14 de mayo de 2025

«Era sábado y, a menos de alguna complicación de último momento con la señora de los trillizos, no iría a la clínica y podría dedicar la mañana a hacer un poco de ejercicio y a tomar una sauna antes del matrimonio de Elianita. Su esposa y su hija se hallaban en Europa, cultivando su espíritu y renovando su vestuario, y no regresarían antes de un mes. Otro, con sus medios de fortuna y su apostura –sus cabellos nevados en las sienes y su porte distinguido, así como su elegancia de maneras, despertaban miradas de codicia incluso en señoras incorruptibles–, hubiera aprovechado la momentánea soltería para echar algunas canas al aire. Pero Alberto de Quinteros era un hombre al que ni el juego, ni las faldas ni el alcohol atraían más de lo debido, y entre sus conocidos –que eran legión– circulaba este apotegma: “Sus vicios son la ciencia, su familia y la gimnasia”.
Ordenó el desayuno y, mientras se lo preparaban, llamó a la clínica. El médico de guardia le informó que la señora de los trillizos había pasado una noche tranquila y que las hemorragias de la operada del fibroma habían cesado. Dio instrucciones, indicó que si ocurría algo grave lo llamaran al Gimnasio Remigius, o, a la hora de almuerzo, donde su hermano Roberto, e hizo saber que al atardecer se daría una vuelta por allá. Cuando el mayordomo le trajo su jugo de papaya, su café negro y su tostada con miel de abeja, Alberto de Quinteros se había afeitado y vestía un pantalón gris de corduroy, unos mocasines sin taco y una chompa verde de cuello alto. Desayunó echando una ojeada distraída a las catástrofes e intrigas matutinas de los periódicos, cogió su maletín deportivo y salió. Se detuvo unos segundos en el jardín a palmear a Puck, el engreído foxterrier que lo despidió con afectuosos ladridos.
El Gimnasio Remigius estaba a pocas cuadras, en la calle Miguel Dasso, y al doctor Quinteros le gustaba andarlas. Iba despacio, respondía a los saludos del vecindario, observaba los jardines de las casas que a esa hora eran regados y podados, y solía parar un momento en la Librería Castro Soto a elegir algunos best–sellers. Aunque era temprano, ya estaban frente al Davory los infalibles muchachos de camisas abiertas y cabelleras alborotadas. Tomaban helados, en sus motos o en los guardabarros de sus autos sport, se hacían bromas y planeaban la fiesta de la noche. Lo saludaron con respeto, pero apenas los dejó atrás, uno de ellos se atrevió a darle uno de esos consejos que eran su pan cotidiano en el Gimnasio, eternos chistes sobre su edad y su profesión, que él soportaba con paciencia y buen humor: “No se canse mucho, doctor, piense en sus nietos”».

La tía Julia y el escribidor (Mario Vargas Llosa, 1977)

Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936 – Lima, 2025) es uno de los escritores más influyentes y prolíficos de la literatura hispanoamericana contemporánea, así como una figura clave del llamado «Boom latinoamericano». Nacido en Arequipa, Perú, y criado entre Cochabamba, Piura y Lima, su infancia itinerante marcó el trasfondo social y emocional de muchas de sus obras. Su vocación literaria se manifestó tempranamente, aunque se formó también en Derecho y Letras, tanto en Perú como en España. Desde sus inicios, Vargas Llosa mostró una ambición novelística excepcional, que cristalizó en La ciudad y los perros (1963), una denuncia feroz del autoritarismo castrense que lo consagró de inmediato como una nueva voz radicalmente innovadora. Su narrativa, marcada por la experimentación formal, la complejidad estructural y una mirada crítica sobre el poder, evolucionó en paralelo con sus posiciones ideológicas, que fueron desde el marxismo juvenil hasta un liberalismo político firme, a menudo controvertido. Obras como Conversación en La Catedral (1969), La casa verde (1966) o La guerra del fin del mundo (1981) consolidaron su estatura internacional, mientras que títulos más recientes como El sueño del celta (2010) o Tiempos recios (2019) han ratificado su vigencia narrativa. Distinguido con los más altos reconocimientos literarios —entre ellos el Nobel de Literatura en 2010, el Premio Cervantes y el Príncipe de AsturiasVargas Llosa ha combinado siempre su faceta de novelista con la de ensayista y comentarista político. Su candidatura a la presidencia del Perú en 1990 y su activa participación en el debate público global han convertido su figura en un referente tanto literario como ideológico. Su legado, que cruza la ficción, la crónica, el ensayo y la política, es ya uno de los pilares imprescindibles de la literatura en lengua española del siglo XX y XXI. Falleció en Lima el 13 de abril de 2025, dejando un legado que continúa inspirando a generaciones de lectores y escritores.

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