La Torre Oscura aún se encuentra lejos y ni siquiera se puede ver en el horizonte. Sólo los sueños permiten a algunos la majestuosa visión de ese destino final, el más deseado por Roland de Gilead, el único final, quizá, que contempla como una opción. La profecía que el mago le mostró a través de las cartas se ha visto cumplida en La llegada de los tres y, ahora, reunidos en el núcleo del ka, Eddie, Susannah y Roland se ven envueltos en el principio de un ka-tet que los unirá en una aventura que ya empieza a dar visos notables de una conexión que va más allá de la propia historia y, como en los dos volúmenes anteriores, se interconecta con toda la obra del de Maine.
Las tierras baldías es la tercera parte de La Torre Oscura, pero cualquiera podría ver que no es una continuación en el sentido estricto de la palabra. Sí que es una consecución lineal de todo lo anterior, pero es mucho más. Da la impresión de que el mundo en el que se mueven ahora es similar pero diferente de aquel que han transitado hasta ahora, que los nuevos elementos difieren demasiado de lo que se nos ha mostrado; como los diferentes niveles de un videojuego o, acaso, las distintas plantas de una gran torre. El tercer libro de la saga sirve para acercarnos a los protagonistas, para ver como se liberan y renacen en el nuevo mundo. Es una vía de transición hacia el yo libre de las impurezas y contaminación del mundo que dejan atrás y que para ninguno de ellos es el mismo porque ninguno de ellos pertenece a la misma época que el otro. Eso no es óbice para que se den coincidencias que los unen entre sí y con respecto a los que han de venir. Las tierras baldías es más que una aventura, es una búsqueda interior hacia la evolución del ser: todos ellos sufren un cambio positivo en el transcurso de estas más de seiscientas páginas. En ese tiempo, King se encarga también de mostrarnos un poco más del pasado de Roland Deschain y también de las historias respectivas de Eddie y Susannah, pero la locura invade la mente del pistolero al haberse producido una paradoja que ha de solventar y que le conecta con el Jake que debió morir y no murió y aquel otro que, he aquí la paradoja, dejó morir justo en el momento en que se encontró con el hombre de negro.
Nada de lo que sucede en Las tierras baldías y acaso en toda La Torre Oscura es baladí. Todo tiene su explicación y su conexión entre sí. Incluso lo más nimio encuentra su justificación aunque a priori no la necesite. Pero es ese el sentido del ka, que todo lo mueve y conecta en una armonía perfecta y parcialmente invisible al ojo inexperto. En los dos libros anteriores se vislumbran retazos de un mundo anterior muy similar a aquel en el que viven Eddie, Susannah y Jake, un mundo que bien podría representar, como así se insinúa, la destrucción inminente de la civilización que ellos habitan. Pero no es tan simple. Hay más. Mucho más. Y esa información se nos va dando con cuentagotas de forma muy medida. Porque además de tecnología avanzada, en este mundo que siempre habitó Roland de Gilead y todas las generaciones de pistoleros que le precedieron, existen demonios y bestias terribles y también una magia antigua que pretende que nadie alcance la Torre Oscura que tanto persigue Roland.
En este punto de la saga puedo decir que ya estoy bastante enganchado y que Stephen King aún sigue sorprendiéndome, algo que él asegura también le sucede al momento de narrar esta historia. Las tierras baldías recuerda en algunos pasajes a esos mundos apocalípticos que otros ya tocaron a través de otras novelas y el cine donde la civilización superviviente está podrida por dentro y por fuera y apenas hay restos de bondad, el Infierno en la Tierra, que dirían algunos. Inevitable pensar en Mad Max y el cyberpunk. Eso sí, siempre al estilo de King.
Víctor Morata Cortado
LA TORRE OSCURA III. LAS TIERRAS BALDÍAS de Stephen King / Título original: THE DARK TOWER III. THE WASTE LANDS / Traducción: Jorge Luis Mustieles / Ilustraciones: Ned Dameron / Editorial: Debolsillo / Género: Novela / 640 páginas / ISBN: 9788499087399 / 2015