
Desde sus inicios en la escena artística en los años noventa del siglo pasado, Rosana Paulino (1967, São Paulo, Brasil) ha convertido el arte en un campo de batalla contra las narrativas racistas incrustadas en la historia de su país. Su obra, que transita con fluidez entre el dibujo, el bordado, el grabado, el collage, la escultura y la instalación, no es un simple ejercicio de representación: es una confrontación directa con los mecanismos visuales que justificaron la violencia colonial y la esclavitud en Brasil.
La fotografía es uno de los pilares centrales en su producción y es un testimonio de la memoria fracturada de un país. Paulino extrae imágenes de archivos familiares, publicidad racista y estudios seudocientíficos del siglo XIX que pretendían asignar capacidades intelectuales según la raza. Su serie «Geometria à Brasileira» (Geometría brasileña) es un reflejo de la tradición abstracta importada que domina la historia del arte brasileño. Superponiendo fotografías con patrones geométricos de colores vibrantes, revela la tensión entre una modernidad que se apropia de la abstracción como signo de progreso y la exclusión sistemática de las formas estéticas autóctonas.

Hay un choque visual evidente entre las figuras de mujeres afrobrasileñas y las ilustraciones de la fauna y flora tropicales, que parecen forzadas dentro de estructuras geométricas que no las contienen del todo. Para nada es una decisión arbitraria; es una declaración política. En esta fricción, Paulino expone el borrado simbólico de los indígenas y afrodescendientes en la construcción de la identidad nacional moderna. Los rostros de las mujeres, muchas veces ocultos o fragmentados, cuestionan el anonimato impuesto a sus cuerpos en la historia oficial, y también devuelven la mirada al espectador, exigiendo un merecido reconocimiento.
El trabajo de Rosana Paulino no se limita a una crítica pasiva. Es un arte que hiere, que incomoda, que escarba en las heridas coloniales aún abiertas. A través de sus imágenes, nos confronta con un pasado que insiste en filtrarse en el presente, desafiándonos a mirar más allá de la comodidad de los discursos oficiales. Su obra es un recordatorio ineludible de que el arte no solo ilustra la historia, sino que puede, y debe, reescribirla.

Rosa Villalejos. Filóloga clásica y crítica de arte. Explora la esencia de la antigüedad y la creatividad contemporánea con idéntica pasión.