Sin duda, Cosecha de Jim Crace ha sido uno de los hallazgos de este año. Empezando por la edición, que es una delicia, con ese entramado de espinos, esa combinación de texturas y una paginación que hace que la lectura sea mejor de lo que sería de otro modo, si cabe. Al margen del continente, el contenido es sublime. Jim Crace nos pone en la piel de Walter Thirsk, un agricultor que nos habla en primera persona y que nos traslada a la época de cosecha en un campo inglés de un tiempo indeterminado pero que no es el actual. Hay espacio para supercherías, para juicios de brujas y supersticiones, del mismo modo que lo hay para entramados maquiavélicos y estrategias terribles. Puede que hablar de la trama no suponga ningún trauma para el futuro lector, pues la verdadera esencia del relato se encuentra en la mente de este personaje. Es en ella donde se gesta la historia, donde Walter Thirsk piensa y reflexiona y es en sus actos donde se aprecia la controversia, donde se vislumbra la realidad del pensamiento humano, tan desacorde con sus acciones y tan paradójico. Es esta una novela que nos hace temblar, que pone de manifiesto la debilidad del ser humano y nos hace sensibles a la verdad sobre nosotros mismos, sobre aquello que hacemos y por qué lo hacemos. Lo que callamos, a veces, es más poderoso que lo que decimos. Aquí los silencios son importantes. Lo son todo. El modo en que la historia se conduce es magistral. Por no hablar de la prosa de Crace que no es abrupta, ni ambigua, sino cargada de precisión y sentido. Todo en ella tiene una motivación y es por ella que consigue que, como lector, acabes atrapado en su red. La novela abarca un periodo de más o menos una semana. Una semana cuyo tiempo se dilata hasta casi parecer un año. Tan intensa resulta. Y es que un anodino acto puede desembocar en una catástrofe de dimensiones épicas. Dimensiones que no abarcan toda una humanidad ni un país o una ciudad siquiera, sino que lo hacen en un formato mucho más reducido y, por eso, mucho más cohesionado. Crace, a través de los ojos de Walter Thirsk –«Agua» «Sed» como se compara en una ocasión el nombre con sus cuasi homónimos en inglés «Water» «Thirst»–, relata todo lo que acontece desde el instante en que llega el señor Earle a las tierras del amo Kent para cartografíar sus tierras. Ese será el punto de partida, justo cuando acaban de cosechar los últimos granos de cebada y se disponen a celebrarlo. El incendio del palomar y la casual aparición de unos extranjeros en las tierras aledañas harán que la historia se precipite hacia el caos. Es entonces cuando todo sucumbe a la desestructuración más absoluta, rompiendo las vidas de sus habitantes hasta los cimientos. Justin Cartwritght, de The Spectator, dice de ella que es una novela «terrible, lírica, hermosa», y no podría estar más de acuerdo. Una obra muy recomendable. Además, para aquellos que quieran tener algún otro referente antes de decidirse por su lectura, decir que ha sido galardonada con el Premio Internacional IMPAC Dublin 2015 y el Premio James Tait Black Memorial 2013 y que también ha sido nominada para el Booker Prize 2013. Jim Crace sabe conducir a la perfección las emociones del lector y lo lleva hasta situarlo donde realmente quiere: el punto en el que pensamiento y acción entran en conflicto con la moral y determinan el curso de los acontecimientos.
Víctor Morata Cortado
COSECHA de Jim Crace / Título original: HARVEST / Traducción: Pablo González-Nuevo / Editorial: Hoja de Lata / Colección: Sensibles a las letras / Género: Novela / 284 páginas / ISBN: 9788416537099 / 2016