El bazar de los malos sueños

Me considero uno de esos lectores constantes de los que tanto habla Stephen King y que, a día de hoy, deben suponer poco menos que millones en todo el mundo. Stephen King es un escritor del que ya no me preocupa lo que escriba porque, para mí, siempre encuentro maestría en lo que hace. Eso no quita que me guste más o menos parte de su producción o que las expectativas al respecto de sus nuevas publicaciones –como ha sido el caso– consigan bajar la puntuación tras la última página. El bazar de los malos sueños es Stephen King, pero el de ahora: menos espontáneo y más medido, menos cruento y más moderado. Los años se le notan en la madurez con que escribe y en los temas que escoge, pero más aún en la sobriedad con que lo hace. Para mí siempre será un maestro, por mucho que aún lo sigan denigrando algunas de las grandes élites literarias, y con cada palabra que escribe da fe de su buen hacer y de los años que lleva sobre el lomo haciendo lo mismo. De El bazar de los malos sueños esperaba una regresión al género del terror más visceral y antiguo de King. Sin embargo, me he encontrado con una recopilación de historias con mucho trasfondo humano, con personajes muy cercanos y reales, más de carne y hueso que de papel, lo cual es bueno. Lo que no es tan bueno es que, para ello, el de Maine ha prescindido del terror en un buen número de relatos y la faceta que más me gusta de él, que es la del terror sobrenatural o fantástico, está poco explotada. Así y todo, hay mucha miga en estos relatos y el hecho de que aborde temas tan profundos como las experiencias cercanas a la muerte, el alcoholismo, la depresión o la aceptación de la muerte, propia o de un ser querido, hace que la lectura sea especialmente sobrecogedora. No nos engañemos, rebosa por ahí el espíritu del fatalismo y no duda en usarlo al final de muchas de estas historias, pero lo importante, como el viaje a Ítaca, sigue siendo el camino que media entre principio y fin.

De lo que no cabe ninguna duda es de que el estilo de Stephen King, ese estilo tan suyo, está presente y eso da cierta sensación de seguridad, o de comodidad más bien, a sus seguidores. También está lo de sus guiños a algunas de sus obras. Pero destilan estos relatos un tufo agridulce del que se queda impregnado el paladar. Es por la estructura de libro. Veamos. Cada relato empieza con un breve prólogo en el que habita el leitmotiv de la obra: nos habla de dónde surgió, cómo se le ocurrió la idea, quién se la sugirió. Pero también, con su especial sentido del humor, hay lugar para las anécdotas y para contar su manera de hacer las cosas y dejar claro lo poco que ya le importa lo que otros opinen sobre ella. Son intros de no más de página y media, interesantes y divertidas, porque King en el fondo es un cachondo y tiene un humor al que uno se acostumbra después de años conviviendo con él; hay que saber entenderlo, pero es un tío muy abierto a la comicidad, a veces negra, de la vida. Esta es la parte dulce y, en cierto modo, tierna. A sus casi setenta años no es raro que sienta cierta nostalgia por algunas personas, lugares o situaciones que no regresarán. La acritud, ese sabor áspero y agrio en la base de la garganta, llega con la dedicatoria al final del relato. No es que sea especialmente relevante o significativa, pero le imprime cierta sensación de despedida, de homenaje, de adiós, que no me gusta. Ya sabéis: yo quiero seguir leyendo sus libros durante mucho tiempo más. Imagino que algunos de aquellos a quienes le dedica el relato ya hace tiempo que partieron; otros, como su hijo Joe Hill, siguen, por suerte para los lectores, vivito y tecleando. Lo que hay entre la anécdota y la dedicatoria suele ser, en la mayoría de los casos, bastante bueno; un par de veces, roza la excelencia; y alguna que otra vez, una o, a lo sumo dos, patina y derrapa, pero, en términos generales, El bazar de los malos sueños no es una mala obra y, desde luego, es un muy buen punto de partida para quienes quieran descubrir al autor sin tener que pasar por el mal trago de su «terrorífica» especialidad. Él afirma que no se casa con ningún género concreto y que rehuye de las etiquetas. Con todo lo que he leído de él (y lo que me queda), me parecen unas palabras muy coherentes, porque lo que prima en sus escritos no es sino pura creación sin etiqueta, imaginación libre y sin ataduras. King hace algo que muchos desearían poder hacer: experimentar, descubrir, saltar al vacío. Bien es cierto que alguien como él puede permitirse hacerlo, pero podría no hacerlo. Si eres lector constante como yo, te gustará sí o sí. Pero quizá no encuentres el ansiado regreso al terror que parece vislumbrarse bajo el título y esa fantástica portada.

Víctor Morata Cortado

EL BAZAR DE LOS MALOS SUEÑOS de Stephen King / Título original: THE BAZAAR OF BAD DREAMS / Traducción: Carlos Milla Soler / Editorial: Plaza & Janés / Colección: Éxitos / Género: Narrativa corta / 608 páginas / ISBN: 9788401017322 / 2017

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