27 de julio de 2024

Hoy nos visita en la Jungla la escritora Isabel Álvarez para hablar, entre otras cosas, sobre su último libro, El llanto de los pájaros:

«Matías y su hermano Julio malviven en una choza junto al bosque, apartados de la vida del pueblo. Julio es un enano que padece hidrocefalia, del que Matías cuida como puede, mientras intenta mantener a raya la crueldad de las gentes del entorno y se enfrenta a ciertas sospechas del pasado. El paradero de la madre de ambos y de un bebé que llegó a convivir con ellos sigue siendo misterioso. Una madre que recibía visitas nocturnas de los hombres del pueblo, y un bebé que no tenía nombre. El pueblo también alberga cierto espíritu maldito. De telón de fondo, una guerra reciente que aún rezuma heridas. Entre sus calles encaladas y retorcidas andan personajes que arrastran sus miserias, sus ternuras y sus mezquindades. A la vez que batalla contra la pobreza extrema, Matías se va rebelando y dejándose arrastrar por una rabia violenta como único medio de defensa, poniendo al descubierto la tragedia que se esconde tras su rencor y su impotencia. Deudora por igual del verismo descarnado de Delibes o Cela y del realismo mágico, una novela sobre la indigencia, la discapacidad, los prejuicios sociales y los manejos a los que sometemos nuestro pasado.

Ganadora del XXIX Premio de Novela de la Universidad de Sevilla».

Pregunta: ¿Cuáles fueron las principales inspiraciones para escribir «El llanto de los pájaros»?
Respuesta: Lo cierto es que no hubo una inspiración clara como tal. «El llanto de los pájaros» nació en una época en que yo escribía relato corto y, cuando me quise dar cuenta, había escrito una serie de escenas que, en principio, no tenían relación entre sí, pero que, en mi mente, formaban parte de una misma historia y un mismo lugar. Solo tuve que ensamblarlas, por llamarlo así, para que empezara a tomar cuerpo la novela.

P.: ¿Qué argumento utilizaría para convencer a nuevos lectores de la necesidad de leer «El llanto de los pájaros»?
R.: Es una historia distinta y original. Muchas veces, como lectora, me doy cuenta que el libro que estoy leyendo es otra variante de una historia ya contada. Eso no les va a ocurrir con “El llanto de los pájaros. Además, se trata de una historia que encierra un misterio. Los lectores, a lo largo de la novela, irán descubriendo ese secreto, a la vez que se les revelan las miserias y ternuras de las almas que pueblan esta novela.

P.: Usted ha mencionado que su infancia en el Sáhara español influyó en su escritura. ¿De qué manera esa experiencia se refleja en sus obras?
R.: Yo era una niña que descubría con ojos muy abiertos un paisaje y una cultura que era muy diferente a la que veía en casa, pero que, aun así, percibía como mía, porque era lo que había vivido desde que tuve uso de razón. Tenía la sensación de vivir a la vez en dos mundos completamente separados que compartían un mismo espacio, pero que raramente se tocaban entre sí, el de los españoles y el de los saharauis. Como cualquier sociedad colonial, el de los españoles era el mundo de los privilegiados y, algunas veces, creía percibir un destello de humillación en la mirada de los saharauis. Por otra parte, la sociedad española de allí era muy variada, porque había gente proveniente de todas las regiones de España.

P.: Sus novelas parecen estar profundamente enraizadas en temas históricos y sociales. ¿Cómo consigue equilibrar la investigación histórica con la narrativa ficticia en sus libros?
R.: Precisamente, mi campo de investigación es la historia social porque lo que despierta mi interés no son los acontecimientos, sino las personas: su manera de pensar y entender la vida, sus emociones. Son ellas las que conforman la sociedad en la que viven. Y también al revés, las personas somos fruto en gran medida de la sociedad a la que pertenecemos, que nos forma a través de una cultura y un sistema de valores. Aunque en mi día a día la investigación histórica ocupa un peso fundamental, no he intentado hacer novela histórica con ninguna de las dos que llevo publicadas, “Vidas prestadas” y “El llanto de los pájaros”. Ambas son historias deslocalizadas en el tiempo y en el espacio. El tema histórico lo he reservado para la tercera, que estoy escribiendo ahora.

P.: En «El llanto de los pájaros», la trama aborda temas como la indigencia y la discapacidad. ¿Qué le llevó a elegir estos temas y cómo espera que impacten en sus lectores?
R.: El tema de la discapacidad se podría decir que es uno de mis temas recurrentes. Aparece en todas mis novelas, también en la tercera. La razón es muy simple: yo crecí con dos hermanas con discapacidad, por lo que es un tema que conozco muy bien, así como las emociones y sentimientos que genera.
Por otra parte, el tema de la indigencia da mucho juego literario. Da pie a historias de supervivencia, de resiliencia, protagonizadas por personas que no tienen nada que perder y, por lo tanto, sus acciones están determinadas por otros criterios que los que emplea el común de la sociedad. Y ese pertenecer a los que nada tienen genera también un inevitable resentimiento.
No sabría decir cómo espero que esos temas impacten. Cuando escribo, intento mostrar, nunca juzgar. Por ello, no busco denunciar ni dar lecciones. Me contento con que la historia remueva a los lectores por dentro.

