
LA GUARDIANA de Yael van der Wouden / Traductora: Victoria Alonso Blanco / Editorial: Salamandra / Género: Narrativa / 288 páginas / ISBN: 9788418363016 / 2025
Hacía mucho, pero muchísimo tiempo, que no me encontraba con una ópera prima de una calidad tan exuberante como esta.
No exagero si digo que La guardiana me ha removido de una manera inesperada. Al terminarla sentí como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el vientre: incómodo, doloroso, pero también con esa rara sensación de haber despertado algo que estaba dormido. Hay libros que te cuentan una historia y ya está. Este no. Este te mete en una atmósfera que parece salida de un recuerdo, con un calor sofocante, con silencios que pesan más que los diálogos, con esa tensión rara que se da cuando deseas a alguien a quien, en teoría, deberías odiar.
La historia es sencilla en apariencia: Isabel, aislada en una casa de campo en la provincia de Overijssel, recibe la visita de su hermano Louis y de Eva, su nueva pareja. Louis se marcha y deja a Eva allí, con ella. A partir de ese momento, todo es fricción, incomodidad y, poco a poco, obsesión. Para mí lo fascinante no es lo que ocurre en la superficie —que también engancha—, sino cómo la autora logra colar bajo cada gesto y cada palabra un cúmulo de tensiones que nunca se dicen del todo. Es curioso, pero en varios pasajes me vino a la cabeza la comparación con un cuadro impresionista, algo de Monet: no hay un trazo nítido, sino pinceladas que, de lejos, construyen una escena viva y vibrante. Eso sí, lo que no esperaba era que, de repente, el libro se volviera tan sensual, incluso erótico. No lo vi venir. El romance que late aquí no es cómodo, ni fácil, ni de manual. Es frágil, intenso, con ese aire de tragedia que te hace leer conteniendo la respiración porque sospechas que se puede romper en cualquier momento.
El estilo de Yael van der Wouden me pareció impecable en su sobriedad. No es de esas autoras que buscan frases brillantes para que el lector las subraye; lo suyo es más discreto, casi invisible, pero justo por eso funciona. Se fija en lo pequeño: un gesto, un silencio, la forma en que alguien toca un objeto que no debería tocar. Todo está medido, pero sin dar la sensación de artificio. Me pareció increíble la naturalidad de los diálogos para autora que ha publicado su primera obra (desconozco si es su primera escrita): uno siente que esos personajes existen, que están de carne y hueso frente a ti. Quizás lo más perturbador —y también lo más honesto— es cómo el libro conecta con la herida de la posguerra en Holanda. No de forma explícita, sino como un eco. Ese peso del pasado está ahí, flotando, marcando a los personajes sin que nadie lo diga en voz alta. Y es brutal cómo se siente, aunque nunca se subraye demasiado.
En lo personal, terminé La guardiana con una mezcla rara de desasosiego y fascinación. No es una novela que te deje en paz. No creo que lo busque tampoco. Pero me parece un debut impresionante, de esos que no se olvidan fácilmente. Yael van der Wouden ha puesto el listón altísimo desde el primer libro, y yo, sinceramente, ya estoy esperando lo próximo que publique.

Jesús Cuenca Torres (Santiago de Compostela – 1957) Doctor en filosofía y exprofesor de instituto. Habla siete idiomas con fluidez, amante de los libros y del cine en blanco y negro. No le ve sentido echarle azúcar al café.