Las Supervivientes

«Quincy Carpenter, una estudiante universitaria, fue la única superviviente de la masacre que tuvo lugar en Pine Cottage, donde pasaba el fin de semana con cinco amigos. De inmediato, pasó a formar parte de un club al que nadie desea pertenecer: el que la prensa ha bautizado como «Las Últimas Chicas». Ellas son Lisa, que perdió a nueve compañeras de su hermandad; Sam, que se enfrentó a su atacante en el motel en el que trabajaba, y Quincy, que huyó a través de los bosques para escapar de aquel a quien solo puede referirse como «Él».

Diez años después, Quincy disfruta de cierta normalidad. Tiene un novio que la cuida, un blog de cocina, un bonito apartamento y, además, cuenta con la presencia terapéutica de Coop, el policía que le salvó la vida. Su memoria no le permite recordar los acontecimientos de aquella noche, y la medicación le ayuda a preservar ese equilibrio. Pero cuando Lisa aparece muerta en extrañas circunstancias, Quincy debe afrontar el pasado, porque la historia puede volver a comenzar».

Acostumbrado a los slashers cinematográficos, lo cierto es que no esperaba muchas sorpresas en lo literario. Aún se tratara de un tema tan original –a veces– como el de la pregunta que suscita lo que sucede después de una masacre con el último o la última superviviente, como es el caso.

Las Supervivientes en realidad no son tal, sino «Las Últimas Chicas». Se las llama así porque son aquellas que lograron sobrevivir a episodios tan dramáticos como aquellos a los que películas como Viernes 13 o La matanza de Texas nos tienen acostumbrados. La protagonista de la novela se llama Quincy y ha rehecho su vida después de diez años. Hay otras dos chicas, Lisa y Samantha. Ambas son circunstanciales. Tienen su importancia, pero son casi como una excusa para que la historia perviva.

El mundo de Quincy se irá desmoronando con la llegada de una de esas chicas a su casa. Porque esto es importante: ninguna de «Las Últimas Chicas» se conoce entre sí. Sólo de oídas. Se siguen la pista y todo eso, pero nada más. La llegada de Samantha a casa de Quincy hace que su mundo se tambalee y, lo que pasa a partir de entonces, desconcierte al lector.

El autor pone el cebo bien pronto en la trama y mantiene al lector pendiente de sus propias sospechas mandándole pistas falsas o camufladas para hacerle creer lo que precisa y que el machetazo final sea más contundente. En ese aspecto debo aplaudir la forma en que Riley Sager lo lleva a cabo y consigue engañar al lector casi hasta el final.

Es eso tal vez lo que hace de una historia con poca chicha un elemento atractivo y seductor, animando al lector a sacar sus propias conjeturas sobre lo que pasó en Pine Cottage (el lugar donde sucedió la masacre de la que salió viva Quincy Carpenter) y rellene los huecos que persisten en la memoria de la protagonista hasta las últimas páginas.

Esa amnesia selectiva puede ser lo que más chirría, pero es plausible al fin y al cabo y el autor es consciente de los medios que sirven para poder rescatarla de forma más o menos fiable. En general es una buena historia con una dinámica bastante ágil. Un juego en el que se hace partícipe al lector. Se agradece ser llevado en una dirección y descubrirse engañado. Es muy satisfactorio. Así pues, ha sido una buena lectura. Agradable y amena. Perfecta para el verano.

Maxi Sabela Tornés

LAS SUPERVIVIENTES de Riley Sager / Título original: FINAL GIRLS / Traducción: Eugenia Vázquez Nacarino / Editorial: Alfaguara / Colección: Alfaguara negra / Género: Novela / 408 páginas / ISBN: 9788420428123 / 2018

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