P.: La crítica ha destacado la influencia del verismo de Delibes y Cela y el realismo mágico de García Márquez en su obra. ¿Está de acuerdo con estas afirmaciones? ¿Cómo ha integrado estos estilos literarios en su narrativa?
R.: Realmente, me ha sorprendido lo ajustado de ese comentario, ya que todos ellos son autores que he leído y admirado, un poco menos en el caso de Cela, pero Delibes me parece el mayor narrador que ha dado la España del siglo XX. Me fascina la manera en que sabe combinar la crudeza y la ternura, que es algo que yo también intento hacer en mi narrativa. García Márquez también me resulta un maestro, con esa forma de retratar la realidad a través de lo onírico.

P.: ¿La memoria histórica es un tema recurrente en su obra? ¿Cómo aborda la complejidad de este tema en «El llanto de los pájaros» y qué mensaje desea transmitir sobre él?
R.: No, lo recurrente en mi obra es la memoria, sin adjetivos, porque la memoria es una forma de resistencia. La sombra del pasado de cada uno es alargada y se proyecta hacia todas nuestras acciones futuras, y todos tenemos necesidad de explicarnos nuestro pasado, de construir un relato en torno a nuestras vivencias. Como ya he dicho, “El llanto de los pájaros” está deslocalizada. Aunque en ella se haga referencia a una guerra, puede ser cualquier guerra sucedida en cualquier lugar. Lo que me interesaba reflejar de la guerra es su papel como excusa para que se desate la barbarie, cómo opera de desencadenante para aparcar esos códigos sociales, fruto de la cultura y la historia, de los que nos hemos dotado y que, mal que bien, permiten una convivencia civilizada.

P.:. Sus descripciones detalladas y personajes profundos han sido muy elogiados. ¿Puede compartirnos su proceso en la creación de personajes y ambientaciones?
R.: En cuanto a las descripciones, procuro que mi prosa sea limpia y precisa, describir y ambientar con unos pocos detalles imprescindibles, pero cargados de fuerza, buscando siempre la expresión justa desde el punto de vista estético. Por lo que respecta a los personajes, no sigo ningún proceso determinado. Es algo cercano a la magia, cobran vida ellos solos en mi cabeza. Lo que sí me gusta es que sean personajes con aristas, como lo somos todos en la vida real. Nadie es bueno ni malo per se.

P.: Usted es miembro fundadora de la tertulia literaria «La Literata» en el Ateneo de Sevilla. ¿Qué papel juega esta comunidad en su desarrollo como escritora?
R.: En mi etapa inicial, jugó un papel fundamental. Me proporcionó apoyo, seguridad y unos oyentes críticos que me permitieron juzgar si lo que escribía merecía la pena, si se justificaba el esfuerzo de continuar escribiendo. Escribir es una actividad solitaria y, en cierta medida, ingrata, porque le dedicas mucho tiempo y empeño sin cosechar frutos inmediatos. Claro que, por otra parte, es también una especie de necesidad.

P.: Si pudiera elegir cualquier obra de la literatura universal, ¿qué libro le hubiera gustado escribir y cuáles son las razones que lo hacen tan significativo para usted?
R.: Esta es una pregunta que no sé contestar. Han sido tantos y tan fundamentales a lo largo de las diversas etapas de mi vida, que no sabría quedarme con uno. Pero me voy a mojar. Ya que hemos hablado de García Márquez, me hubiera gustado escribir “Cien años de soledad”. Me resultan fascinantes los escritores que saben crear un espacio geográfico propio, como sucede con Macondo. Por no decir que su frase inicial, es casi una novela en sí misma. Aunque también podría decir otros muchísimos títulos de otros autores.

P.: ¿Tiene autores de cabecera?
R.: No. Leo mucho y muy variado, y cuando doy con un autor que me gusta mucho, me leo todas sus obras, con lo cual, cuando termino con él, me quedo huérfana hasta que logro dar con otro que me deslumbre. Claro que, entre medias, leo a otros muchos autores, aunque sin llegar a experimentar esa sacudida. Creo que con el último que me pasó fue con Leonardo Padura.

P.: ¿Qué proyectos literarios tiene en mente para el futuro y qué puede adelantar a sus lectores sobre ellos?
R.: Estoy con una novela histórica que se basa en unos hechos reales acaecidos en Francia en el siglo XVIII. Recientemente, hice una estancia de doctorado de cuatro meses en la Universidad de la Sorbona y encontré una memoria judicial de la época sobre la muerte misteriosa de una joven y el proceso que desencadenó, y de ese hilo estoy tirando, a ver adónde me lleva.

P.: Para terminar, y como siempre nos gusta hacer aquí en la Jungla de las Letras, háblenos un poco de usted.
R.: Soy una persona curiosa y de mente muy inquieta. Me gusta aprender y preguntarme el porqué de todo. De ordinario, necesito estar atareada, hasta que me agoto, y entonces tengo que dedicar un tiempo a resetear. Disfruto mucho con los pequeños momentos cotidianos y con una buena conversación.

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