir de un río, ha visto reflejos en el fondo de una fuente, ha entendido que hay ciudades que no se pueden explicar sin mojarse en su historia. Fernando Clemot lo sabe y lo escribe con la precisión de quien no quiere que nada se pierda en la corriente.

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