22 de enero de 2025

Hoy nos visita en la Jungla el escritor José Piqueras para hablar, entre otras cosas, sobre su último libro, Bajo la cascada gris:

«-¿CREES EN EL DESTINO, INSPECTOR?

-ES LO ÚNICO EN LO QUE CREO.

Granada, 2018. Después de un fatal accidente de tráfico, que dejó a su compañero Jorge Morrison en estado crítico, un abatido inspector Velázquez se reincorpora al trabajo para un caso insólito: un joven alocado se dedica a colarse en iglesias para organizar escándalos sexuales a plena luz del día. Lo que inicialmente parece una travesura algo obscena, apunta a convertirse en una catástrofe sin precedentes en la ciudad nazarí. Sin noticias sobre el paradero de su abuela senil y en medio de la vorágine sentimental en la que suele vivir, la nueva investigación se verá salpicada por la llegada de mensajes enigmáticos que parecen ser de su padre, supuestamente muerto quince años antes, lo que llevará a Velázquez a enfrentarse a sus peores demonios.

PUEDE QUE LLEGUE TARDE, PERO EL PASADO SIEMPRE VUELVE ».

Pregunta: ¿Cómo surgió la idea de escribir Bajo la cascada gris y en qué momento supo que esta historia debía ser contada?
Respuesta: Cuando terminé mi anterior novela sentí que aún había mucho más que contar y que Julio Velázquez, un personaje profundamente carismático, con un pasado traumático, pero, ante todo, muy humano, se merecía esta historia.
P.: ¿Qué le diría a los lectores que aún no han tenido la oportunidad de leer Bajo la cascada gris para despertar su curiosidad por la novela?
R.: Bajo la cascada gris es una historia de historias. Les diría que, aunque a priori pueda enmarcarse en lo que es novela policiaca o thriller, la trama contiene un poco de todo: aventuras, acción, misterio, amor y desamor… Por tanto, les animaría a que le echaran un vistazo a la sinopsis de la novela y si les llama la atención, se lancen a por ella.
P.: Su obra se desarrolla en Granada, una ciudad en la que vivió durante su etapa universitaria. ¿Qué papel juega esta ciudad en la novela y cómo ha influido en su escritura?
R.: Para mí, Granada es una ciudad mágica. Estoy convencido de que, incluso a día de hoy, contiene decenas de historias y secretos que ni tan siquiera imaginamos. Es un lugar que conozco bien, lo que siempre facilita la labor narrativa, pero es que, además, busqué adrede el salirme un poco de la Granada más turística y monumental para que los personajes transiten fundamentalmente por la Granada de a pie, esa otra gran desconocida para el gran público y la literatura y que también tiene mucho que ofrecer.
P: El inspector Velázquez es descrito como un personaje complejo, lleno de aristas. ¿Qué aspectos de su personalidad cree que lo hacen tan especial dentro del género policíaco?
R.: Julio Velázquez es un personaje, sin duda, especial. Tuvo una infancia traumática: su padre fue un delincuente y tanto su madre como él sufrieron malos tratos. Eso le marcó mucho y, aunque es algo que influye en su tremenda determinación, también lo es en que puede ser que, a veces, esa delgada línea que separa lo correcto de lo que no lo es se difumine en su cabeza con más rapidez de lo que podríamos considerar normal. Es un personaje visceral, muy humano como decía antes, y tal vez su comportamiento represente el exponente máximo a la eterna pregunta: ¿el fin justifica los medios?
P.: Tras ganar el premio de novela negra Black Mountain Bossòst con Senderos tras la niebla, ¿sintió alguna presión al escribir su siguiente novela? ¿Cómo fue ese proceso creativo?
R.: Siempre hay un poco de presión cuando un nuevo trabajo sale a la luz, pero si te soy sincero, quizá sentí más presión en el paso de mi primera obra, «Terral», a la segunda, «Senderos tras la niebla». De la primera nadie suele esperar nada, pero cuando empiezas a tener buen feedback y vas a lanzar la segunda es cuando realmente te estás jugando si tu primer trabajo es fruto de la casualidad o no.
P.: En Bajo la cascada gris juega con el concepto del destino y la influencia del pasado en el presente del protagonista. ¿Hasta qué punto cree que nuestras decisiones están condicionadas por lo que ya hemos vivido? ¿Es algo que quiso explorar a través de la trama?
R.: Totalmente. He querido abordar este tema hasta tal punto que en una de las conversaciones que mantienen, la subinspectora Pulido pregunta a Julio Velázquez si cree en el destino y este le responde: «Es lo único en lo que creo». Este pequeño diálogo es una parte de la contraportada y deja entrever la importancia que tiene el pasado en el presente, pero; ¿de qué depende realmente el destino? Obviamente, no solo del pasado, sino que hay muchos otros elementos a tener en cuenta y creo sinceramente que al concluir la lectura de Bajo la cascada gris puede surgir alguna que otra reflexión bastante interesante.


