
NOCTURNOS de Javier Pérez Campos / Editorial: Planeta / Género: Ensayo / 400 páginas / ISBN: 9788408309086 / 2025
El miedo en la literatura ha acompañado al ser humano desde siempre. En Nocturnos, Javier Pérez Campos se interna una vez más en las sombras, en un territorio donde la realidad es perturbadora y tristemente demasiado cotidiana, al parecer. Este libro reúne varios episodios sobre el crimen, la superstición y lo inexplicable, un recorrido un tanto irregular, si bien con momentos de verdadera fuerza narrativa. Pese a su juventud, Javier Pérez Campos tiene una dilatada experiencia como reportero en programas de misterio, como el veterano Cuarto Milenio, y utiliza su experiencia periodística para una escritura que oscila entre el registro documental y la reconstrucción literaria. Mi impresión es que su mirada no busca tanto lo sobrenatural como esas zonas ambiguas de la conducta humana. Por ello, podríamos decir que Nocturnos es más que nada una exploración de los mecanismos del miedo, de su capacidad para reflejar la violencia latente en la sociedad de hoy en día.
Cada capítulo del libro trata sobre una historia distinta —asesinos, leyendas, crímenes sin resolver— que el autor desarrolla con un tono sobrio, que a veces llega a ser incluso distante. No son textos donde la sorpresa sea lo determinante; la frialdad meticulosa de la narración es lo que lleva la voz cantante. Por ejemplo, en El cazador reconstruye la trayectoria de un asesino en serie en Alaska y lo hace con un ritmo pausado, sin efectismos que sobrecarguen la narración. Se nota el trabajo de documentación que hay detrás y también cierta voluntad de mantener la emoción bajo control, para evitar quizá que el horror se vuelva espectáculo. Yo creo que esa contención, que para algunos pueda parecer restar intensidad en ocasiones, le confiere al texto un aire de verosimilitud que se agradece mucho.
Todo el libro se articula sobre un tema en común, uno que quizá pueda ser controvertido para algunos lectores: la noche como un espacio simbólico del mal, la oscuridad como telón de fondo de la percepción del propio narrador y de sus escenas narradas. Como pasa siempre en muchos de estos libros, el periodista escribe muchas de estas historias en ese delicado margen entre lo que se puede demostrar y lo que únicamente puede intuirse. Esa duda constante no está basada en el sensacionalismo; el tono del libro es ajeno a ello, al menos es mi impresión, pero sin embargo, la acumulación de casos y detalles provoca cierta saturación, como si el libro se dispersara en su afán de abarcar demasiadas historias.
En lo puramente formal, el estilo del autor es funcional, claro, mucho más próximo al periodismo narrativo que a la literatura de ficción. Su prosa es correcta, no es excesivamente lineal, evita el adjetivo innecesario y desarrolla bien las descripciones. Incluso hay pasajes en el libro en los que se apoya demasiado en el «dato», y aun así consigue que el texto no pierda el pulso narrativo, logrando una atmósfera tensa y convincente.
Javier Pérez Campos ha recopilado una serie de episodios oscuros de la humanidad muy concretos donde se conecta lo individual con lo colectivo, mostrando que detrás de cada historia personal aparece una sociedad enferma, un contexto que permite entender la raíz más profunda del horror. Nocturnos no provoca un miedo gratuito (desconozco si esa fue la intención de su creación); lo que sí hace es sembrar en el lector las ganas de indagar un poco más en los casos narrados. La violencia, el aislamiento y la desconfianza son los verdaderos protagonistas, más que los fantasmas o asesinos que los encarnan.
En su conjunto, el libro transmite una sensación de coherencia temática, aunque con un desarrollo algo desigual, a decir verdad. Eso sí, la edición del libro es resultona… Una lectura más reflexiva que impactante, que ratifica a Javier Pérez Campos como un narrador empeñado en mirar de frente aquello que la mayoría prefiere no ver.

Maxi Sabela Tornés (Alicante – 1984) Ex-árbitro reconvertido en profesor de lengua. Le gusta el noir y el terror, aunque no le hace ascos a ningún otro género… siempre y cuando no esté escrito en sánscrito.
