Sobre el Granizo y los Truenos

Agobardo de Lyon (769-840) fue un escritor e ilustrador español del imperio carolingio, y obispo de Lyon desde 816 hasta su muerte en 840. Autor de una numerosa colección de epístolas y sermones, como de un importante glosario de textos latinos, la mayoría de ellos olvidados o perdidos durante muchos siglos. Lo cierto es que a principios del siglo XVII el humanista francés Papire Masson salvó muchos de los textos de Agobardo, incluida la obra “Sobre el Granizo y los Truenos”, de ser destruidos para siempre por un encuadernador de Lyon, que los iba a reciclar para convertirlos de nuevo en papel virgen. Y hubiese sido una verdadera pena…

“Sobre el Granizo y los Truenos” fue en su origen un sermón para combatir una superstición, en base a un dogma impuesto y autoritario. En aquel entonces se creía que las tormentas de granizo que caían frecuentemente por el territorio eran el fruto de unos “tempestarios”, una especie de malvados hechiceros que a sueldo de los habitantes de un supuesto país llamado Magonia (tierra de magos), se aproximaban en sus propios barcos a los cultivos de los lugareños, navegando sobre las nubes negras de las tormentas, con el fin de apropiarse de todos los frutos caídos por el granizo que ellos mismos provocaban con sus malas artes. Se cree que lo que motivó a Agobardo la escritura de este sermón fue un episodio en el cual él en persona logró salvar la vida a uno de estos supuestos viles extranjeros que, en una de estas tormentas de marras, cayó de las nubes, o más bien de una de sus naves, y fue a parar a las manos de unos campesinos que indignados pedían venganza. Al pobre desgraciado, fuera quien fuese, de ser verdad lo que se cuenta, el obispo le salvó de ser lapidado por una superstición.

Agobardo se basó en las Sagradas Escrituras (Éxodo, Job, Elías…) para escribir su sermón, hizo acopio de toda la antología bíblica de fenómenos meteorológicos: rayos, inundaciones, granizos, plagas, sequías, nieve… Las supersticiones que no sean fruto de la autoridad eclesiástica no tienen cabida en la Iglesia, y por lo tanto en la sociedad de entonces. Los desastres naturales son cosa de Dios, sostiene Agobardo, un Dios que los utiliza para castigar a los pecadores (y no pecadores) a su antojo y criterio, con justicia divina, y por lo tanto esos supuestos “tempestarios” no pueden tener la habilidad de provocar el granizo y los truenos, pues es ese un poder exclusivo de Dios.

Me lo he pasado en grande leyendo este interesantísimo libro, uno se siente transportado a una época donde la fuerza de la vida y de los elementos está presente, como en un todo, en la superstición y en la religión . Mención a la traducción de Juan Antonio Jiménez Sánchez, que además de brindarnos un texto de lectura muy amena, nos regala una introducción muy completa donde nos reseña la biografía del autor, su contexto cultural e histórico y un análisis muy minucioso del sermón.

De Cebrián e Illescas

SOBRE EL GRANIZO Y LOS TRUENOS de Agobardo de Lyon / Traducción:Juan Antonio Jiménez Sánchez / Editorial: Siruela / Colección: Libros del Tiempo Lecturas Medievales / Género: Ensayo / 160 páginas / ISBN: 9788417308858 / 2018

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