14 de noviembre de 2025

EL CÍRCULO DE LOS DÍAS de Ken Follett / Traducción: ANUVELA / Editorial: Plaza & Janés / Género: Narrativa / 762 páginas / ISBN: 9788401036811 / 2025

Ken Follett nunca, o casi nunca, decepciona a sus lectores. Cada vez que anuncia una novedad, es casi inmediato el deseo de salir a buscarla y sumergirse en sus páginas. Mi propia follettmanía comenzó con Los pilares de la Tierra. Sí, sé que antes había escrito muchas otras novelas, pero ese fue mi punto de partida. Desde entonces, cada nuevo lanzamiento se ha convertido en un pequeño ritual: voy a la librería, hojeo el libro, lo huelo, lo dejo en su sitio, me voy a tomar un café, regreso, lo compro, pido que me lo envuelvan para regalo… y al llegar a casa, lo desenvuelvo como un tesoro para empezar a leerlo.

Lo que más me sigue sorprendiendo de este escritor es su capacidad para combinar historia, intriga y personajes memorables en un todo orgánico, tan orgánico que uno olvida que está leyendo ficción. Sus mundos son vastos, minuciosamente construidos, pero al mismo tiempo accesibles para todos. Las tramas de sus novelas pueden ser más o menos compactas, más o menos sugerentes o impactantes, pero todas laten con fuerza. Sus personajes, sin excepción, parecen tener vida propia: se sufre con sus derrotas, se comparte su alegría y se asume su destino como si fuera propio. Por eso, cuando El círculo de los días cayó en mis manos, intuí que me esperaba un viaje de esos que no te sueltan tan facilmente.

Esta novela sorprende, y lo afirmo sin atisbo de reservas. Es entretenida, aunque no en el sentido ligero del término, sino en su acepción más genuina: la de un relato que atrapa y estimula la imaginación, que invita a sumergirse en una recreación de los albores de la civilización con una fascinación similar a la que provoca contemplar un hallazgo arqueológico. Nos situamos alrededor del año 2500 a. C., en el territorio donde más tarde se alzaría Stonehenge. Allí, entre comunidades de pastores, agricultores y mineros, el autor británico imagina un mundo donde la supervivencia dependía de la tierra, de los animales y, sobre todo, de las relaciones tensas y cambiantes entre pueblos que compartían un mismo espacio. Uno de los ejes narrativos lo ocupa Seft, un joven minero de sílex sometido a un padre duro, casi cruel. El contraste llega cuando conoce a Neen, perteneciente a una familia de pastores que encarna un modelo opuesto: ternura, solidaridad, calor humano. Esa oposición entre mundos familiares se convierte en un motor narrativo que impulsa la novela. Paralelamente, la tensión entre tribus —agricultores que se apropian de tierras usadas durante generaciones por los pastores— va creciendo hasta rozar la violencia. Ken Follett consigue que esa memoria de viejos conflictos planee como una sombra constante, recordándonos lo frágil que siempre ha sido la paz. A estos hilos se suma Joia, la hermana menor de Neen, cuya fascinación por las sacerdotisas la lleva a descubrir nuevas formas de conocimiento. La introducción de un sistema de cómputo con discos, aparentemente un detalle menor, abre en ella un camino inesperado, una vocación que otorga a la narración un matiz de descubrimiento intelectual. El mosaico se amplía con Pia y Han, dos jóvenes de comunidades diferentes cuya relación prohibida añade la dosis de amor y tragedia que tan bien maneja el autor. Ese contrapunto íntimo suaviza la dureza de la supervivencia y aporta humanidad a la narración. El momento cumbre llega con la decisión de levantar un santuario de piedra que sustituya al destruido de madera. La empresa es colosal: quince bloques gigantescos trasladados a través de distancias imposibles. La descripción del esfuerzo colectivo, de la técnica rudimentaria y del cansancio compartido es quizá uno de los pasajes más logrados del libro. Allí es donde Ken Follett brilla con esa capacidad de hacer que el lector casi sienta el peso de cada piedra, el sudor de los trabajadores y la esperanza de dejar algo que trascienda a la muerte.

El círculo de los días es una novela que combina con acierto amor, conflicto y espiritualidad, envuelta en el rigor histórico al que el autor nos tiene acostumbrados. Más allá de narrar el posible origen de Stonehenge, es una reflexión sobre la necesidad humana de imaginar, construir y dejar huella. Y sí, es extensa, una novela muy muy larga ,como todas las anteriores a esta. Tal vez alguien pueda pensar que un tijeretazo aquí o allá habría aligerado el conjunto, y probablemente no les falte razón. Sin embargo, yo creo que uno acepta esas páginas extra como parte del pacto de lectura con Ken Follett: sabe que exige tiempo, pero también que recompensa la entrega.

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