7 de diciembre de 2024

EL DIOS DE LOS BOSQUES de Liz Moore / Traductor: Javier Calvo/ Editorial: AdN / Género: Narrativa / 522 páginas / ISBN: 9788410138544 / 2024

En El dios de los bosques, Liz Moore nos ofrece una narrativa absorbente y meticulosamente construida que trasciende los límites del thriller convencional, explorando temas profundos sobre herencia, poder y clase social. La obra está ambientada en un espacio lleno de misterio y complejidad: los bosques de Adirondack, en el norte del estado de Nueva York, donde un campamento para chicas se convierte en el inquietante escenario de desapariciones inexplicables y secretos enraizados en el tiempo. El relato, dividido en siete partes que alternan entre líneas temporales y perspectivas múltiples, revela una trama plagada de tensiones latentes y relaciones de poder que resuenan tanto en el ámbito social como en el personal.

La historia comienza con la desaparición de Barbara Van Laar, una joven de trece años cuyo linaje está intrínsecamente ligado al terreno donde se sitúa el campamento. Su vínculo con el lugar es más que una simple afiliación familiar; representa una carga simbólica que evoca antiguas ausencias y presencias sombrías. Desde las primeras páginas, el lector percibe un aura de desasosiego, un malestar sutil pero persistente que impregna la narración y se nutre de las interacciones complejas entre personajes que son, en sí mismos, producto de relaciones de clase y poder profundamente arraigadas. Así, la desaparición de Barbara no solo desencadena una investigación sino también una exploración de los oscuros rincones de la psicología humana y de los valores de una comunidad regida por códigos tácitos de exclusión y pertenencia.

Liz Moore, en su estilo inconfundible, emplea una prosa densa y reflexiva que intensifica el suspense a través de un lenguaje que no se conforma con la simple exposición de los hechos. Su escritura alterna entre descripciones precisas y evocadoras y los diálogos intensos de sus personajes, a menudo cargados de ambigüedad. Los lectores familiarizados con El largo río de las almas encontrarán en El dios de los bosques una evolución en su estilo narrativo, que aquí explora nuevos matices de tensión psicológica. La autora configura un entorno textual en el que el lenguaje se convierte en un recurso instrumental para generar atmósfera y para profundizar en las inquietudes existenciales de sus personajes, particularmente en los de Barbara, su amiga Tracy, y las figuras adultas que, en su desidia, se ven sobrepasadas por el misterio. La historia de la familia Van Laar, marcada por la desaparición sin resolver del hermano mayor de Barbara, Bear, ofrece un marco simbólico que dota al relato de una atmósfera casi gótica. La autora disecciona el legado emocional y psicológico de esta familia de manera aguda, revelando un resentimiento sordo entre los trabajadores del campamento, cuyas vidas están vinculadas a la riqueza de los Van Laar y, al mismo tiempo, condicionadas por ella. Este conflicto no solo configura las dinámicas del relato sino que también enriquece la caracterización de personajes como Vic Hewitt, el jardinero de confianza, y su hija TJ, quienes representan la influencia sutil pero constante de los Van Laar en la vida de los habitantes del lugar.

El personaje de Judyta Luptack, una investigadora adelantada a su tiempo en una sociedad dominada por el patriarcado, actúa como catalizador en la búsqueda de respuestas sobre la desaparición de Barbara. Su presencia añade un matiz de crítica social a la obra, que trasciende la tensión inmediata del caso para ahondar en las luchas de género en un ámbito laboral hostil para las mujeres de la época. La forma en que Moore le da voz a Luptack, haciéndola tanto perspicaz como humana, confiere a la novela una dimensión ética que enriquece la lectura. Luptack, en su indagación, desafía los prejuicios que subyacen en la comunidad, cuestionando no solo la inocencia o culpabilidad de los sospechosos sino también el mismo tejido social en el que opera.

La autora no deja espacio para la condescendencia o el maniqueísmo en su retrato de los personajes más jóvenes. Tanto Barbara como su amiga Tracy —quien también desaparecerá en su afán por descubrir la verdad— son representadas con una complejidad que evita los clichés juveniles. Son personajes dotados de una conciencia aguda y a menudo dolorosa de su entorno y de las limitaciones impuestas por sus propias circunstancias. La autora es consciente de las expectativas y anhelos de estos adolescentes, de su búsqueda de identidad y de la presión que el entorno ejerce sobre ellos, lo cual amplifica el impacto emocional de sus decisiones y acciones.

El dios de los bosques es una novela que logra sostenerse tanto en su valor narrativo como en su aguda crítica social. Liz Moore nos ofrece una experiencia lectora inmersiva y gratificante.

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