En Una gran familia, una de las obras más emblemáticas de Zhang Xiaogang, se observa a un joven con el rostro enrojecido, cuyo vínculo con sus familiares, representado mediante gotas de color sangre que conectan sus corazones, no hace más que subrayar el aislamiento y el individualismo que imperan entre ellos. Al escrutar más de cerca, se revelan tres manchas que recorren los rostros de cada uno de los personajes, evocando tanto una marca de nacimiento como el estigma social que acompaña a la familia. Esta técnica nos remite, además, a las viejas películas fotográficas deterioradas por la humedad, añadiendo una capa de nostalgia y decadencia a la obra. Este cuadro forma parte de la serie «Familia», una colección inspirada en las antiguas fotografías de estudio de la época, formales y estáticas, en las que Zhang inserta líneas de color sangre que unen a los miembros de la familia. Estas pinturas, cargadas de simbolismo e ideología, incluyen elementos como gorras de obrero y chaquetas Mao, situando a las figuras en un contexto histórico y político concreto. Las figuras, atemporales y despojadas de individualidad, reflejan el valor central de la familia en la cultura china, a la vez que invitan a una reflexión sobre la interacción entre la sociedad colectiva, la familia de sangre y el individuo. La repetición de figuras idénticas es una representación visual de la psicología de masas durante la Revolución Cultural, mientras que las distorsiones, reminiscencias del surrealismo europeo, aportan a la obra una dimensión compleja y profundamente perturbadora. Así, Zhang Xiaogang, mediante su estilo distintivo y su aguda observación de la historia y la identidad, ofrece en Una gran familia una meditación visual sobre la intersección del colectivo y lo individual, lo familiar y lo político, logrando una obra que resuena tanto en el plano estético como en el conceptual.
Un buen amigo de Zhang Xiaogang (Kunming, Yunnan, China, 1958) describía al artista como el paradigma del creador, un modelo a seguir para todos aquellos que aspiren a vivir del arte. La vida de Zhang está profundamente marcada por los tumultos de la historia china. En 1966, durante los inicios de la Gran Revolución Cultural Proletaria, sus padres, funcionarios del gobierno, fueron forzados a abandonar sus puestos y trasladados al campo. Allí, las formas clásicas de educación fueron reemplazadas por la doctrina propagandística del Partido Comunista Chino. Con el colapso de la Revolución Cultural en 1976, se abrió un nuevo capítulo en la vida de Zhang. En 1977, fue admitido en el prestigioso Instituto de Bellas Artes de Sichuan en Chongqing, en el suroeste de China. Este fue el comienzo de una trayectoria que lo llevaría a desarrollar un estilo distintivo y ejemplar, que hoy se reconoce como único en el panorama artístico contemporáneo. Zhang Xiaogang ha logrado, a través de su obra, no solo reflejar su singular visión artística, sino también capturar las complejas intersecciones entre historia, identidad y memoria colectiva. Su capacidad para transformar experiencias personales y colectivas en arte lo convierte en un referente ineludible en el mundo del arte contemporáneo.
Rosa Villalejos. Filóloga clásica y crítica de arte. Explora la esencia de la antigüedad y la creatividad contemporánea con idéntica pasión.