Drácula

Tengo que confesar que Drácula de Bram Stoker nunca me fascinó del todo. Sí, ya podéis crucificarme. No hablo de la esencia de sus personajes, ni de la oscuridad de su argumentación, ni el sabor de la leyenda que rezuma sangre entre sus páginas. Hablo más bien de ese estilo epistolar que nunca me ha terminado de calar de entre todas las variables narrativas existentes. Quizá sea un prejuicio inconsciente, pero así es. Sin embargo, Drácula, como personaje, sí que ha tenido en mí esa fascinación. El mito del vampiro literario y fílmico, el muerto vivo que vive envuelto en las sombras de la noche, el cazador bebedor de sangre… Y ese es el mito que revive Luis Scafati en su Drácula a la perfección. Él mismo pone voz e imagen a la historia de Stoker. Y lo hace de un modo que, a pesar de ser contenido, no se deja nada de la esencia de ese vampiro primario que abandona su castillo para cruzar los mares en busca de su amada, por los siglos de los siglos, Mina. El texto es un apoyo importante, pero circunstancial. No digo con eso que no goce del ímpetu y la fuerza necesarios, pero son las imágenes las que dotan de una fuerza brutal a estas páginas, las que estremecen con su oscuridad manifiesta y hacen que el lector se sobrecoja. Scafati ha sabido escoger muy bien los pasajes de la obra de Bram Stoker y hacerlos suyos de una manera muy personal que, junto con ese texto «reacondicionado», dotan al conjunto de la obra de una sobriedad excepcional; toda ella rezuma el oscurantismo que rodea la figura de Drácula, con ilustraciones en las que a veces se cuelan símbolos semiocultos o retazos de collage. Ilustraciones que viven en fondos monocromos, a veces tintados de negro y otras de rojo, como ha de ser esa mezcla de sangre y noche, de lujuria y miedo. Si a mí me ha gustado, creo que a los incondicionales de Stoker les fascinará. La figura del vampiro sigue viva y vuelve con más fuerza que nunca gracias a la magnífica presentación de Libros del Zorro Rojo y a uno de sus más aclamados ilustradores, como es el caso de Luis Scafati.