
En las salas del museo Thyssen-Bornemisza, se expuso hace unos años una antológica representación de la obra de Paul Delvaux (Antheit, Bégica, 1897 – Veurne, Bélgica, 1994). La exposición, de nombre Paseo por el amor y la muerte, la componían cincuenta y tres pinturas, donde lo onírico y lo erótico se conjugaban en un mundo surrealista, todo ello gravado de connotaciones poéticas.
Paul Delvaux, maestro belga del surrealismo, es conocido por sus obras enigmáticas y profundamente evocadoras. Tres son los temas que dominan su corpus artístico: las parejas de mujeres, los trenes y los esqueletos. En esta ocasión, yo me voy a limitar al tema de las mujeres…
En sus lienzos se percibe la perturbada mente del artista, perturbada en el sentido desosegado de la palabra: no hay contacto entre dos personajes de distinto sexo en sus escenas imposibles; en sus cuadros predominan las dobles figuras del mismo sexo; los espejos; las hipnóticas miradas… Aún sin ser una entendida en su pintura, ni conocer su biografía al detalle, se puede intuir que la vida amorosa del pintor y su relación con las mujeres fueron complejas y quizás desafortunadas. Esta percepción se hace palpable en sus representaciones de mujeres desnudas, figuras que parecen hipnotizadas o sonámbulas, y que se convierten en protagonistas de escenas que mezclan lo lógico con lo surreal. Lo ilógico, lo extraño, lo representado.

Sus obras más reconocidas comprenden a mujeres desnudas, extrañas mujeres que parecen hipnotizadas o sonámbulas, también los esqueletos, las estaciones y la arquitectura clásica son esenciales en la iconografía del belga. Es éste un artista que volcó las vivencias de una manera fehaciente en su arte. Fue capaz de desarrollar un surrealismo evolucionista a lo largo de su vida, pintó cuadros cargados de misterio, escenas que aparentemente (y digo bien, aparentemente) no guardaban relación entre lo absurdo y lo lírico, o entre lo asexual y lo sensual. Gracias a la ubicuidad del artista, de sus vivencias, y sobre todo a su linealidad estilística, Paul Delvaux consiguió hacerse un hueco en el Olimpo de los Genios.

Rosa Villalejos. Filóloga clásica y crítica de arte. Explora la esencia de la antigüedad y la creatividad contemporánea con idéntica pasión.