
Los lienzos de Pedro Figari no son reliquias mudas, ni postales de un tiempo ido. En ellos, la memoria de la comunidad afrouruguaya no se disuelve en el olvido, late. No como un eco remoto, sino como un tambor que aún resuena, que aún empuja la sangre. En Candombe, esa celebración de piel, madera y fuego, las figuras no posan, se sacuden, se rinden al compás de una historia que se niega a morir. No hay rigidez en el trazo, no hay sumisión a las reglas de academia. Lo que hay es vida. Un ritmo que se abre paso en pinceladas sueltas, en ropajes que se estremecen como si el baile no estuviera solo en los cuerpos, sino en la tela misma.
Esa energía lo atraviesa todo. En sus escenas al aire libre, la nostalgia no es suspiro ni lamento, es una afirmación. Uruguay abolió la esclavitud en 1842, sí, pero los cuerpos sabían lo que los decretos no podían borrar. En Montevideo, la ciudad que se vestía con el corsé de un orden colonial, el candombe seguía latiendo en las calles. Calles que no eran solo asfalto, sino memoria. Y Figari lo vio. Lo vio y lo pintó sin anestesia, sin filtros, sin la suavidad complaciente del arte que quiere embellecerlo todo. Su pincel no busca la perfección, busca la verdad. La que se mueve, la que resiste.

Pedro Figari (Montevideo, Uruguay, 1861-1938, Montevideo, Uruguay) no fue el artista que la historia del arte esperaba. No se moldeó en los salones de Buenos Aires, no se diluyó en las tertulias de Montevideo. Fue abogado, político, escritor. Fue todo eso hasta que, con 55 años, decidió que había llegado el momento de contar otra historia. La suya, sí, pero sobre todo la de aquellos que el poder nunca quiso mirar. Su primera exposición llegó tarde, en 1921, pero no necesitó más para hacerse oír. No pintó la versión oficial, la de bronce y laureles, sino la de los que bailaban en los márgenes, la de los que golpeaban el cuero de los tambores para que nadie olvidara que alguna vez intentaron callarlos.
No fue solo pintura. Fue memoria en carne viva.

Rosa Villalejos. Filóloga clásica y crítica de arte. Explora la esencia de la antigüedad y la creatividad contemporánea con idéntica pasión.