
HERMANAS DE LA RESISTENCIA de Tilar J. Mazzeo / Traductora: Elena Preciado Gutiérrez / Editorial: Aguilar / Género: Ensayo / 302 páginas / ISBN: 9788403525436 / 2025
Una de las épocas que más fascina a cualquier amante de la historia reciente es la Segunda Guerra Mundial y todo lo relacionado con ese trágico momento. Y, aun así, sigue habiendo rincones oscuros, episodios casi invisibles, que emergen de vez en cuando para recordarnos que la historia —la de verdad— está llena de sombras y de decisiones personales que, por pura improbabilidad, terminaron cambiando el curso de un conflicto.
El libro de Tilar J. Mazzeo, Hermanas de la resistencia, se adentra precisamente en uno de esos puntos ciegos. En 1944, la noticia de que el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Galeazzo Ciano, tenía unos diarios secretos ya empezaba a circular. Se sabía de su existencia, pero no se sabía —o no se quiso contar— cómo tres mujeres muy distintas entre sí se jugaron literalmente la vida para poner aquellos diarios en manos de los Aliados. Serían utilizados después como prueba en los juicios de Núremberg.
Lo primero que se te viene a la cabeza, cuando lees la sinopsis, antes de leer el libro, es que la historia será la típica intriga diplomática, o similar, con su toque de espionaje. Pero no, en este ensayo se reconstruye la relación entre Edda Mussolini Ciano, Hilde Beetz y Frances De Chollet sin intentar «edulcorarlas», ni mucho menos volverlas heroínas. Son tres personajes, recordemos, que apoyaron, con distintos grados de convicción, el fascismo y el nazismo. No creo que sea fácil escribir sobre ellas sin caer en la condescendencia. La autora, sin que las «absuelva» de su implicación, consigue que el lector comprenda la complejidad de cada una de ellas. Son presentadas como mujeres atrapadas en un torbellino político y emocional que las superaba plenamente, pero que aun así incidió en sus decisiones; sin la intervención de estas tres mujeres, algunos crímenes nazis quizá nunca habrían sido juzgados.
El libro, en muchos momentos, se lee como si fuera de verdad una novela de espías: la misión de Hilde para seducir a Ciano, la huida de Edda hacia Suiza en condiciones casi de película, la aparición de Frances como espía accidental… parece ficción, pero la ensayista siempre vuelve al dato, al documento, al testimonio. Hay un equilibrio perfecto entre lo narrativo y lo histórico, tanto que hay capítulos en los que uno casi se olvida de que está leyendo no ficción. Peeeero… se echa de menos algo que, para mí, es casi fundamental en un libro de estas características: un cuadernillo de fotografías. En un relato donde los protagonistas son tan reconocibles —y tan icónicos en algunos casos—, sorprende un poco la ausencia total de material gráfico. Por supuesto que esto no podemos llamarlo «TARA», pero sí una falta que se nota, sobre todo en tiempos en los que el lector está acostumbrado a un apoyo visual mínimo.
La sinopsis oficial ya adelanta la importancia de este episodio: en 1944, con los diarios secretos de Ciano convertidos en un arma política y moral, tres mujeres se encargaron de impedir que se perdieran para siempre. Ese simple gesto tuvo repercusiones enormes en los juicios de Núremberg. Y aunque la historia es conocida en su esqueleto, Mazzeo ilumina el camino sinuoso que siguió la información antes de llegar a manos de quienes podían usarla.
Quien conozca la trayectoria de Tilar J. Mazzeo no se extrañará del enfoque. La autora ya demostró en Los niños de Irena, El secreto de Chanel n.º 5 o The Hotel on Place Vendôme que sabe moverse en la frontera entre la biografía y la narración histórica, con una sensibilidad particular hacia los personajes que vivieron, voluntaria o involuntariamente, en el lugar equivocado en el momento más turbulento.
Hermanas de la resistencia es un libro para quienes aún creen que la historia sigue teniendo zonas en sombra que merece la pena explorar.

Jesús Cuenca Torres (Santiago de Compostela – 1957) Doctor en filosofía y exprofesor de instituto. Habla siete idiomas con fluidez, amante de los libros y del cine en blanco y negro. No le ve sentido echarle azúcar al café.
