«”El cuerpo que llevas puesto era mío”. Así comienza la carta que Myfanwy Thomas tiene en las manos cuando despierta en un parque de Londres sin ningún recuerdo de su identidad y rodeada de cadáveres.
Las instrucciones que le ha dejado su antiguo yo la conducen hasta una agencia secreta al servicio de Su Majestad para la que supuestamente trabaja con el alias de “la Torre” investigando casos “peculiares”; por ejemplo, gente que se cuela en sueños ajenos, niños letales o personas que poseen varios cuerpos y que pueden suponer una amenaza sobrenatural para el Reino Unido. Para colmo, pronto descubre otra amenaza inesperada: hay un topo en la organización que la quiere muerta. Pero ¿cómo detectar al traidor entre un montón de nuevos compañeros a los que podría decirse que ha olvidado?».
El weird, lo bizarro, lo raro aparece con mucha frecuencia en los últimos tiempos tanto en el catálogo de novedades de muchas editoriales como en la cartelera del cine o la guía de televisión de gran manufactura. No es de extrañar que el concepto, que no es nuevo, esté ganándose un hueco merced a los nuevos y atrevidos escritores que se aventuran con el género y tantos otros lectores que hacen lo propio al atreverse a zambullirse en sus páginas.
La Torre no es una excepción de género. También su autor tiene confirmados los derechos para la pequeña gran pantalla de Startz y no tardaremos en ver qué tal se ha adaptado está gran historia a ese formato, a veces un tanto más limitado.
El caso es que La Torre es una obra, comienzo de una saga, que nos llega con cinco o seis años de demora. Me refiero a la traducción, a su edición en español. Gracias a Nocturna, editorial que arriesga como pocas, Daniel O’Malley y su historia de compleja fantasía urbana, surrealista y rara, weird, engrosan desde hace poco las librerías de nuestro país como una avanzadilla de lo que espero venga.
O’Malley ha escrito una novela original, con una protagonista potente y encantadora, la agente secreta Myfanwy Thomas, que trabaja para el Grupo Checquy, una agencia secreta cuya jerarquía se estructura en basa en las piezas del ajedrez y su disposición en el tablero. La historia comienza cuando Myfanwy despierta en mitad de un parque rodeada de cadáveres y no recuerda absolutamente nada. ¿Qué ha sucedido? Ella misma se lo cuenta. ¿Cómo? En una extensa carta que nos acompaña a lo largo de la narración para ofrecernos un montón de sobreinformación sobre el universo que O’Malley ha desarrollado, el Grupo Checquy y la propia Myfanwy Thomas.
Esa información que se nos desvela podría ser en muchos casos, más aún en el formato epistolar, que a mí me suele aburrir sobremanera, excesiva en otras circunstancias, pero aquí incluso se agradece. Es un punto ameno y divertido a la par que esclarecedor. No satura. No, al menos, en mí caso. Y eso sí es raro.
El misterio y la intriga están presente desde las primeras páginas. También lo bizarro. Y los monstruos. Porque Myfanwy Thomas vive en un mundo lleno de raras y maravillosas criaturas, el nuestro. Y sí, están entre nosotros. Y sí, algunos de esos bichos raros son colegas de Myfanwy. ¿Aún no os pica la curiosidad?
Uno de los aspectos que dinamizan la lectura de La Torre es, quizá, la existencia de dos voces narrativas perfectamente diferenciadas. Como decía, la carta, en primera persona, escrita por la propia Myfanwy, es un dechado de información que no viene mal para apuntalar todo lo que viene y todo aquello que también debemos saber para hilar correctamente y dar puntadas certeras en torno a la historia. La otra voz es una tercera persona omnisciente, por lo que también a través de ésta podemos obtener información valiosa y un punto de vista alternativo que cuadra muy bien con la primera persona de la protagonista. Ambas voces se compenetran muy bien.
La Torre es una obra de ficción con mucho de todo, con muchísimas referencias sobre lo que ya se conoce dentro del género, no del weird, sino de la ciencia ficción en general tanto de la literatura como del cine y la televisión. Es un recurso del que muchos autores están tirando en los últimos años quizá para llegar a un espectro más amplio y adulto de lectores a través de una obra aparentemente juvenil –o que así se ha estado etiquetando erróneamente hasta ahora– aunque no lo sea. No digo que La Torre lo sea, ojo. Sólo que el contenido de la novela sería excusa suficiente para muchos para etiquetarla como tal. Ya sabéis, lo de las clases de literatura y todo eso de la buena y la mala. El caso es que aquí funciona bien la nostalgia y, para muchos de nosotros, es una buena excusa para mirar atrás, sonreír y brindar por «aquellos tiempos pasados que siempre fueron mejores». ¿No lo son siempre?
En cuanto a la estructura, a pear de sus complejidades, todo va encajando como debe, sin demora, pero despacio y con buena letra. La Torre es divertida y rara. La primera parte de algo mucho mayor. Una saga que apunta maneras. Una obra portentosa que rebosa creatividad y fuerza narrativa, que maneja el humor irónico y el misterio con agilidad, que es adictiva y estructuralmente genial, que deja un poso en el imaginario del lector bastante potente, que tiene mucho de insólito y sobrenatural. Una maravilla para la que 600 páginas son menos de lo que aparentan y se disfrutan más de lo que, a priori, pueda parecer.
Maxi Sabela Tornés
LA TORRE de Daniel O’Malley / Título original: THE ROOK / Traducción: Manuel de los Reyes / Editorial: Nocturna Ediciones / Colección: Noches Negras (nº 5) / Género: Novela / 600 páginas / ISBN: 9788416858361 / 2018
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