Es la primera vez que leo a Elio Quiroga, pero no soy virgen en el terreno del Premio Minotauro. Si bien, una desafortunada lectura ganadora sentó un precedente de rechazo frente a posteriores ediciones del premio, puedo decir que, gracias a esta novela, me he reconciliado con él. He meditado mucho sobre las páginas escritas por el autor, pero también sobre la estructura en sí que conforman. El modo en que está dispuesta y presentada la obra tiene su papel y ofrece una visión no sólo del contenido, sino también de su creador y el modo en que arremete a su arte. ¿Por qué digo esto? Bien, la novela se divide en tres libros, pero, entre el segundo y el tercero, Elio Quiroga además nos coloca un ensayo que ronda las 100 páginas. Un ensayo escrito por uno de sus protagonistas y al cual no le falta detalle ni inteligencia. De hecho, confieso, es demasiado sesudo para mí y casi rompió la dinámica de la lectura. Y aún así, considero que es un acierto y no hay mejor lugar en el que ubicarlo que en el que está. Que haya tres libros no quiere decir que sean independientes o puedan existir el uno sin el otro. Son tres grandes capítulos de una gran historia ambientada en un futuro que me hizo recordar a Philip K. Dick y sus androides soñadores de ovejas eléctricas, pero también pensé en Asimov y sus imperios y en la fascinación de éste por la ciencia y la historia, que lograba alterar y plasmar en sus novelas y relatos. Es inevitable pensar en ellos. El problema es que no puedo daros pistas sobre los motivos por los cuales lo es. Al cese del primer libro uno queda absorto. ¿Qué ha pasado? Es la primera bofetada. 80 páginas extrañas con un final aún más extraño y que, sin embargo, encuentran su explicación en el segundo libro. ¡Y qué explicación! Puede que para otros no sea más que una historia más dentro de la ciencia ficción. A mí me ha parecido muy coherente, imaginativa, creativa, original, filosófica… Probablemente haya decenas de adjetivos positivos con los que alabar esta obra. Y, probablemente, haya quienes tengan otro tanto para descalificarla. No es mi caso. A mí me gustó lo que leí, de principio a fin. Me pareció redonda. Y, salvando el detalle de la lectura un tanto engorrosa del ensayo que incluye, gocé del ritmo y los detalles. Me gustaron los personajes y la trama. La idea es muy buena. Y me pareció que estaba muy bien desarrollada. Además, se nota que hay trabajo. Un trabajo enorme detrás de estas más de 500 páginas. Un trabajo bien hecho que se traduce en una buena lectura. Y, a pesar del corte de ciencia ficción que rezuma por toda la obra, el autor no lo trata como si fuese un compartimento estanco. Hay más chicha sobre la que hincar el diente. Un tema muy presente es el de la religión, deformada hasta el límite por un futuro en el que las almas se pierden por millones. Y sobre éste el autor engancha otros que enraízan con la ética, la moral, la filosofía, la ciencia o la informática de una manera natural y, me repito, coherente. Elio Quiroga consiguió meterme en ese mundo y me hizo soñar mientras leía. Sólo por eso ya mereció la pena. Ahora espero que el autor no nos deje durante mucho tiempo con la intriga de saber más acerca de Dante Tejera. Decir más sería estropear ciertas sorpresas. Los que sueñan es una novela, ciertamente y a mi parecer, digna de premio.
Víctor Morata Cortado
LOS QUE SUEÑAN de Elio Quiroga / Colección: Premio Minotauro / Editorial: Minotauro / Género: Novela / Temática: Fantasía y ciencia ficción / 560 páginas / ISBN: 9788445002797 / 2015
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