
El morbo es una pulsión humana, desentrañar las causas, buscar donde parece prohibido y remover todo aquello que buscó esconderse bajo la alfombra. A través de la novela, la autora mexicana Arisandy Rubio García, nos introduce en un mundo de pesadilla, donde acompañamos de manera muy cercana al periodista Alexis Rojas, quien ha obtenido, en un camino labrado a fuerza de voluntad, permiso para explorar la ciudad abandonada.
A lo largo de esos diez días, que comienzan en un ritmo bastante acelerado para luego irse extendiendo, dejándonos una sensación de compleja incomodidad, se construye un ambiente sostenido por el suspenso, por la pregunta sin respuesta y la suposición. El periodista va recorriendo la ciudad con distintos miembros del grupo militar apostado en los límites de la ciudad radioactiva, Akim, su primer guía, se nos presenta como un personaje bastante más carismático que el resto, dando atisbos de una bondad oculta. En los primeros días se dejan caer distintas piezas y gatillos que se activan primero, a manera de proyección, en la mente del periodista, haciendo un trazado sobre la ciudad y su contenido misterioso.
Dicha ciudad, parece dormida bajo la sentencia de la planta nuclear, despierta una vida extraña, silenciosa, comienza un juego de intrigas, engaños y visiones dantescas, donde el resto de los militares parecen recibir una orden de silencio, de censura, que se expide ya no solo por el gobierno, sino también por la ciudad ominosa, logra plantarse como un ser independiente, después de ser puesta en marcha por los seres humanos que la construyeron, y convertida en monumento de los errores, cobró vida y voluntad propias, así, en defensa a una entidad que no terminar de comprender, los militares comienzan a proferir un ambiente de burlas, que son más bien amenazas envueltas. Nuestro protagonista se adentra entonces, en una misión de gran peligro, desentrañar lo que parece ser un secreto a voces: Parece que hubo gente adaptada a la radiación que continúa la vida en la ciudad tenebrosa.
Prípiat contiene diversas capas, y aunque a lo largo de la historia, las pastillas de yodo se imponen como una protección, el horror de la radiación extiende sus garras hasta el mundo onírico, después de que Akim desaparece por un «reporte de enfermedad», Alexis intuye en los mecanismos laborales voraces y llenos de irregularidades, una verdad mucho más oscura.
La autora, nos lleva a desvelar las causas del morbo humano, construyendo al protagonista como una persona comprometida con la difusión, la crítica y el desvelamiento de la verdad, llevando esta pulsión noble, hasta las últimas consecuencias, Alexis se adentra con sus nuevos guías, primero Nikolái, Luka y finalmente, el encargado de la caseta, Yefrem, y nos da un recorrido a través de las calles de la ciudad abandonada. Se menciona una belleza propia y extraña del lugar, donde la falta aparente de población, reviste a los edificios de una presencia distinta, las plantas y animales que sobrevivieron, dan cuenta de la necedad de la vida por seguir su curso, aún en las peores condiciones.
El tema de la ferocidad acecha a lo largo de la novela, combinando elementos del terror (general y corporal) y el suspenso, dando una radiografía muy bien lograda de la naturaleza humana. Hay una necesidad imperiosa en Alexis por desvelar las causas de la desaparición, cuasi forzada, del único guía que parecía despertarle simpatía, sospechando que debajo de las dinámicas laborales abusivas, hay historias sin contar. La hostilidad es palpable en sus interacciones con el grupo militar, en especial con Yefrem, quien es un personaje duro, incómodo, circunspecto y burlón.
Con el avance de la trama, la realidad y la ficción comienzan a difuminar sus límites, el libro cuenta con una cantidad valiosa de anécdotas, historias y explicaciones sobre los efectos de la radiación y la forma en que diversas personas intentaron afrontar el accidente, con descripciones sobre los lugares icónicos de la ciudad condenada y una narrativa que nos permite entrever la cantidad de información perdida, oculta o interpretada a la conveniencia de quienes manejaron el discurso.
Dilucidar causas y efectos es el trabajo del periodista, mientras los militares son planteados como personas dejadas de esperanzas, con promesas de trabajo estable, bien pagado, aunque cercano al corazón de una ciudad de desastres, el aire pesimista se transforma entonces en un ambiente lleno de cinismo, sin embargo, Alexis dilucida lo oculto en la ciudad, desatando los secretos a voces, gracias a esto, empieza a quitar esas capas, descubriendo la sensibilidad y psicología detrás de Yefrem, el encargado que pareciera antes tan antipático.
Diez días en Chernóbil, no es una novela cuya única función sea despertar la emoción primaria del terror, logra ser un gran análisis psicológico, las virtudes y defectos propios de los humanos, conviven en los personajes, retratando la dualidad que los sostiene y los hace coherentes y veraces.
El ámbito sociopolítico de la novela se deja entrever, protegido por las figuras en apariencia pequeñas, que no obstante, cobran una gran relevancia en la protección de los secretos de la ciudad, la autora logra enfrentarnos con preguntas que van desde lo político, ¿Realmente que sucedió durante el accidente y la evacuación de los habitantes de Prípiat?, ¿Qué tanto se ocultó en tan grande catástrofe? Luego, nos lleva al plano existencial, supliendo la función de decir: ¿Hacia dónde vamos como seres humanos?, ¿Es la virtud una pulsión que se encuentra superada por nuestras pulsiones primarias?
El libro explora el tema de la ciudad también desde el ámbito onírico, dando la idea de el protagonista como alguien «contaminado» en un plano psicológico por el encanto terrible de la ciudad, hay en aquel plano una aseveración pronunciada por la vida: Permanecer aún en condiciones álgidas (cosa que la autora relata con la fauna y flora radiactiva descritas en la novela), Alexis buscará responder el cómo, dejándose envolver por el magnetismo indudable que tiene la ciudad.
Adentrarse en el misterio es labor humana, cavar hasta encontrar las causas y darlo como regalo al mundo es una tarea noble, sin embargo, el libro lleva esta pasión hasta sus últimas consecuencias, regalándonos una novela donde ficción y realidad ceden fronteras y territorios.

Aura Metzeri Altamirano Solar (Ciudad de México, 1999) Trotamundos, escritora y tarotista apasionada por el mundo de los símbolos y la narrativa, amante de lo extraño y la otredad.
