18 de octubre de 2025

V. de Thomas Pynchon / Traductor: Carlos Martín Ramírez / Editorial: Tusquets / Género: Narrativa / 592 páginas / ISBN: 9788411076517 / 2025

Un autor que debe ser leído por todo el mundo. No hay excusas. ¿Y por qué no empezar con V.? Yo es la segunda vez que la leo: la primera, cuando tenía 33 años, me dejó aturdido y fascinado; ahora, con casi 68, me ha vuelto a sorprender incluso con más fuerza, como si Thomas Pynchon hubiera dejado minas escondidas entre las páginas que solo explotan al volver a ellas con otros ojos, con una vida gastada sobre los hombros.

La estructura de V. desconcierta desde el principio, pero no es un capricho gratuito. El autor neoyorquino lo hace deliberadamente, quiere reflejar el caos y la complejidad del mundo. Fragmenta el relato, multiplica las voces y las épocas, y nos obliga a convivir con historias que parecen irrelevantes pero que terminan creando una atmósfera tan inconfundible como propia, un paisaje a medio camino entre lo grotesco, lo cómico y lo siniestro. Él no nos ofrece todas las piezas del rompecabezas, y nos exige estar atento, dispuesto a recordar detalles, hilar nombres, rastrear indicios… Lo absurdo convive con lo histórico, lo documental con lo delirante, y de esa mezcla nace una suerte de realismo mágico contemporáneo, un universo donde lo cotidiano puede volverse extraño y lo increíble, extrañamente verosímil.

V. es una novela difícil de encasillar. Cómo habréis adivinado, no sigue un hilo narrativo convencional, no entrega moralejas, no tiene un «misterio central» que se resuelva. La letra «V.» no se revela nunca, y en ese hueco, en esa imposibilidad de nombrar, radica gran parte de su poder. En vez de una historia cerrada, Pynchon nos ofrece un viaje discontinuo, un collage que puede pasar de un sombrero de vaquero a un cocodrilo en Nueva York, de una pelea de bar a un episodio histórico tan brutal como el genocidio en Namibia de 1904. El contraste estalla en cada capítulo: el humor absurdo roza lo siniestro, y lo documental se enrarece con un tinte surreal. Pero la escritura nunca se siente afectada. Paradójicamente hay en ella una frescura, un ritmo casi despreocupado, que convierte lo complejo en algo adictivo, como si estuviéramos atrapados en una conversación caótica de la que no queremos ni podemos salir.

Más que personajes, lo que aquí hay son obsesiones, ecos, formas que vuelven bajo distintos disfraces. Herbert Stencil, empeñado en desentrañar el enigma de V.; Benny Profane, desganado y errante, incapaz de buscar porque nunca ha tenido nada que perder; y esa figura esquiva, femenina y múltiple, que parece deslizarse entre los pliegues de la historia. ¿Quién es V.? Una bailarina alemana, una mujer desflorada en El Cairo, una lesbiana en París… o acaso ninguna de ellas, acaso todas. Lo decisivo no es descubrirlo, sino recorrer las metamorfosis y aceptar que la búsqueda importa más que la respuesta.

Algunos libros envejecen, otros se vuelven reliquias, y unos pocos siguen teniendo la misma capacidad de sacudida que en sus orígenes. V. pertenece a esta última categoría. Es un texto exigente, sí, pero también luminoso en su rareza, lleno de humor y de inteligencia. No es un camino sencillo, pero es uno de esos viajes literarios que marcan un antes y un después: el ingreso a un territorio narrativo que nadie más que Thomas Pynchon ha sabido cartografiar con tanto descaro y genio.

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