Akiane Kramarik pintando Prince Of Peace, a la edad de 8 años
Hace unos días vi una película titulada El cielo es real, película basada en un libro homónimo escrito por Todd Burpo y Lynn Vincent. El argumento de la película, grosso modo, trata sobre la experiencia cercana a la muerte que al parecer vivió Colton, el hijo de Burpo, cuando tan solo tenía cuatro añitos. Yo no voy a pronunciarme de si me gustó o no la película, o de si me pareció descaradamente sectaria o no en sus intenciones (hablo por supuesto de religión), de eso no voy a decir nada; sólo referirles, y como mero apunte introductorio a mi ¿queja?, que me resultó peculiarmente interesante y muy ¿ingenuo?, ver plasmada de soslayo en la película la imagen-fe-don-genialidad-virtud-etc. de la niña prodigio, la pintora Akiane Kramarik, con el “marcado” propósito de “remarcar” el hilo argumental de este trabajo cinematográfico.
Para quien no lo recuerde o no lo sepa, Akiane Kramarik (Mount Morris, Illinois, EE.UU., 1994) se hizo mundialmente famosa en 2004 al salir en “El show de Oprah Winfrey” ; la todopoderosa Oprah Winfrey mostró al mundo a una niña de diez años con un don innegable para el dibujo y la pintura, una jovencita que afirmaba (y aún hoy lo hace) que todas las obras le venían canalizadas directamente desde el “Cielo”, o sea desde lo “Divino”. Una de sus obras más reconocibles es precisamente el “retrato” de Jesucristo, «Prince Of Peace», retrato pintado a los ocho años…
Yo no voy a negar el talento precoz de esta artista estadounidense, ni tampoco que en su niñez más temprana los trazos y la firmeza de sus líneas eran impropias de un artista de su edad, ni que son maravillosas y dignas de alabar la calidad de algunas de sus obras, algunas, ni todas ni muchas. Desde mi humilde criterio, siempre desde mi humilde criterio, la evolución de Akiane dista mucho de ser “abrumadora” o “envidiable” como aseguran sus acólitos. Desconozco el por qué de algunos expertos… rectifico… desconozco el por qué de algunos “críticos” por ensalzar el estilo “versátil” de la artista, cuando es esto quizá lo menos impactante y característico en su creación.
Para mí no existe en sus cuadros eso que algunos han llamado “hiperrealismo extremo”, ni tampoco me he sentido incitado a la reflexión por la “genialidad” latente que exhalan sus creaciones, como opinan otros. Para mí, y me debo a la sinceridad, la otrora “niño prodigio” no ha cumplido las expectativas que se crearon en torno a ella, no es un “genio”, ella se ha convertido en una pintora con calificación de “bien-notable”, por muy “pintora de masas” que sea. Y discúlpenme los ofendidos…
A veces, los que renegamos de la perfección como concepto, nos obcecamos en intentar ver el mundo desde la perspectiva de esa misma perfección de la que huimos. El artista en definitiva es un artesano, un artesano que posee la virtud y la disposición para crear obras de arte. En el arte, el artista (pintor, escultor, poeta o visionario) es un maldito, es el único ser de la Creación que es capaz de mirar más allá de sus propios miedos y no percibir absolutamente nada que le asuste.
De Cebrián e Illescas
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