
En el otoño de mil novecientos noventa y ocho visité la exposición que organizó el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en colaboración con la Fundación «la Caixa» y Fondazione Lucio Fontana sobre el artista italiano, nacido en Argentina y de padres italianos, Lucio Fontana (Rosario de Santa Fe, Argentina, 1899 – Varese, Italia, 1968). Aquella exposición resultó ser más una introspección vital del artista, en todas sus facetas creativas, que una retrospectiva de su trabajo. El polifacético y trasgresor Fontana (para mí fue más un visionario que un trasgresor) supo adelantarse en el tiempo a muchos de sus coetáneos, con una peculiar trascendencia en su arte, en todo él. Aunque manejó diferentes estilos y técnicas, es recurrente siempre en sus obras el poso atemporal del propio tiempo. Muchas de sus obras, como es el caso de Naturaleza de bronce (1959-1960), llevan detrás de sí muchísimas horas de investigación del artista sobre la desmaterialización de la propia obra de arte, consiguiendo que lo abstracto y lo figurativo se tensionen en un mismo momento.

También fue Fontana un artista científico, apegado al espacialismo; él defendía con ímpetu y verdadera pasión la idea de que el espacio, el movimiento y el tiempo son tan o más importantes que la perspectiva, el color, o la forma. Ejemplo de ello sería su obra Concepto espacial (1966) donde Lucio, tras pintar el lienzo de un azul pálido y monocromo, uniforme, lo rasga verticalmente unas cuatro veces con una cuchilla. La imagen resultante es espectacular, impresionante. El artista al rasgar el cuadro lo libera de toda su tensión, permitiendo que aquel que lo observe pueda percibir la infinitud que representa el espacio, al permitírsele mirar a través del lienzo. El significado último de este cuadro es un claro rechazo al formato tradicional de la superficie plana habitual estirada sobre un bastidor de madera…

De Cebrián e Illescas
Soberbio!!!!
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