20 de enero de 2025
Foto de Downey/Getty Images.

«Fall-Parks se encontraba a unas veinte millas de King´s Hintock Court y era a todas luces una residencia más modesta en una finca más modesta. Sin embargo, al verla esa mañana de febrero, el hidalgo Dornell pensó que había sido un idiota por marcharse de allí, aunque hubiera sido por la mayor heredera de Wessex. Su fachada de estilo paladiano, de la época de Carlos I, ostentaba por su simetría una dignidad que la heterogénea y enorme mansión de su esposa, con sus muchos tejados, no podía eclipsar. Se hallaba el ánimo del hidalgo afectado, y la penumbra que el frondoso bosque proyectaba sobre la escena no contribuía a aliviar el abatimiento de aquel hombre rubicundo, de cuarenta y ocho años, que montaba con fatiga su caballo castrado. La niña, su querida Betty; ésa era la causa de su tribulación. Era infeliz cerca de su mujer y era infeliz lejos de su hija; y era éste un dilema de difícil solución. Se entregaba por ello con prodigalidad a los placeres de la mesa, había llegado a convertirse en bebedor de tres botellas diarias y resultaba en la estimación de su esposa cada vez más difícil presentarlo ante sus refinados amigos de la ciudad.
Lo recibieron los dos o tres criados viejos que se ocupaban del solitario lugar, donde sólo unas pocas habitaciones estaban habitadas para el uso del hidalgo y sus amigos, que participaban en las partidas de caza; a lo largo de la mañana llegó de King´s Hintock su fiel servidor, Tupcombe, y el hidalgo se sintió mucho más cómodo. Pasados uno o dos días en soledad empezó a pensar que había sido un error instalarse en sus tierras. Al marcharse de King´s Hintock con tanto encono había echado a perder su mejor baza para contrarrestar la absurda idea de su mujer de otorgar la mano de su pobre Betty a un hombre al que apenas había visto. Tendría que haberse quedado para protegerla de un trato tan repugnante. Casi le parecía una desgracia que la muchacha fuese a heredar tanta riqueza. Eso la convertía en blanco de todos los aventureros del reino. ¡Cuánto mejores habrían sido sus perspectivas de felicidad si hubiera sito tan sólo la heredera de una sencilla propiedad como Falls!.
Su mujer estaba sin duda en lo cierto cuando insinuó que él tenía sus propios planes para la hija. El hijo de un difunto amigo muy querido, que vivía a poco más de una milla de donde el hidalgo se encontraba en ese momento, un joven un par de años mayor que su hija, era en opinión del padre la única persona en el mundo capaz de hacerla feliz. Pese a todo, en ningún momento se le pasó por la cabeza comunicar sus proyectos a ninguno de los dos jóvenes, con una precipitación tan indecente como la que había mostrado su mujer; no pensaba decir nada hasta pasados unos años. Los jóvenes ya se habían visto, y el hidalgo creyó detectar en el muchacho una ternura muy prometedora. Era grande la tentación de seguir el ejemplo de su mujer y anticipar la futura unión convocando allí a la pareja. La muchacha, aunque casadera según las costumbres de la época, era demasiado joven para enamorarse, pero el chico tenía ya quince años y manifestaba cierto interés por ella».

Un grupo de nobles damas (Thomas Hardy, 1891)

Thomas Hardy

Thomas Hardy (Upper Bockhampton, 1840-1928 Max Gate) fue un novelista, poeta y dramaturgo británico. Comenzó estudiando arquitectura aunque lo abandonó para dedicarse a la literatura por completo. Es sus obras narra la vida provinciana, casi siempre con una ambientación pesimista. Entre sus novelas destacan: Remedios desesperados (1871), La bienamada, Lejos del mundanal ruido (1874), Retorno al país natal (1878), El alcalde de Casterbridge (1886), sobre la decadencia de las costumbres tradicionales en su choque con las nuevas que surgen, Tess de los Urbervilles (1891), su obra más conocida, llevada al cine por R. Polanski, narra la destrucción de la protagonista, y Judas el oscuro (1895), sobre un irresoluble conflicto interno. Como poeta destaca su primera producción Poemas de Wessex (1898), a la que siguieron otros cuatro volúmenes de versos. Su obra más reconocida como dramaturgo fue el poema dramático Los dinastas (1904).
 

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