La piel fría de Albert Sánchez Piñol no es una novela reciente, pero sí lo es –relativamente– esta última edición de Alfaguara. No fueron detalles como que había ganado los premios Ojo Crítico y Llibreter de narrativa o que había sido traducida a 37 idiomas los que hicieron que me acercara a estas páginas, sino la recomendación de otro escritor contemporáneo de nuestra tierra como es Juan de Dios Garduño (Y pese a todo…, El camino de baldosas amarillas, etc). Y, curiosamente, como ya he visto que apuntaba algún lector en sus comentarios al respecto de La piel fría, se pueden apreciar ciertos «paralelismos» entre esta y la posterior Y pese a todo… de Garduño. Al margen de comparaciones, que son odiosas y, en este caso, incluso pueden resultar un tanto forzadas, huelga decir que La piel fría es una gran novela de ficción. El elemento sorpresa del que se abusa a menudo para alargar la tensión, no se hace esperar. Albert Sánchez Piñol muestra sus cartas desde el primer instante y, a continuación, sigue jugando con nosotros, tensando la cuerda de ese arco a punto de reventar. Consigue –y eso constituye toda una proeza– alimentar nuestra ansiedad con nuevos elementos que, sin embargo, están a la vista y presentes en todo momento pero en diferentes estratos. El autor no precisa de grandes escenarios, una isla mínima perdida en mitad de uno de los océanos más helados del planeta le basta. Ese aislamiento es la clave para el desarrollo de la psicología del protagonista, así como la construcción de diversos paradigmas que ponen en tela de juicio la propia condición humana frente a lo desconocido. No se trata de una novela apocalíptica. Sino de una aventura insólita en un lugar apartado de toda civilización. Una casita y un faro, cada uno en un extremo de una isla con forma de L, cada uno con su propio habitante y su íntimo y receloso aislamiento, cada cual con su propia historia y sus justificaciones para vivir separados de la humanidad. Sánchez Piñol se beneficia de la mente de sus dos protagonistas para mostrar al lector el oscuro tránsito hacia la locura y los bajos fondos del alma humana. Ejecuta una maniobra soberbia en la que aún se permite el lujo de incluir un tercer elemento que descoloca y desconcierta, el resorte y la justificación para ese proceso. La piel fría se abre hacia la insania desde la cordura del mismo modo que la niebla se dispersa tras provocar confusión, a sabiendas que al día siguiente volverá, acaso con otra piel y otro rostro, pero locura al fin y al cabo. Por eso, si la historia en sí no fuera suficiente para sostenerse –que lo es–, el autor aún redondea más la historia en un círculo que se advierte infinito hasta el hartazgo y que demuestra que la naturaleza del ser humano, hasta cierto punto, goza de cierta predictibilidad. Una novela notable que merece la pena leer. Una ficción digna de aplauso.
Víctor Morata Cortado
LA PIEL FRÍA de Albert Sánchez Piñol / Título original: LA PELL FREDA / Traducción: Claudia Ortego Sanmartín / Editorial: Alfaguara / Género: Novela / 264 páginas / ISBN: 9788420419947 / 2015