Después de leer Una cabeza llena de fantasmas estoy empezando a dudar de los comentarios de Stephen King, cada vez más presentes en las portadas de algunas novedades editoriales. Estoy de acuerdo con lo que mi compañero de letras, el señor Morata, apunta de cuando en cuando acerca de las expectativas creadas y de que no siempre son buenas, sino todo lo contrario, porque desmerecen el verdadero cariz de una obra y condicionan al lector de forma inconsciente y casi terrible. Al margen de que no soy fan ni devoto seguidor de las historias de exorcismos, demonios y demás parafernalia en torno a la iglesia y sus enemigos enlatados en el interior del ser humano, creía que esta historia podría aportar algún enfoque nuevo o un toque que lo hiciera destacar sobre la media de forma más notable a como lo ha hecho. Creo que el factor de la expectativa incumplida y el hecho de que no sea un tema que me atrae demasiado han influido en mi valoración personal final de la obra en cuestión que, no siendo mala, podría haber sido mejor. Puntos a favor de Una cabeza llena de fantasmas hay muchos. La intervención de un tipo de narración más informal para aliviar la carga de tensión, drama y misterio puede ser uno de ellos. La voz de Merry, la protagonista narradora de la historia, puede que sea otro. Y en conjunto el objetivo de Paul Tremblay, creo que se ha conseguido bastante bien, creando el eco de un Reality Show en torno a la figura del exorcismo y el modo en que una «posible» enfermedad mental puede ser vista según el tamiz de las creencias y las fortalezas de un núcleo familiar determinado, puede que sea uno de los más fuertes. Sin embargo, creo que el aspecto más destacable es sin duda el de una narración que en todo momento nos hace dudar y sacar nuestras propias conclusiones para, a los diez minutos, estar dudando de nuevo y volver a replantearnos si lo que estamos observando/leyendo es real, ficción, una gran mentira en torno a una historia veraz o viceversa. Todo se acaba reduciendo a una gran duda de la que no salimos ni siquiera al final, cuando la resolución anticipada se hace carne y podemos ver el desenlace de la historia de los Barrett. La novela posee partes muy dramáticas, algunas puede que incluso terroríficas, pero creo que la perspectiva o el modo de narrar han hecho que me aleje demasiado de sus personajes y que no acabe de meterme en la historia y la viva tal y como se pretende. Puede que sea un fallo mío; soy un ser poco impresionable y más dado a la pantalla que a la página, he visto demasiadas películas en tono de found footage o metraje encontrado, de exorcismos y terror de serie B, por lo que Una cabeza llena de fantasmas no me ha impresionado tanto como cabía esperar. Así y todo, como decía, es un experimento que llevado a la literatura no casa mal y resulta interesante, sobre todo para las nuevas generaciones de lectores que buscan experiencias cercanas al terror. Paul Tremblay ha sabido usar las herramientas de nuestra actualidad para adaptar las nuevas tecnologías y el mal uso de los medios al enfatizar el morbo por encima de todo a un nuevo discurso narrativo que, en mayor o menor medida, goza de una tensión permanente y creciente en torno al clímax final.
Maxi Sabela Tornés
UNA CABEZA LLENA DE FANTASMAS de Paul Tremblay / Título original: A HEAD FULL OF GHOSTS / Traducción: Manuel de los Reyes / Editorial: Nocturna Ediciones / Colección: Noches Negras, nº 4 / Género: Novela / 389 páginas / ISBN: 9788416858262 / 2017