
«Cerró los ojos para recordar, en estos últimos instantes, a su mujer y a sus hijos. El agua brillante por el resplandor del sol, la niebla que se cernía sobre el río contra las orillas escarpadas no lejos del puente, el fortín, los soldados, la madera que flotaba, todo en conjunto lo había distraído. Y en este momento tenía plena conciencia de un nuevo motivo de distracción. Al dejar el recuerdo de sus seres queridos, escuchaba un ruido que no comprendía ni podía ignorar, un ruido metálico, como los martillazos de un herrero sobre el yunque. El hombre se preguntó qué podía ser este ruido, si procedía de una distancia cercana o alejada: ambas hipótesis eran posibles. Se reproducía en regulares plazos de tiempo, tan pausadamente como las campanas que doblan a muerte. Esperaba cada llamada con impaciencia, sin comprender por qué, con recelo. Los silencios eran cada vez más largos; las demoras, enloquecedoras. Los sonidos eran menos frecuentes, pero aumentaba su contundencia y su nitidez, molestándole los oídos. Tuvo pánico de gritar… Oía el tictac de su reloj».
El incidente del Puente del Búho (Ambrose Bierce, 1891)

Ambrose Gwinett Bierce nació en Meigs, Ohio, Estados Unidos el 24 de junio de 1842. Fue periodista, escritor y editorialista, destacado por su estilo lúcido, vehemente y cáustico. Fue el décimo de trece hijos, cuyos nombres empezaban todos por la letra A. Sus padres eran granjeros y religiosos calvinistas. Creció rodeado de un ambiente puritano lleno de represiones y prejuicios, lo cual sentenció su carácter. La adolescencia del escritor estuvo marcada por un odio visceral hacia su familia y ya a una temprana edad tuvo una relación amorosa con una mujer de más de setenta años. A los 17 años, abandonó el hogar para ingresar en la Escuela Militar de Kentucky, aunque su estancia no duró demasiado debido al incendio que acabó con el establecimiento. En 1861, al comienzo de la Guerra de Secesión, Bierce se alistó en el 9º Regimiento de Voluntarios de Infantería de Indiana como oficial topógrafo y combatió durante todo el conflicto, siendo este período de una gran influencia para sus historias y, a pesar de que fue gravemente herido en combate –heridas que, sumadas a su asma, le aquejaron durante el resto de su vida–, eso no le impidió seguir luchando hasta el final de la guerra, acabando ésta como comandante mayor. Después de la guerra, aún tuvo tratos con el ejército y participó en diversas expediciones a territorios indios, pero, decepcionado, abandonó la vida militar al poco tiempo. Colaboró y se dio a conocer como periodista en San Francisco a través de publicaciones como The Argonaut, The Overland Monthly y New Letters, de la cual fue nombrado director en 1868. En esa época se haría buen amigo de Mark Twain. Se casó en 1871 y tuvo tres hijos, a dos de los cuales sobrevivió. Vivió en Londres con su esposa desde 1872 a 1875, donde estuvo escribiendo sus primeros y más tétricos cuentos. A su regreso, se instaló en San Francisco y se convirtió en columnista y editorialista del San Francisco Examiner. Se separó en 1888 al descubrir unas comprometedoras cartas de un admirador a su esposa. En 1889, siendo el escritor más célebre de la Costa Oeste, se trasladó a Washington D.C., pero siguió colaborando con el periódico hasta 1906. Su estilo rezuma ironía y misantropía. Su pesimismo está presente en cuentos y relatos cortos que no ponen especial énfasis sobre la bondad esencial del hombre y la mujer. Se le considera heredero literario directo de sus compatriotas Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne y Herman Melville. Algunos elementos de la obra de Bierce fueron tomados por el también escritor de relatos de horror H. P. Lovecraft para incorporarlos a sus Mitos de Cthulhu. A Bierce se le suele colgar la etiqueta de autor de cuentos de terror, sin embargo, no todos sus textos pertenecen a este género. Lo que sí es cierto, es que su prosa contiene con frecuencia altas dosis de ironía y sarcasmo que a menudo se transforma en un punzante humor negro. En diciembre de 1913, Bierce cruzó a México por El Paso y se unió al ejército de Pancho Villa en Ciudad Juárez como observador. Su rastro se desvanece al llegar a Chihuahua, no volviéndose a saber más de él. Se trata de una de las desapariciones más famosas de la historia de la literatura. La fecha generalmente aceptada para su muerte es la de un día indeterminado de 1914 en tierras de Chihuahua, México. Se le conoce por obras tales como: Cuentos de civiles y soldados o En medio de la vida (1891), ¿Puede ocurrir esto? (1893), La cosa maldita (1894), Partida de ajedrez (1909), El desconocido (1909) o El diccionario del Diablo (1911).
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