5 de diciembre de 2024

LOS FANTASMAS DE HAPPY VALLEY. EN BUSCA DEL MUNDO PERDIDO DE LOS ARISTÓCRATAS LIBERTINOS DE ÁFRICA de Juliet Barnes / Traductor: José Luis Piquero / Editorial: La Linea del Horizonte / Género: Narrativa / 423 páginas / ISBN: 9788412747560 / 2024

En Los fantasmas de Happy Valley, Juliet Barnes describe con solvencia una historia de las ruinas y leyendas que descansan en las tierras altas de Kenia, lugar donde, entre guerras y extravagancias, la aristocracia británica expatriada de mediados del siglo XX escribió su propia fábula de excesos y tragedias. Este libro, sin embargo, no es solo una elegía a una época dorada; es una especie de peregrinación a través de la memoria colonial, donde Barnes, acompañada del activista local Solomon Gitau, revive lo que queda de esa mítica «Happy Valley» y examina los rastros de decadencia que aún perduran. Desde las primeras páginas, Juliet Barnes consigue una atmósfera inquietante, creada con los ecos de una época donde el lujo y el despilfarro alcanzaban su cúspide en cada rincón de Happy Valley. La figura de Idina Sackville y su séquito de libertinos son los pilares de una sociedad que, mientras parecía indestructible, enfrentaba su declive en una espiral de hedonismo. Pero Barnes no se conforma con un mero retrato de opulencia. Su trabajo es también una investigación en la que el lujo y la decadencia dan paso al polvo y el abandono, mientras intenta seguir los pasos de los protagonistas de esta historia, cuyos ecos palpitan en las mansiones ahora derruidas y los jardines conquistados por la vegetación africana.

El trabajo de Juliet Barnes es tan arqueológica como literaria: con cada descubrimiento, levanta capas de historia personal y colectiva. En ese proceso, Solomon Gitau no solo es su guía por las ruinas físicas, sino el intermediario que representa un diálogo entre las culturas y memorias en conflicto. Gitau, activista por los derechos ambientales, es un recordatorio constante de las huellas que el colonialismo dejó no solo en la sociedad sino en el propio ecosistema de Kenia. Su presencia añade profundidad a la narrativa, al ofrecer una perspectiva africana que, aunque quizás relegada a segundo plano, juega un papel crucial en la interpretación de los espacios y personajes de esta historia. Gitau, con su conexión ancestral con la tierra, aporta el equilibrio justo al entusiasmo de Barnes por desenterrar los secretos del pasado, recordándonos que este pasado colonial no está exento de repercusiones actuales. El libro es, en ocasiones, algo disperso, especialmente en su primera mitad, donde el orden de los temas depende en gran medida de los lugares que la autora va visitando. A medida que se adentra en la segunda parte, sin embargo, la autora toma el control narrativo de su obra, y la historia está mucho más cohesionada y profunda. Es en esta segunda mitad donde el peso de la historia y la complejidad de los personajes adquieren una dimensión más real y menos mitificada, iluminando las motivaciones y los conflictos de los colonos de una manera que una mera crónica de viajes difícilmente lograría. El asesinato del conde de Erroll en 1941, una de las tragedias que marcaron el fin de la época dorada de Happy Valley, sirve como un ancla necesario para toda la narrativa. Este crimen sin resolver añade un toque de misterio que mantiene al lector intrigado, pero es también un símbolo de la disolución de un mundo que se desmoronaba. Barnes utiliza este hecho como un punto de inflexión, un recordatorio de que la euforia de Happy Valley estaba construida sobre terrenos inestables y que la caída era inevitable.

Los fantasmas de Happy Valley es, a la vez, una biografía de una época, una crónica de viajes, y una reflexión profunda sobre el impacto cultural y ambiental del colonialismo. La autora hace un esfuerzo significativo por dotar de contexto histórico a las figuras de este período, lo que aporta una comprensión más rica y detallada de los orígenes y consecuencias de su presencia en Kenia. Es una narración que invita tanto a la reflexión histórica como a la nostalgia. No es un simple libro de historia o una crónica de aventuras; es una mirada al pasado que, aunque inevitablemente está teñida de romanticismo, también es sincera en su crítica. Juliet Barnes no solo rescata las glorias pasadas, sino que confronta al lector con las ruinas de este capítulo colonial, dejándonos con una visión más amplia y crítica de la compleja herencia que Happy Valley ha dejado en el imaginario colectivo.

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