En este grabado, una multitud de esqueletos celebra una animada fiesta, anticipando lo que hoy reconocemos como el espíritu del Día de Muertos. Con su distintivo lenguaje visual, José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 2 de febrero de 1852-Ciudad de México, 20 de enero de 1913) logró capturar como pocos la esencia de la identidad mexicana, consolidando una narrativa gráfica que trascendió fronteras y lo catapultó a un reconocimiento internacional.
Ningún otro creador en la historia del arte latinoamericano ha dejado una huella tan indeleble en la identidad visual de su pueblo como el artista mexicano. Considerado un verdadero genio popular, este maestro del grabado, la litografía y el dibujo produjo una prolífica obra que se estima en más de 20.000 piezas. Sus creaciones, distribuidas en periódicos, libros, carteles y anuncios, ofrecen un espejo crítico de la sociedad mexicana de su tiempo.
El universo gráfico de Posada está compuesto por una galería de personajes locales, entre los que sobresalen sus icónicas calaveras. Estas figuras, esqueletos humanizados que a menudo aparecen vestidos con trajes tradicionales o portando sombreros de ala ancha, se han convertido en símbolos inconfundibles de la cultura mexicana. Más allá de lo anecdótico, estas calaveras encapsulan una potente reflexión social: en un México del siglo XIX marcado por la pobreza, las profundas desigualdades y las tensiones políticas, la muerte emergió como un gran igualador, una constante que permeaba todos los aspectos de la vida cotidiana.
La obra de este artista es un mosaico visual que abarca desde las tragedias —como desastres naturales, epidemias y motines— hasta las celebraciones populares y rituales. En cada grabado, su estilo incisivo y satírico desnuda las contradicciones de la sociedad de su época, trascendiendo las barreras del tiempo para seguir interpelando al espectador contemporáneo.
El trabajo de Posada no solo narra un capítulo de la historia mexicana, sino que también configuran un imaginario colectivo que sigue vivo en las tradiciones actuales, como el Día de Muertos. Este fenómeno cultural, donde la vida y la muerte se entrelazan en una celebración colorida y reflexiva, encuentra en las calaveras de Posada un antecedente ineludible. Su legado, vibrante y atemporal, es un testimonio del poder del arte para conectar el pasado con el presente y dar forma a una identidad nacional.
Rosa Villalejos. Filóloga clásica y crítica de arte. Explora la esencia de la antigüedad y la creatividad contemporánea con idéntica pasión.