P.: El thriller policíaco es un género que ha cultivado con éxito. ¿Qué le atrae tanto de este género y cuáles son los retos a los que se enfrenta al escribirlo?
R.: Este género permite contar muchísimas cosas y otorga una gran libertad a la hora de escribir: se puede hacer crítica social, algo que pienso que está muy presente en general en este tipo de novelas (Bajo la cascada gris no es la excepción), pero es que, además, como apuntaba al principio de la entrevista, se pueden incluir muchísimos otros elementos (románticos, históricos, etc.) para potenciar muchísimo más aún la propia trama (ya sea un misterio o una investigación) de la novela en cuestión. El reto al final siempre es el mismo: enganchar al lector, pero para mí, sobre todo, y aquí hablo más como lector que como escritor, la verdadera hazaña es conseguir que la persona que lee empatice con los personajes y se emocione con lo que les ocurre a la par que ellos. Diría que la máxima hazaña sería conseguir que cuando el lector termine y deje la novela en la estantería la recuerde con una mezcla de alegría y nostalgia por tener que despedirse de esos personajes y esa historia.
P.: ¿Cómo es su rutina a la hora de escribir? ¿Tiene algún método o ritual que siga antes de ponerse a trabajar en una nueva historia?
R.: La verdad es que pocos… Soy bastante constante con las notas y cada vez que tengo la más mínima idea la anoto en el móvil, pero no mucho más. Escribo cuando puedo y dónde puedo, hay temporadas que más y temporadas que menos. Antes sí que tenía unas horas más definidas alrededor de la tarde-noche, pero ahora mismo ni las tengo ni tampoco me fijo un objetivo concreto a nivel de fechas para mi próxima obra. Aunque obviamente hay que mantener cierta disciplina cuando comienzas un nuevo proyecto, para mí se trata ante todo de disfrutar; si lo conviertes en una obligación continúa, probablemente el resultado final no termine siendo el mismo.
P.: ¿Qué libro le hubiera gustado escribir, y por qué?
R.: ¡Pues… unos cuántos! (risas). Si tengo que decir uno dos voy a decir un par de los que más me marcaron en mi juventud: Los Pilares de la tierra de Ken Follet, por ser una historia extensísima, ambientada en otra época y narrada de una forma brillante que no decae y La sonrisa etrusca, de José Luis Sampedro, para mí, una verdadera obra maestra.
P.: ¿Tiene autores de cabecera? ¿O escritores que le han inspirado a lo largo de su carrera?
R.: Tengo que contestar igual que la pregunta anterior…unos cuántos y me quedo corto (risas). Así que, por acotar un poco, si nos vamos a novela negra contemporánea aquí en España citaría a Lorenzo Silva o Dolores Redondo y, fuera de nuestras fronteras, a Henning Mankell (la saga de Kurt Wallander me parece espectacular), Joël Dicker o Jo Nesbø.
P.: ¿Algún proyecto en el que esté trabajando ahora mismo y del que pueda hablarnos?
R.: Ahora mismo me encuentro fundamentalmente en fase de promoción de Bajo la cascada gris, que salió el pasado 16 de mayo, pero, como comentaba antes, ya estoy en ese momento de ir tomando notas de manera más intensiva y alguna que otra idea hay entre manos, pero hasta que no tome cuerpo y forma, ni yo mismo podría decir.
P.: Para terminar, y como siempre nos gusta hacerlo aquí en la Jungla de las Letras, háblenos un poco de usted, ¿cómo se describe como escritor y como persona?
R.: Siempre es difícil describirse a uno mismo… diría, ante todo, que soy un papá de dos preciosas niñas al que una vez, una tarde de verano, de niño, su madre puso entre sus manos un libro ante la imposibilidad de ir a la playa por un enorme vendaval. Ese libro era Viaje al centro de la tierra, de Julio Verne. Y como se dice a veces, lo demás es historia.

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