4 de mayo de 2024

«Conduje yo. O, más bien, sostuve el volante del enorme coche negro mientras este rodaba solo. Llevaba una gabardina clara y un sombrero de Lindley Paul. En uno de los bolsillos llevaba diez mil dólares en billetes de cien. Paul iba en el asiento trasero y llevaba una Luger con cachas de plata que era una verdadera monada. Yo tenía la esperanza de que supiera utilizarla. No me gustaba nada aquel trabajo.
El lugar de la cita era una hondonada a la entrada del cañón de la Purissima, a unos quince minutos de la casa. Paul dijo que conocía bastante bien el sitio y que no tendría ningún problema para indicarme el camino.
Subimos, bajamos e hicimos ochos por la ladera de la montaña hasta que me dieron mareos, y de pronto nos encontramos en la autopista estatal y las luces de los coches que pasaban formaban una franja continua de luz blanca hasta donde alcanzaba la vista en ambas direcciones. También circulaban grandes camiones con remolque.
Después de pasar por una gasolinera de la Sunset Avenue, giramos tierra adentro. Allí, por fin, encontramos soledad. Durante algún tiempo percibimos un débil olor a algas marinas y el aroma mucho más fuerte de la salvia silvestre, que bajaba de las oscuras laderas. En la lejanía, alguna que otra ventana amarillenta nos miraba desde lo alto de una fantasía inmobilaria. De vez en cuando, nos cruzábamos con un coche cuyas luces borraban durante unos instantes las colinas.»

El jade del mandarín (Raymond T. Chandler, 1937)

Raymond T. Chandler, novelista estadounidense (Chicago, 1888 – La Jolla, California, 1959), es quizá, junto con D. Hammett, el máximo representante de la novela negra norteamericana. Tras el divorcio de sus padres viajó muy joven a Inglaterra con su madre, allí estudió en el Dunwich College de Londres, aunque parte de su educación también transcurrió en Alemania y en Francia. Cuando regresó a los Estados Unidos, tras una breve experiencia como funcionario del gobierno británico, trabajó en los más diversos oficios: empleado de banca, periodista (colaboró con publicaciones como el London Daily Express y la Bristol Western Gazette), dependiente y ejecutivo de una empresa petrolífera. Antes de volver a Estados Unidos en 1912 ya había conseguido publicar más de veinticinco poemas y su primer relato: The Rose Leaf Romance. Luchó en la Primera Guerra Mundial con las Fuerzas Expedicionarias Canadienses, y terminada la contienda se casó con Cissy Hurlburt, 18 años mayor que él, y fue entonces cuando comenzó su verdadera carrera literaria, desarrollando un estilo propio y diferenciador. Es el creador del famoso detective Philip Marlowe, inmortalizado en el cine por Humphrey Bogart, y también del célebre ensayo El sencillo arte del asesinato (1950). Entre sus obras narrativas destacan: El sueño eterno (1939), donde aparece por primera vez Marlowe, Adiós muñeca (1940), La dama del lago (1943) o El largo adiós (1954).

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