La promesa que reza en la faja es en verdad un buen reclamo al que no pude resistirme. Y la verdad es que ha sido un atracón de letras que no sé si al final he devorado yo o, efectivamente, ha acabado por devorarme a mí. He de reconocer, no obstante, que me costó entrar al trapo y conectar con la historia hasta casi llevar unas cien páginas leídas. No es que el ambiente en el que se desarrolla sea especialmente cálido, pero, a partir de entonces, logré encontrar el calor necesario para seguir explorando entre tantas montañas heladas, mala leche pueblerina mezclada con aversión al extranjero, leyendas varias que habitan en las entrañas del lugar y sangre derramada en sus vertientes y senderos. He de reconocer que Salinger ha sido uno de los personajes con los que más me he enfadado en mis lecturas, no sé cuántas veces he cerrado los puños y lo he llamado gilipollas mentalmente. La tensión a la que me ha sometido a lo largo de muchas muchas páginas ha hecho que blasfemara y deseara estar allí para darle una zurra de las buenas. Sí, amigos, ha despertado en mí una ira desconocida, pero es que ha sido casi como uno de esos slashers clásicos en los que se cumplen todos los pronósticos y cuyos protagonistas hacen todo aquello que está tipificado que no deben hacer nunca jamás si no quieren acabar con las tripas en la mano. La sustancia del mal llega un punto en que es así. Y dan ganas de gritarle al protagonista que no vaya por ahí, que no haga eso o que no cometa esta o aquella estupidez. Eso repercute en que a veces te alegras de los reveses que le devuelve el karma literario. Lo importante es que la historia se sostiene bastante bien y, a partir de cierto punto, mejor que bien. La tensión dramática también permanece y eso aviva la sangre del lector y la hace bullir, lo cual es de agradecer en estos tiempos cargados de lecturas sin entusiasmo. El trasfondo criminal le da la sal necesaria para que el guiso se cocine bien y, salvo algunos detalles que más bien parecen establecer un deus ex machina en toda regla que pone el cierre definitivo, todo lo demás está más que bien hilado. El lector puede poner cara a sus sospechosos, organizar las diversas pistas en su cabeza e incluso resolver el enigma mucho antes de llegar al cénit de la novela. Así y todo, Luca D’Andrea no se queda de brazos cruzados y se encarga de conducir hábilmente al lector por aquellos caminos que él considera que ha de transitar, despistándolo y sorprendiéndolo de cuando en cuando. La sustancia del mal no creo que sea «el thriller literario del año» pero tiene una cadencia aceptable y en su conjunto es una novela que no está nada mal.
Maxi Sabela Tornés
LA SUSTANCIA DEL MAL de Luca D’Andrea / Título original: LA SOSTANZA DEL MALE / Traducción: Xavier González Rovira / Editorial: Alfaguara / Colección: Literaturas / Género: Novela / 472 páginas / ISBN: 9788420426440 / 2017