Hace mucho que llevo en mente escribir sobre Frank Sinatra. Aparentemente es fácil. Tengo tal nivel de información de todo tipo: grabada, escrita, gráfica, filmada, que lo hace casi imposible. Al menos en síntesis. Acercarse a una figura de esta magnitud cuando se le tiene mucho respeto y admiración impone. Hay que buscar un ángulo que te satisfaga. Tal vez quedarte con una parte y no abarcarlo todo.
En fin, mejor no darle muchas más vueltas y decir simplemente lo que opino y compartirlo con vosotros.
Sinatra no tiene actualmente una buena imagen en lo personal. Para mucha gente, tal vez debido a su intensa vida y relaciones, no es precisamente un ejemplo moral. Son épocas distintas y el estereotipo que ha quedado de mujeriego, bebedor, amigo de gente sospechosa como políticos o gánsteres, no es ahora bien visto. Decidme en todo caso una figura actual que sea al mismo tiempo buen actor, sí, he dicho buen actor, famoso de primera plana continua por su relación con todo el star system y el mejor cantante y músico de su tiempo. No lo hay. De hecho, en su estilo, Sinatra es indiscutiblemente el mejor cantante que he escuchado. Dejó tal huella en la música durante tres décadas de éxitos ininterrumpidos que muchos muy buenos intérpretes son considerados «menores» cuando son auténticos fenómenos como Tony Bennett por ejemplo.
Me sorprende que su figura a día de hoy esté un tanto olvidada o al menos no reivindicada como merece. Otros como Elvis siguen en su condición de iconos, muy merecidamente por supuesto. Es cierto que siempre es más fácil hacer entrar a nuevas generaciones en el Rock’n’Roll que en el swing o el jazz.
No voy a hacer un repaso a toda su legendaria carrera en la música, el cine y las camas. Desde los primeros ’40 hasta su progresiva retirada aunque nunca lo dejó del todo. Cincuenta años en la cumbre dan para muchísimos artículos. Sólo sus cuatro matrimonios y las respectivas anécdotas de cada relación o un vistazo a su lista de amigos, requiere varios tomos. Para no salir de la columna de hoy sin dejar algunas pinceladas o recomendaciones para interesados en acercarse a él voy a dar el nombre de un libro biográfico de entre los muchos que hay: el de su hija Nancy «Frank Sinatra: an american legend». Escoger un único disco es difícil pero por dar un consejo a quienes conozcan sólo los hits y, huyendo de las colecciones de “Lo mejor de…” propongo la escucha de su última grabación para Capitol Records: «Nice ‘n’ easy». Contiene enormes interpretaciones del clásico songbook americano en un momento de madurez espléndido de su voz. Por último la película: «El hombre del brazo de oro» dirigida por Otto Preminger abordando el tema de la adicción a la heroína ya en el año 1955 compartiendo pantalla con Kim Novak y Eleanor Parker. Podría nombrar la premiada “De aquí a la eternidad” de Zinnemann o la menos conocida “Suddenly” de Lewis Allen en la que tiene un desigual duelo con el gran, en todos los sentidos, Sterling Hayden… Pero había dicho que sólo una, ¿no?
Insisto en que no puedo condensar en esta columna el nivel de admiración que profeso a Sinatra, el hombre que encandiló a América, conquistó Hollywood, levantó Las Vegas y tiñó Manhattan del azul de sus ojos el día de su muerte.
José A. Valverde
Una leyenda, sin duda. Emotivo artículo. Recuerdo especial, también, de su actuación en «De aquí a la eternidad», donde me convenció rotunda y aplastantemente de lo inmenso actor que era.
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