7 de diciembre de 2024
Meninos com Carneiro (Niños con oveja), 1959, óleo sobre tabla, 172-112 cm, colección privada

En su obra «Meninos com Carneiro», Cándido Portinari nos retrata la inocencia y la simplicidad de la infancia en el contexto de las escenas cotidianas tanto urbanas como rurales. Con una mirada que mezcla ternura y conciencia social, el artista logra captar la esencia de la vida de los niños en entornos que van desde la calle hasta el campo. Este enfoque de lo cotidiano, teñido de una profunda sensibilidad social, ha consolidado a Portinari como uno de los artistas más relevantes en la historia de la pintura brasileña y latinoamericana.

Cándido Portinari (São Paulo, 1903 – Río de Janeiro, 1962), nacido en el seno de una humilde familia de inmigrantes italianos y criado en una plantación de café, reflejó en sus más de 5000 obras una identidad brasileña con marcada empatía hacia las clases trabajadoras y campesinas. Su prolífica producción abarca desde pequeños bocetos hasta imponentes murales, en los que exhibe su destreza en el dibujo y su dominio de la pintura neorrealista. Su estilo modernista, marcado por influencias europeas y una sensibilidad única hacia los temas sociales, lo convierte en un cronista visual de la realidad brasileña.

Cándido Portinari (São Paulo, 1903 – Río de Janeiro, 1962)

A los quince años, comenzó sus estudios de arte en Río de Janeiro, donde buscó sostenerse como retratista en una época en que las dificultades económicas eran constantes. Su aprendizaje se consolidó durante una estancia en Europa a finales de la década de 1920, donde perfeccionó su técnica y entró en contacto con el arte europeo de vanguardia. Sin embargo, a su regreso a Brasil, el pintor encontró su verdadera voz artística en la denuncia de las injusticias sociales y en la representación de los sectores más desfavorecidos de su país, especialmente los campesinos, convirtiéndose en un firme defensor de los derechos de las clases populares. Su compromiso político lo llevó a unirse al Partido Comunista Brasileño en los años 40, una decisión que influyó profundamente en su obra y en su vida personal. Esta afiliación le costó el exilio temporal en Uruguay para escapar de la persecución que enfrentaban los comunistas e intelectuales bajo el clima de represión de la época en Brasil. La intensidad de su activismo y su sentido de responsabilidad social lo hicieron un referente en el arte comprometido de América Latina. Uno de los encargos más icónicos de su carrera fue «Guerra e Paz» (1952-1956), unos murales monumentales realizados para la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, que representan su visión del conflicto humano y la esperanza de reconciliación. Estas obras, con una dimensión épica, consolidaron su estatus en la escena artística internacional y son un testimonio de su capacidad para trasladar sus inquietudes personales a un lenguaje universal.

Desafortunadamente, de alguna manera, el compromiso de Cándido Portinari con su arte le costó la vida. El uso intensivo de pinturas con base de plomo, en una época en que no se contaba con las mismas regulaciones y precauciones de seguridad, terminó envenenándolo lentamente, llevándolo a una muerte prematura en 1962. Su legado, sin embargo, permanece intacto, recordado por su incansable dedicación a la representación de la lucha, la dignidad y la humanidad del pueblo brasileño.

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