paquitoelchocolatero

Héctor reprendiendo a Paris severamente por su cobardía (Rafael Tegeo Díaz, 1833 - 1856)
Héctor reprendiendo a Paris severamente por su cobardía (Rafael Tegeo Díaz, 1833 – 1856)

Internet tiene la bujía perfecta para que salte de vez en cuando una chispa de locura, o de imbecilidad. Mientras no se rebasen ciertos parámetros de decoro y cordialidad, casi todo es permisible en este mundo binario de unos y ceros.

También es verdad que algunos son gilipollas por naturaleza.

Verán… Hace unos días saltó la noticia de que la Secretaría de Estado de Seguridad había multado a un usuario de Twitter con sesenta mil euros y cinco años de prohibición de acceso a recintos deportivos por publicar unos mensajes donde literalmente manifestaba su absoluta y sincera alegría por la muerte de un ultra del Deportivo el pasado treinta de noviembre, tras la reyerta con radicales del Atlético de Madrid. Los tuits exactamente eran los siguientes:

«Quiero manifestar mi más absoluta y sincera alegría por la muerte del del Depor. Un hijo de puta que no la liará otra vez. Ojalá mueran más»y «Los del Frente Atlético asesinos, tenéis retrasito verdad? Habían quedado para pegarse ambas partes. Lástima es que solo ha muerto uno.»

Y yo me pregunto, ¿cómo puede ser una persona tan sumamente gilipollas? Dudo, ¡y mucho!, y lo digo de corazón, que este energúmeno tenga neuronas.

El centro de la valoración ética de internet pasa por el individuo y la sociedad, al igual que sucede con todos los medios de comunicación. Quizá esta sanción, ejemplarizante sin duda, despierte un poco el sentido común en aquellos anónimos y no tan anónimos que ven en el parapeto de una pantalla su particular campo de batalla.

¿Quién no se ha topado alguna vez navegando por las redes y los foros de internet con el enterado de turno, o con el típico «usuario tocapelotas» con nombre supermegaoriginal?

Comentario de paquitoelchocolatero, erudición en estado puro
Comentario de paquitoelchocolatero, erudición en estado puro

Sin ir más lejos, el sábado pasado, un simpático «paquitoelchocolatero» comentó uno de mis artículos, el que titulé «¿Los sueños sueños son?». Angie Ballester, la directora de contenidos, no aprobó la publicación del susodicho porque el listillo-listilla había enlazado su nombre con una página pornográfica. Una pena, la verdad. El ingenioso comentario decía lo siguiente:

«Eré un pinta monas que no sabes ni escribir un texto congruente. Si corres con los ojos cerrados es normal que no veas, y si ves al vació con los ojos cerrados. Una de dos, o tienes un problema mental o eres Daredevil.»

Mola, ¿a que sí?

Yo no suelo ser condescendiente conmigo mismo. Es decir, no tengo por costumbre acomodarme en el autobombo, ni en la tranquilidad que da la experiencia, ni en mis particulares gustos sobre cine o literatura, por ejemplo. Admito de buena gana las críticas constructivas que algunos vierten sobre mis obras, las admito sí, pero eso no significa que por ello todas las comparta o las entienda…

Cachis…

¿Problema mental?, ¿Daredevil?… Soy una persona del montón, fondón ahora a los cuarenta y pocos, y bastante cafre, la verdad.

José Antonio Castro Cebrián

 

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2 comentarios sobre “paquitoelchocolatero

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