A través de internet se ha conseguido la democratización de la estulticia. Dicho de buen rollo, no os creáis. Ha permitido que un simple aficionado como yo, sin formación académica al respecto, se pueda dar el lujo de escribir un artículo sobre pintura basándose únicamente es sus gustos y preferencias. No se precisan conocimientos sobre técnica, escuelas, movimientos… Y ahí queda, tal vez no lo lea nadie pero uno va y lo publica.
Siempre tuve un cierto interés por la pintura pero no iba mucho más allá de lo habitual. Es decir, conocer a los grandes maestros, visitar los museos más relevantes de cada ciudad en los viajes que he tenido oportunidad de hacer y, a veces, la compra de algún que otro libro de saldo adquirido por curiosidad para acompañar a los catálogos de los museos.

Hasta aquí, todo normal. Como en cualquier nueva pasión, hubo un click que me hizo reaccionar y pasar a interesarme mucho más a fondo y a bucear en el arte pictórico. Incluso intentar practicarlo. Sí, sí, aquí donde me veis he hecho reproducciones de varios cuadros de Hopper, Degas, Casas, Laffon y otros que prefiero no nombrar por el escaso éxito alcanzado con ellos (no logro que me salga la cara de Adele Bloch Bauer). También he hecho lo que he podido con la obra de uno de los protagonistas del post, Hermenegildo Anglada Camarasa.
El detonante fue un acontecimiento en el que me vi envuelto, muy relevante para mí. Por circunstancias un tanto rocambolescas y que no creo que os resulten de mucho interés, estuve presente en una subasta de arte español que realizó Christie’s en Madrid. Gracias a esta oportunidad, pude acceder al catálogo y a la exposición previa de las obras que se iban a subastar. De entre todas las maravillas que vi, la colección era impresionante y provenía casi en su mayoría de manos privadas, lo que más me atrajo fue, en un primer momento, los cuadros de Carmen Laffon, artista sevillana muy particular en sus temas y en su forma de plasmarlos.

Por la tarde, en plena subasta, el ambiente se movía entre el tedio y la excitación en función de las obras que protagonizaran el instante. A mí me parecía que en cualquier momento Mr. Kaplan iba a pujar para crear desconcierto en la sala y huir de los malos. Sumido en esas y otras ensoñaciones, desperté de golpe. De repente, un cuadro de Anglada Camarasa cuyo propietario no voy a especificar por ser respetuoso con cierta confidencialidad, partía de un precio enorme para los aficionados de a pie como yo pero no llamativo para los allí presentes y para los postores telefónicos que, entonces, aún había. En un instante, la puja se aceleró, casi como la de Con la muerte en los talones ya mencionada. Pero no era un «farol» sino en serio. La suma subía y al menos cinco postores parecían dispuestos a no soltar la presa. Al pasar del millón de euros, un escalofrío recorrió la sala. Yo presenciaba atónito la escena sintiéndome personaje de una novela… Tres postores en liza. Dos habían renunciado, seguía la ascensión cada vez con un nivel de tensión más alto en el auditorio. Dos millones doscientos mil euros y otro postor que ceja en el empeño. Silencio y expectación. Los que quedaban eran un representante de un comprador, presente de incógnito en el salón principal del Hotel Palace, y otro que seguía telefónicamente la «pelea». Al final mis oídos escucharon tres millones de euros y ¡adjudicado! Gran ovación y una sensación de profunda distensión casi post parto en la sala. Al día siguiente se publicaron según los medios 2,9 o 2,6 millones pero visto el precio, no vamos a pelearnos por esas diferencias.
Adjunto el enlace de las noticias:
http://elpais.com/diario/2006/11/19/cultura/1163890804_850215.html
http://www.elcultural.es/noticias/arte/Espectacular-subasta-de-Christies-en-Madrid/500285
La obra en cuestión es El casino de París de la etapa francesa de Hermenegildo Anglada Camarasa.

Tras este impacto, me interesé más por su obra y la verdad es que el periodo parisino, que unos tildan de postimpresionista y otros de modernista, es el que más me gusta. Compré algunos libros y me informé. Cuando un par de años después empecé a intentar aprender a pintar, descubrí lo difícil que es hacer algo copiando. Imaginaos creando….
Para contextualizar, Hermenegildo Anglada Camarasa nació en Barcelona en 1871 y murió en Pollensa (Mallorca) en 1959. A principios del siglo XX se instaló en París durante unos años y tras varios movimientos vitales posteriores, marcados entre otras cosas por el exilio, desarrolló casi la totalidad del resto de su carrera en Pollensa, cambiando de temas, con muchos trabajos sobre paisajes costeros y fondos marinos.
Afortunadamente y, aunque no es lo mismo, ahora tenemos toda la obra de cualquier pintor en la pantalla que estáis mirando. Después es cuestión de, si perdura el interés, localizar donde están expuestas las obras y visitar los correspondientes museos. Tal vez algunos tengáis a mano el Museu de Montserrat. Y, si no, os pongo el enlace: http://www.museudemontserrat.com/es/index.html Allí hay algunas pinturas imponentes y también obras de otros grandes pintores catalanes como Ramón Casas, por ejemplo, y otros que tal vez os suenen como Picasso, Romero de Torres…
Espero haber despertado el interés por este gran pintor en aquellos que no lo conocieran y no haber aburrido mucho a los que se saben su obra de memoria, que los hay.
Ya puestos, cae la referencia bibliográfica de turno. Hay una colección de libros de mediano formato pero muy interesantes que publicó El Mundo con la colaboración del BBVA que hoy en día podéis encontrar a 1,5€ en tiendas que trabajan libros de saldo. Otra colección similar y también conseguible a ése precio por libro es Grans genis de l’art a Catalunya que contiene títulos dedicados al mencionado Casas, Fortuny, Rusiñol, Nonell…. Todos ellos dioses de la pintura si hubieran nacido en Francia…
José A. Valverde