19 de abril de 2025

«LA BABUCHA toma el sol.

En Londres nadie lo sabe

ni en París tampoco. Sólo

alguien que me está pensando

en la bahía de Cádiz

lo sabrá seguramente.

El perro,

al cabo de muchos años

de muerto,

tiene más olfato y sabe,

aun a miles de kilómetros,

lo que está haciendo otro perro.

La Babucha toma el sol ».

Canciones del alto valle del Aniene (Rafael Alberti, 1972)

Rafael Alberti Merello (1902–1999) fue una de las figuras más luminosas de la Generación del 27 y un símbolo viviente del siglo XX español. Nacido en El Puerto de Santa María, Cádiz, en una familia de comerciantes de vinos, su infancia estuvo marcada por el paisaje marinero andaluz que impregnó buena parte de su obra poética. Aunque inicialmente soñó con ser pintor, vocación que nunca abandonó del todo, pronto su sensibilidad lo condujo hacia la poesía, donde alcanzaría su consagración temprana. Su irrupción en el panorama literario fue fulgurante. Con Marinero en tierra (1924), un canto nostálgico a su infancia y al mar perdido, ganó el Premio Nacional de Literatura a los 22 años. Esta obra marcó el inicio de una trayectoria diversa, tanto estilística como ideológicamente. Su poesía evolucionó desde lo popular y lo clásico hacia lo surrealista y lo comprometido, reflejo de una vida siempre en movimiento, siempre en diálogo con la historia. El compromiso político marcó profundamente su vida y su obra. Militante comunista desde los años treinta, Alberti se volcó en la defensa de la República durante la Guerra Civil Española, momento en el que su poesía se tornó herramienta de denuncia y resistencia. Con la derrota republicana, comenzó un largo exilio que lo llevó a Francia, Argentina y finalmente a Italia. Durante estos años, su escritura osciló entre la añoranza de su tierra, la crítica social y la evocación lírica, como se aprecia en títulos como Entre el clavel y la espada (1941) o Retornos de lo vivo lejano (1952). El regreso a España no se produciría hasta 1977, tras la muerte de Franco y la llegada de la democracia. Alberti fue recibido con honores y entusiasmo, elegido diputado por el Partido Comunista y celebrado como una leyenda viva. Su figura pública, sin embargo, nunca eclipsó al poeta, que siguió escribiendo, pintando y publicando hasta sus últimos años. Premiado con el Premio Cervantes en 1983, Rafael Alberti dejó una obra vasta y multiforme, en la que conviven la tradición y la vanguardia, lo íntimo y lo político, el arte y la militancia. Murió en su tierra natal en 1999, cerrando un ciclo vital profundamente atravesado por los avatares del siglo. Su legado perdura como uno de los testimonios poéticos más ricos, valientes y versátiles de la literatura en lengua española.

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