Entremés de «Sangre española» de Raymond Chandler

«La luz volvió como una niebla roja ante sus ojos. Un dolor intenso y cortante le recorría un lado de la cabeza, toda la cara, sobre todo los dientes. Sintió la lengua caliente e hinchada cuando intentó moverla. Intentó mover las manos. Estaban muy lejos de él, no eran sus manos para nada.

Finalmente abrió los ojos y la niebla roja desapareció para dar lugar a una cara. Era una cara grande y la tenía muy cerca, una cara enorme. Era gorda y tenía mofletes lustrosos y azulados, y había un cigarro con una vistosa vitola en una boca sonriente, de labios gruesos. La cara soltó una risita. Delaguerra volvió a cerrar los ojos y el dolor lo inundó, sumergiéndolo. Perdió el conocimiento.

Pasaron segundos, o tal vez años. Estaba otra vez viendo la cara. Oyó una voz pastosa.

—Bueno, ya está otra vez con nosotros. Un chico bastante duro.

La cara se acercó, la punta del cigarro tenía un brillo rojo cereza. Empezó a toser dolorosamente, ahogándose con el humo. Parecía que el costado de la cabeza iba a reventarle. Sintió que le corría sangre fresca por el pómulo, haciéndole cosquillas en la piel y deslizándose sobre otra sangre seca y dura que ya se había coagulado.

—Le está bien empleado —dijo con voz pastosa.

Otra voz con un toque de acento irlandés dijo algo obsceno en voz baja. La cara grande se volvió hacia el sonido, gruñendo.

En aquel momento, Delaguerra despertó del todo. Vio con claridad la habitación, vio a las cuatro personas que había en ella. La cara grande era la cara de Big John Masters».

 Sangre española (Raymond Chandler, 1935)

 

Raymond T. Chandler, novelista estadounidense (Chicago, 1888 – La Jolla, California, 1959), es quizá, junto con D. Hammett, el máximo representante de la novela negra norteamericana. Tras el divorcio de sus padres viajó muy joven a Inglaterra con su madre, allí estudió en el Dunwich College de Londres, aunque parte de su educación también transcurrió en Alemania y en Francia. Cuando regresó a los Estados Unidos, tras una breve experiencia como funcionario del gobierno británico, trabajó en los más diversos oficios: empleado de banca, periodista (colaboró con publicaciones como el London Daily Express y la Bristol Western Gazette), dependiente y ejecutivo de una empresa petrolífera. Antes de volver a Estados Unidos en 1912 ya había conseguido publicar más de veinticinco poemas y su primer relato: The Rose Leaf Romance. Luchó en la Primera Guerra Mundial con las Fuerzas Expedicionarias Canadienses, y terminada la contienda se casó con Cissy Hurlburt, 18 años mayor que él, y fue entonces cuando comenzó su verdadera carrera literaria, desarrollando un estilo propio y diferenciador. Es el creador del famoso detective Philip Marlowe, inmortalizado en el cine por Humphrey Bogart, y también del célebre ensayo El sencillo arte del asesinato (1950). Entre sus obras narrativas destacan: El sueño eterno (1939), donde aparece por primera vez Marlowe, Adiós muñeca (1940), La dama del lago (1943) o El largo adiós (1954).

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