8 de diciembre de 2024
13-04-24 Segovia. Angélica Tanarro posa en el jardín de Fromkes. Foto de Antonio Tanarro.

Hoy nos visita en la Jungla la escritora, periodista y docente Angélica Tanarro para hablar, entre otras cosas, sobre su último poemario, Lo que (no) sé de las palabras:

«Las palabras nos interpelan, nos acompañan o se muestran esquivas, nos representan o nos traicionan. Son la materia que da cuerpo a nuestros sueños, a nuestros temores, deseos e incertidumbres. La muerte de un ser querido las pone a prueba una vez más o, mejor, nos pone a prueba frente a ellas. Este libro indaga en ese vacío que deja la ausencia del otro, porque la vida ­–el tiempo, cada vez más rápido– se queda en el aire y las palabras, son precaria compañía que ahondan en el propio desvalimiento. De esa contradictoria relación y de este íntimo y doloroso proceso da cuenta, de un modo sutil, esta poesía».

Pregunta.: ¿Es la inspiración realmente tan etérea como se dice? ¿Qué inspiró su trabajo en «Lo que (no) sé de las palabras»?
Respuesta.: Fueron muchas cosas, la vida misma. Pero creo que el libro tiene dos claves. Por un lado la perplejidad que los escritores sentimos a veces con el idioma y con las palabras, que unas veces nos acompañan y otras nos resultan incapaces de expresar aquello que queremos decir. Y por otro lado, está el tema de la ausencia de un ser querido, una experiencia que todos alguna vez compartimos y es entonces cuando las palabras se hacen más pequeñas.

P.: ¿Cuál es su opinión sobre el lugar que ocupa la poesía en la literatura contemporánea? Aunque todos los expertos y no tan expertos indican que la poesía es un género de gran importancia, los lectores que la toman como primera opción literaria son muy pocos en la actualidad. ¿Qué cree usted que debería ocurrir para que esto cambiara significativamente?
R.: No sé… Es cierto que la poesía se lee menos. Creo que para que la poesía dejara de ser minoritaria debería haber una mayor educación en el género. Quizá requiera una formación mayor, pero la recompensa es grande.

P.: ¿Qué no sabe de las palabras?
R.: Casi nada (ja, ja). El título con ese ‘no’ entre paréntesis pretende ser un juego y una muestra de la ambigüedad antes expresada. De la perplejidad y extrañeza que comporta siempre la poesía.

P.: Y ahora me gustaría preguntarle, ¿cómo persuadiría a aquellos que aún no están familiarizados con su obra sobre el placer de sumergirse en «Lo que (no) sé de las palabras»?
R.: Una cosa que he aprendido escribiendo y publicando poesía (quizá sobre todo leyéndola) es que cada poema encuentra su persona. Es así siempre. Y esta es la magia de la escritura.

P.: ¿Qué aspectos de la experiencia humana intenta capturar en «Lo que (no) sé de las palabras»?
R.: Aspectos que todos compartimos. Para los escritores la relación con las palabras es especial y de esa relación trata el libro, como ya he dicho. Pero hay otras experiencias comunes a todos como el vacío que dejan las personas queridas al marcharse, algo que también está en el poemario.

P.:: En la sinopsis de su poemario se refiere a las palabras como compañeras precarias que profundizan nuestro desvalimiento. ¿Podría ahondar un poco más sobre ello?
R.: Me remito a lo ya dicho más arriba.

P.:: Su obra trata sobre las palabras y las ausencias. ¿Cómo cree que las palabras pueden llenar los vacíos dejados por la ausencia?
R.: Normalmente apenas pueden y aun así lo intentamos.

P.:: ¿Cómo aborda el dolor a través de la poesía? ¿Se puede trasmitir esperanza o amor a través de él?
R.: Sí. Eso espero al menos. El dolor no deja de ser una experiencia compartida que no debe enquistarse, sino ser una apertura a la esperanza.

P.: ¿Cómo cree que su formación y experiencia como periodista y crítica cultural le influyen al escribir poesía?
R.: Supongo que solo en el sentido de mis lecturas. Aunque no siempre sea una ventaja. Quiero decir que el conocimiento no deja de ser el humus de la creación. Pero luego nada debe quedar salvo el camino personal.

P.:¿Cuál es su enfoque al escribir poesía: se sienta con la intención de crear, o más bien deja que la creatividad le lleve y escribe cuando se inspira? Además, ¿tiene algún ritual o hábito que le ayude en el proceso creativo?
R.: Mi único ritual es poder estar en absoluto silencio con tiempo por delante. Silencio y tiempo son las claves para que la creación se ponga en marcha. Otra cosa es el arranque de un poema. Eso te puede llegar en cualquier parte.

P.:: Si pudiera haber escrito cualquier libro en la historia de la literatura, ¿cuál habría sido y por qué?
R.: No. NO desearía haber escrito ningún libro de otro autor. Pero sí hay libros que tienen en mí muchas resonancias. Las olas de Virginia Woolf es uno de ellos.

P.: ¿Hay autores, poetas o poetisas cuya obra haya sido especialmente influyente para usted?
R.: Sí. Influyentes en el sentido no de que nuestras obras se parezcan sino de que son importantes para mí como lectora. Algunos de ellos están sugeridos en el libro: Alejandra Piazarnik, Olvido García Valdés, Chantal Maillard, y artistas como Remedios Varo o Casilda García Archilla.

P.: ¿Nos podría adelantar algo sobre algún proyecto en el que esté trabajando actualmente?
R.: De momento, sigo escribiendo poemas y relatos cortos sin ningún horizonte preciso.

P.: Para finalizar, nos encantaría conocer un poco más sobre usted. ¿Cómo se describiría como escritora y como persona?
R.: Alguien que intenta aprender siempre.

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