3 de mayo de 2024

«El odio sigue allí prendido en esas pupilas, con un deseo fuerte de salir disparado de ellas como si fuera fuego y arrasarlo todo a su paso. Casi lo consigue. Eladio se masajea el puente de la nariz y cierra un segundo los párpados, fuerte. Arde por dentro. Su hija se levanta, apartando la silla de golpe, que se arrastra con un chirrido y se estrella contra el suelo. El estrépito saca de su trance a Eladio, que ve a su hija acercándosele con las manos a los lados y la mandíbula apretada, masticando el odio negro y venenoso. Ella se pone de puntillas, para ponerse a su altura, nariz con nariz, como no ha estado con ella desde que era una niña. Y ella mastica las siguientes palabras como si fueran un pedazo de alquitrán caliente y pastoso, hediondo y nocivo. Las escupe sin apenas rumiarlas, aún ardiéndole en el vientre, quemándole los labios.
–Tú no eres mi padre.
Es ahí cuando la posibilidad se quiebra y todo se tuerce, como suele suceder, en un segundo. Eladio, cuya cabeza parece un avispero lleno a reventar, no es capaz de discernir y controlar lo que sucede a continuación. Es la inercia de un trabajo que obliga a la actuación rápida y sin demasiado espacio para la reflexión, una vida de lidia con las calles y su fauna, lo que propicia aquella acción que no hace mucho fue interrumpida, como si su cuerpo, su mano, necesitara concluir aquel movimiento que quedó suspendido y dar así por finalizada la historia que quedó a medias, aunque su desenlace fuera atroz y trágico y derivara en un cul-de-sac sin vuelta atrás. Levanta la mano. En su cabeza va despacio. Luego, en sus recuerdos, será así como lo recuerde. Sin embargo, todo sucede en dos segundos. En un movimiento rápido que no es sino la conjugación de la elevación y la caída de la palma a velocidad de relámpago sobre la mejilla de su hija.»

Siervos de la Guadaña (Víctor Morata, 2021)


Foto de autor: Fátima Ruiz

Víctor Morata Cortado (Cartagena, 1977) exhibió por primera vez sus escritos en público en redes como la premiada tusrelatos.com, de la que nacieron autores como Darío Vilas, Javier Pellicer o Marta Abelló. También ha compartido letras en antologías diversas con Guillem López, Iván Mourin, Tony Jiménez, Elena Montagud o Cristina Puig, entre otros. Colaborador desde los inicios de páginas como «El café del autor», «Propera Parada: Cultura» y «La Jungla de las Letras», además de los fanzines de Horror Hispano y otras muchas publicaciones impresas y digitales. Ha publicado en antologías de diversas revistas literarias como la madrileña «Voces» o la argentina dedicada al Rey del Terror «Insomnia». Ganador del «VII Yoescribo de Relato» y finalista en algunos concursos de índole nacional.

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